lunes, agosto 24, 2009

Otra fiesta latinoamericana se vivió por el Bicentenario



Músicos de Argentina, Bolivia, Venezuela y Ecuador actuaron por siete horas, el sábado, en el Centro Histórico. El Ministerio de Cultura organizó el encuentro.
Redacción Espectáculo

Las cúpulas de la Catedral y de la iglesia de San Francisco se iluminaron cerca de las 18:00 del sábado. El celeste de un cielo despejado poco a poco adquiría un tono azul cada vez más intenso.

En el escenario de la plaza de San Francisco, el cubano Aldo Salvento sacaba dulces notas de su saxo y Adrián Goizueta cantaba: “Siempre estuve abrazándote de adentro / más maduro cada vez y menos roto./ Compañera nos hicimos uno al otro / en la dulce celda oscura de tu vientre”.

No pudo contar con un momento más mágico que ese para interpretar Compañera, su tema más famoso en Quito y que tantas veces ha sonado en el país como una versión de Pueblo Nuevo.

Al costado del escenario lo escuchaban miembros del grupo de la venezolana Cecilia Todd, del argentino Quinteto Tiempo y Los 4 del Altiplano, mientras esperaban su turno. Antes cantaron Manuel Monroy, de Bolivia; Margarita Laso y Quimera, de Ecuador; y el argentino Raúl Barboza. Unos fotografiaban a las históricas iglesias con esa luz que solo a la caída del sol se produce. Otros solo miraban su entorno con gesto de admiración.

Con el atardecer llegaba el frío viento veraniego de Quito, pero el poder de la música sí que abrigó. Cecilia Todd aportó con joropos, merengues caraqueños y otros ritmos tradicionales de Venezuela. Cerró su presentación con Bendita la flor morena.

Pueblo Nuevo saludó con Seremos el pueblo nuevo y Ángel de luz. Entre otros temas incluyó Macondo, que dedicó al pueblo colombiano. Siguió Hasta siempre, en honor al Che Guevara, y volvió por pedido del público.

Como si se tratara del Himno Nacional, la gente que llenaba las sillas frente al escenario, que estuvo de pie en el resto de la plaza o sentada en las gradas de la iglesia se ponía de pie al escuchar las primeras notas de El pueblo unido, original de Quilapayún, de Chile. Algunos marchaban y todos coreaban a viva voz: “y ahora el pueblo / que se alza en la lucha con voz de gigante / gritando: adelante / el pueblo unido jamás será vencido”, mientras elevaban el puño derecho. A mi lindo Ecuador fue el sentido cierre de la agrupación ecuatoriana.

El Quinteto Tiempo siguió. Ellos lucían ponchos blancos con cenefas negras. Emocionaron al público aún mientras probaban los micrófonos haciendo juegos vocales o cantando versos del tango Volver. Lograron una conexión perfecta con el público, que se unió a ellos enMerceditas, y Canción con todos, que habla de la unidad latinoamericana.

Sin duda, uno de los momentos cumbres de la noche fue la participación de Los 4 del Altiplano, que llegaron con un repertorio entre el romance y la fiesta. Samba para olvidar provocó que muchos brindaran con un canelazo; en Estrella de la noche se armó un uniforme coro entre artistas y público y en Simiruco se prendió el baile. Para cerrar estuvo La rosa con el clavel y la ovación.

León Gieco los escuchó y luego tomó la posta. Carito, El fantasma de Canterville, El país de la libertad, Los salieris de Charly... estuvieron entre los más aplaudidos.
Mientras el argentino cantaba, en las pantallas aparecían imágenes de una recopilación del folclor de su país, y otras muy duras sobre la represión en las dictaduras latinoamericanas.

El público no lo dejó ir antes de que cantara La Cigarra y El ángel de la bicicleta, una cumbia villera sobre Pocho Lepratti, asesinado por la Policía de su país pedía frenar los disparos en una escuela. El infaltable y siempre emotivo Solo le pido a Dios fue el cierre a las 23:00, cuando las cúpulas del Centro Histórico brillaban más sobre el fondo profundamente negro del cielo quiteño.

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