martes, diciembre 23, 2008

Navidad con asfixia simulada



Llega la navidad a un mundo apuntalado de emergencia. Y entre bondades de saldo y anuncios de perfume, suenan las palabras piadosas de Dyck Cheney en la cadena ABC. Ahí está el vicepresidente de los EEUU, dando razones por las que "no se debe cerrar Guantánamo"
Los presos serían trasladados a territorio de EEUU y se beneficiarían de la justicia y los derechos más básicos, y eso no le parece bien. Bendito espíritu navideño.
El vicepresidente admitió conocer el uso del waterboarding o asfixia simulada y por lo tanto, permitirlo si no es que ordenarlo. Le preguntaron si los interrogatorios van demasiado lejos y respondió sin pestañeos "pienso que no"
¿Eso significa que deberían ir todavía "más lejos"? En los micrófonos de Rush Limbaugh continuó: "Debemos recordar que no son más que combatientes enemigos".
Pero esos "terroristas" combatientes son civiles que defienden su país de un invasor extranjero, que les ha detenido y trasladado de manera ilegal a un campo de concentración inhumano. No sé si debemos recordar eso también.
Cheney, probablemente uno de los verdaderos cerebros de esta magna operación bélica, titiritero mayor, considera que Obama tiene asuntos que requieren de una respuesta más urgente antes que el cierre de la prisión militar.
Seguramente, para el que está siendo asfixiado, la escala de prioridades sea un poco distinta, pero claro, no es ni el hijo, ni le hermano, ni la esposa, ni el padre del Sr. Cheney. No hay prisa. Al fin y al cabo, para ellos son torturas light, aceptadas, consentidas, bien vistas por el país que lidera "el mundo libre" y los conceptos democráticos.
El corresponsal de la cadena de televisión AL Bagdadia, Muntazer al Zaidique, más conocido como el hombre que tiró sus zapatos a Bush, también tiene una navidad muy particular, encarcelado, amenazado, con un brazo y costillas rotas, contusiones en la cara y los efectos secundarios de las descargas eléctricas de pequeños aparatos de defensa.
A eso le deben llamar represión simulada, aunque según un juez iraquí, esas agresiones no existen.
Básicamente, la navidad es creer en lo que no existe. Pretendemos de la manera más ingenua que los niños adopten la misma terapia, diciéndoles que Santa Claus existe, aunque no le puedan ver.
Nadie ha visto los aviones de la CIA y sin embargo existen. Nadie ha visto el dinero de la Reserva Federal y sin embargo, todos creemos que está ahí. Como nuestro dinero del banco.
Creer en cosas que no existen pasa factura. Luego crecemos y nos hacen creer en la democracia, en la paz, en la política, en las leyes, en las Naciones Unidas, en los panfletos, los discursos… Preferible es creer en Santa Claus que en los senadores, diputados o presidentes. Al menos este gordito que Coca-cola pintó de rojo y blanco, solo nos engaña una vez al año.
Llegará la navidad a los presos de Guantánamo, que antes verán en carne y hueso a Rodolfo y todos sus renos voladores que a un abogado defensor. Llegará a Whasington, donde Cheney sentará en sus rodillas a los niños para contarles lo divertido que es la asfixia simulada.
Quizá hasta tenga un cuento para la ocasión. Repartirá pavo relleno mientras algunos inocentes, a miles de kilómetros de casa, reciben la descarga de los jueves, doble por ser fiesta, hasta que un día alguien descubra que esa persona torturada es inocente. ¡Que lo envuelvan para regalo y lo devuelvan a su país! Por navidad, aunque sea musulmán.
Blanca navidad en la casa Blanca… a punto de ser el hogar del primer presidente negro de la historia. Menudo regalo tiene Obama este año. ¿Será por portarse bien? Según la tradición cristiana de los Reyes Magos, hay que poner un zapato (los americanos ponen un calcetín a Santa) para recibir regalos.
¿Pondrá Bush el suyo? No celebra esta tradición. Mejor no mencionarle ni zapatos ni reyes de oriente medio. Mejor que prepare las maletas.
Pero en el 2009 los reyes de Oriente tienen un regalito, un detalle especial para todos nosotros: subir el precio de la gasolina. Y con ella TODO sube, y la enroscada serpiente de la crisis apretará aún más nuestros cuellos.
Asfixia económica a los habitantes del mundo libre. ¿De qué sirve que baje el precio del dinero (en EEUU) si la OPEP sube el precio del barril? Es curioso que las dos noticias las anuncien el mismo día.
Es época de creer en fantasías. De hacer creer a los niños en lo que no existe. Si Mugabe dice que no hay cólera, no hay. ¿Cómo van a permitir la entrada de ayuda para un problema que no existe? Los niños mueren todos los días, sin médicos, ni hospitales, ni medicinas… Su regalo esta navidad será sobrevivir a la epidemia. Muchos no recibirán ningún regalo.
Los vuelos secretísimos de la CIA no llevan medicinas, no llevan ayuda donde se necesita. No se llevan niños a hospitales de barcos militares… No; solo terroristas. Es más importante.
Al fin que Santa Claus y los vuelos de la CIA actúan de la misma manera: van y vienen sin saber cómo ni por dónde. Se cuelan en las casas y se van sin dejar rastro. ¿Se habrán cruzado por el camino? Uno lleva un saco a la espalda y viste de rojo, los otros visten de naranja y llevan el saco en la cabeza.
Navidad surrealista la de este año. Hipocresía máxima, manto de cinismo helado que tapa las visiones más dantescas de la vida cotidiana. Esquivos movimientos de nuestra maltrecha economía para comprar regalos y olvidarnos del problema por un día y respirar. Malabarismos psicológicos, autosugestión y mentiras piadosas a los niños. La crisis nos maltrata con esta asfixia simulada, que no será real, si nos esforzamos en mantener con vida a la esperanza.
La pobre y asfixiada esperanza de la navidad.

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