domingo, septiembre 14, 2008

LA JUSTICIA NORTEAMERICANA SE CUBRE DE OPROBIO

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editoriales

LA JUSTICIA NORTEAMERICANA SE CUBRE DE OPROBIO
Cinco cubanos ya cumplieron diez años de prisión en EE UU bajo falsos cargos

A Gerardo Hernández lo condenaron a dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión, a Ramón Labañino a perpetua más 18, a Antonio Guerrero a perpetua más 10, a Fernando González a 19 y a René González a 15.
EMILIO MARÍN

La justicia estadounidense tiene fama de ensañarse con prisioneros políticos o de conciencia, pacifistas, luchadores por los derechos de los negros o reivindicaciones obreras.
Una breve lista que refresca esos antecedentes se abre en 1886 con los juicios a los obreros de Chicago, donde se mandó a la horca a cinco sindicalistas y se condenó a perpetua a tres por haber reclamado ocho horas de trabajo. Sigue en 1927 con las penas capitales impuestas a Sacco y Vanzetti. Continúa en 1953 con el matrimonio de Julius y Ethel Rosemberg, que fueron a la silla eléctrica acusados de entregar secretos a la Unión Soviética. Más acá están las condenas a los independientistas de Puerto Rico, que pasaron 30 años en cárcel, el líder indígena Leonard Peltier que ya lleva 32 en esa condición, el periodista Mumia Abu Jamal, en el corredor de la muerte desde 1982, etc.
Con esos antecedentes uno debió imaginar que a los Cinco Cubanos detenidos en Miami el 12 de setiembre de 1998 les iban a dar con una maza. Y así fue, si se repasan las condenas que figuran al inicio.
Era presumible porque la justicia norteamericana quiso arruinar la vida de esos jóvenes pero también cumplir con un designio para nada oculto: castigar a Cuba. Mandó un claro mensaje a la isla: "seguirá el bloqueo tanto tiempo como querramos y además habrá vía libre para que desde Miami se organicen atentados terroristas contra Cuba. A cualquier patriota que se le ocurra venir a husmear a Miami para tratar de impedir esos bombazos le espera una condena similar a la que dimos a este quinteto".
Como el lector habrá adivinado, la acusación fue "conspiración para cometer espionaje", que se castiga hasta con cadena perpetua, y en el caso de Gerardo Hernández, se añadió la de "conspiración para cometer asesinato".
Ninguno de esos cargos pudo ser probado por la fiscalía y menos aún ese contra Hernández, al punto que el fiscal Kastrenakes pidió a último momento a la jueza Joan Lenard retirarlo de la acusación. Sin embargo fue admitido por el jurado y dado por cierto en la condena.
La parodia de juicio duró seis meses, entre noviembre de 2000 y junio de 2001. Los supuestos espías rechazaron todos los cargos excepto dos, muy menores: que tres de ellos habían utilizado documentos falsos (los restantes dos cubanos son nacidos en EE UU y no cambiaron de identidad) y que no se habían registrado como agentes de inteligencia por razones obvias. ¿Cuántos días podría sobrevivir en la zona sur de Miami, dominado por la mafia cubano-americana ligada a la CIA, alguien que se hubiera inscripto como agente de Fidel Castro? Con suerte habría durado una semana antes que los sicarios de Jorge Mas Canosa, de la Fundación Nacional Cubano Americana lo asesinaran.

Un juicio injusto
Se trató de un juicio injusto porque se realizó en un lugar donde no había ni uno por ciento de imparcialidad ni objetividad. Miami, el centro de aquella gusanera que en 2000, andaba sedienta de sangre porque había perdido el caso Elián González. Este niño cubano sobreviviente de un naufragio había sido secuestrado por un tío y legisladores republicanos de ultraderecha, como Ileana Ross-Lehtinen, pero al cabo de un complicado trámite judicial prevaleció el derecho del padre, que regresó con él a La Habana.
Ese traspié fue doloroso para Mas Canosa y la FNCA. Y querían la revancha.
Por otra parte, cuando los Cinco fueron detenidos en 1998, estaba aún candente el asunto de las dos avionetas de "Hermanos al Rescate" derribadas por la Fuerza Aérea Cubana en febrero de 1996 luego de repetidas advertencias de que no se tolerarían más esas violaciones a la soberanía. El líder de "HR", José Basulto, es un veterano de Playa Girón y agente de la CIA, agencia que le proveyó los aviones en desuso tras el fin de la guerra en El Salvador. Esa incursión ilegal en el espacio aéreo era la número 26 que realizaba Basulto y terminó con cuatro muertos con residencia en Miami.
En ese momento todo el estado de La Florida era un hervidero fanáticamente anticastrista, que clamaba por hacer la guerra contra al gobierno de Fidel. En marzo de 1996, con ese violento viento de cola, la ultraderecha republicana y demócrata aprovechó para aprobar la ley Helms-Burton de recrudecimiento del bloqueo. En ese tiempo fueron apresados los Cinco. En Miami no podía haber justicia independiente para ellos pero igual se hizo el juicio, pese a los pedidos en contra de los abogados defensores.
Basulto fue testigo en esa parodia. El jefe de la oficina del FBI en Miami, Héctor Pesquera, era su amigo y buscó presentar a los Cinco como peligrosos espías. Ambos visitaban los programas de las radios financiadas por Mas Canosa. Los familiares de los muertos de las avionetas hacían conferencias de prensa con la TV en la puerta del tribunal y clamaban por una condena ejemplar. El presidente del jurado, David Buker, había declarado "yo considero que Castro es un dictador comunista y debería irse para que se establezca una democracia en Cuba". El fiscal Kastrenakes repitió tres veces que los inculpados eran "un peligro para la seguridad de los EE UU".

Ni justicia
Los Cinco fueron linchados políticamente en Miami, previo encierro de 17 meses en "el hueco", o sea celdas de castigo y absoluto aislamiento, diseminados en cinco estados distintos para entorpecer no sólo las visitas de los familiares sino también la labor de los abogados.
No todos los familiares pueden verlos. Adriana Pérez y Olga Salanueva, esposas de Gerardo Hernández y René González respectivamente, hace diez años que no pueden visitarlos. Lo mismo le sucede a Ivette, la hija menor de González.
Ese trato inhumano, sumado a todas las irregularidades que tuvo el proceso –y de las que esta nota apenas subrayó unas pocas- llevó a que el 27 de mayo de 2005 el Grupo contra las Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas, tras enumerar las violaciones a sus derechos, concluyera que "son de tal gravedad que confieren a la privación de libertad de estos cinco hombres un carácter arbitrario".
Tras eso, la única satisfacción legal que tuvieron los detenidos se produjo en agosto de 2005, cuando un tribunal de tres miembros de Undécimo Tribunal de Atlanta dio la razón a la apelación de los defensores, revocó las condenas y ordenó un nuevo juicio.
Lamentablemente la apelación de la fiscalía produjo al año siguiente un fallo del conjunto de ese tribunal, con voto por mayoría, en el sentido inverso. Y así, a contramano de la justicia, ha seguido este caso, con fallos negativos en agosto de 2007 y junio de 2008, por la Corte de Apelaciones de Atlanta.
En resumen, las condenas a Hernández y René González se mantuvieron; y las de Labañino, Guerrero y Fernando González fueron a resentencia, aunque a la misma jueza Lenard que los condenó en 2001.
De las 20.000 páginas incautadas en las computadoras de los Cinco, tras allanamientos ilegales, no surgió ninguna prueba de que ellos estuvieran espiando a EE UU. El ex jefe del Comando Sur, general Charles Wilhem, testimonió que ningún secreto militar había sido objeto de interés de los imputados. El almirante Carroll dijo que "Cuba no es un peligro militar para EE UU".
Es obvio que los condenados lo único que monitoreaban y espiaban era el círculo terrorista del exilio cubano en Miami, para prevenir atentados contra su país. Y estos no eran inventos: en 1997 una campaña de bombas contra hoteles, para desalentar el turismo, provocó en el Copacabana la muerte del italiano Fabio Di Celmo.
Luis Posada Carriles, uno de los responsables de esos atentados, admitió la autoría y la financiación provista por la FNCA. Antes, en octubre de 1976, había ordenado poner dos bombas en un avión de Cubana que cayó al mar sobre Barbados, con 73 víctimas.
Esos círculos terroristas tienen libertad para moverse en EE UU. Quienes los infiltran para investigar, en cambio, fueron condenados en total a cuatro condenas perpetuas y 77 años de cárcel. Diez premios Nobel y 7.000 intelectuales reclamaron ayer la libertad de los Cinco. Es un hecho muy importante, aunque los noticieros argentinos se ocuparon de una valija con plata, si el Coco Basile debía irse por cinco empates o quién seguía en Bailando por un Sueño.

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