domingo, septiembre 14, 2008

La hora de los niños ricos

9 de septiembre de 2008 Diario Vea / YVKE Mundial

Igual como ocurre en Bolivia y en Ecuador, los niños ricos de Caracas han pasado a ser la punta de lanza de la contrarrevolución.

Han anunciado que a partir del 15 de septiembre, iniciarán un plan de acciones violentas dirigido a crear un clima de ingobernabilidad y de provocación.

Los niños ricos han sido reforzados por los grupos que recientemente viajaron a Europa del Este para recibir adiestramiento de las pandillas pronazis en Serbia y Ucrania a sueldo de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.

Allí aprendieron tácticas de provocación, disturbios y agresiones con el objeto de sembrar el miedo e intimidar a la población.

El discurso de los niños ricos no tiene nada que ver con los intereses de los estudiantes ni con los de las universidades. No expresa ningún propósito de mejorar el sistema de educación superior o de atender demandas a favor de reivindicaciones justas de los jóvenes obreros o del movimiento estudiantil.

Los discursos de los oradores de la asamblea de "dirigentes estudiantiles" en el Ateneo de Caracas fueron exclusivamente políticos, dedicados a repetir los pronunciamientos de los viejos partidos AD y Copei, tan estrechamente comprometidos con los fracasos de cuarenta años de gobiernos represivos, corruptos y subordinados a empresas extranjeras.

La vieja política ha conferido a estos estudiantes el rol de tropa de choque en un intento por llevar a cabo un plan de violencia contra las elecciones del 23 de noviembre. Sin ningún rubor ni ocultamiento han llamado a "incendiar a Caracas" y usar todos los recursos de la violencia para imponer una atmósfera de miedo e intimidación.

Sería absurdo ignorar las amenazas difundidas desde el Ateneo de Caracas o subestimar la capacidad de provocación de los niños ricos, adiestrados en las tácticas nazis de la violencia.

Detrás de sus amenazas está un aparato internacional de larga experiencia en subversión, sabotaje y crímenes contra la humanidad. Ignorarlo o subestimarlo sería el más grave error.

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