jueves, febrero 21, 2008

DICCIONARIO DE MÚSICA CUBANA


Entrevista con RadaméS Giro
Diccionario de música cubana:
una obra de amor y respeto

Mario Vizcaíno Serrat • La Habana
Fotos: Mabel Machado



Un diccionario enciclopédico de música cubana fue presentado y vendido en la Feria del Libro de La Habana, quizá una de las ofertas editoriales más tentadoras de este momento.

El autor es el investigador y editor Radamés Giro, quien ha hecho una obra enjundiosa cuya información comenzó a recopilar en 1967.

El diccionario de música cubana más conocido hasta ahora pertenece al musicólogo Helio Orovio, y hay uno dedicado a mujeres que hizo la musicóloga Alicia Valdés. Pero el de Giro es más abarcador, contiene explicaciones abundantes, indaga más en detalles y hace análisis estilísticos.

Además de la presentación de La Habana, el diccionario de Giro tendrá otras en varias provincias cubanas, adonde él viajará para conversar con los lectores.

Giro de 67 años de edad, estudió guitarra en Santiago de Cuba, donde nació. Integró agrupaciones como el Conjunto Avance del 56, el Trío Los Románticos y fue acompañante de cantantes como Orlando Contreras. En la década de los 60 estudió en la Escuela para Instructores de Arte en La Habana.

Desde 1970 se ha dedicado a labores de edición de libros sobre música, y a él se debe la publicación del Diccionario Oxford de la Música, primera obra de esa categoría que apareció en Cuba.

En medio de la presentación de su Diccionario enciclopédico, Radamés Giro respondió preguntas para La Jiribilla.




¿Qué lo llevó a esta investigación? ¿Fue arduo el proceso de buscar y recopilar información?

El proceso de recopilar información comenzó en octubre de 1967, y aún no termina, porque la obra concluye, pero el sujeto no. Quiero decir que aunque los cuatro tomos están listos para imprimir en la poligrafía, sigo acopiando datos, por la sencilla razón de que un Diccionario es una obra abierta, sujeta a posibles reediciones, y, por lo mismo, necesita ser actualizada y admite, también, la corrección de algún gazapo que se haya escapado.

¿Cuán enjundioso es su diccionario?

Esta es una pregunta difícil de responder, al menos este es mi caso. Solo le puedo asegurar que apliqué en esta obra todo el rigor que un empeño de esta naturaleza merece; soy un eterno inconforme con todo lo que hago, y me gusta, en la medida de mis posibilidades, llegar lo más lejos posible en cualquier trabajo que realizo.

Si de enjundia se trata, le diré que el Diccionario… tiene 2 280 voces y 600 fotos y partituras, y, haciendo un cálculo conservador, consulté alrededor de 400 libros y 20 000 artículos de publicaciones periódicas de los siglos XIX y XX; además, incluí una entrada como Bibliografía, que contiene los libros y artículos de revistas, no así de periódicos, que sí aparecen —junto con los de las revistas y libros— al final de cada voz.

Aparte del juicio de los críticos, cuando lo conozcan, ¿cuál es, en su opinión, la mayor virtud de su diccionario?

Le puedo decir que para un padre, las hijas y los hijos son para él los más lindos e inteligentes del mundo. Pero mi respuesta no será, por supuesto, tan pedestre. La virtud de esta obra, que por carácter transitivo es, supongo, la de su autor, radica en que está realizada con amor, respeto y honestidad hacia aquellos protagonistas del hecho musical: los músicos, y que, además, es inclusiva y sin prejuicio en cuanto a los géneros o intergéneros de nuestra música. El Diccionario… cierra con el rap.

¿Qué aportes hace, considerando el anterior de Helio Orovio en sus dos ediciones y el diccionario de Alicia Valdés, dedicado a las mujeres cubanas?

Antes de la aparición del Diccionario…, de Helio Orovio, que publiqué, yo llevaba 15 años investigando para hacer el mío, sin saber que Helio andaba por el mismo camino, y Alicia Valdés era una estudiante de música. Son obras diferentes entre sí, y también yo titulé el mío como Diccionario enciclopédico de la música en Cuba, es obvio que este debía ser más profundo y amplio en contenido y forma; las voces son más exhaustivas, aportando no solo datos biográficos, sino haciendo algunos análisis desde el punto de vista estilístico, de tendencia composicional y estética de cada compositor, en quienes concentré mi mayor atención, incluyendo el catálogo de sus obras y la bibliografía activa y pasiva —también en los géneros.

También incluí a los músicos extranjeros más importantes que actuaron en Cuba, bien por un largo período de tiempo, bien en presentaciones en conciertos, tales son los casos, entre otros, de Heitor Villa-Lobos, Ígor Stravinsky y Andrés Segovia. Quizá en esto consista la diferencia y también los aportes en relación con las obras de los colegas citados.

Después de concluida la investigación, ¿ha cambiado su criterio de la música cubana?

Más que cambiar, he profundizado mis conocimientos; pienso que la importancia de la música cubana en el conjunto de lo que sucede en Nuestra América —y en otras partes del mundo— en cuanto sus diferencias y valores artísticos, es grande. Sin embargo, considero que los estudios sobre la historia de nuestra música y de sus personalidades más relevantes, es pobre; vale decir que no guarda relación con el hecho artístico en sí. Es triste que solo contemos con dos revistas de música, cuando en el mundo entero se publican revistas y periódicos, especializados o no, que abordan nuestro arte sonoro. Esto es lamentable. Quizá mi Diccionario… estimule a que se investigue y escriba más al respecto.

¿Qué lugar, en cuanto a calidad y potencia, ocupa la música cubana en Occidente?

El Occidente vive una época de estancamiento con respecto a la música, sobre todo en la popular y folclórica, algo que no sucede en Cuba, donde la música, a tenor de la formación académica profunda y diversa que tienen nuestros músicos, sean intérpretes o compositores, asegura su calidad y permanencia en el concierto de la música universal. Nuestra influencia en el mundo es cada vez mayor, no solo en la música popular, sino también en la sinfónica y de cámara; en este último caso, nada tenemos que envidiar a las vanguardias europeas. El bolero y la Nueva Trova, pongamos por caso, han invadido el mundo y no puede hablarse de ello sin mencionar a Cuba. Esa es la verdad.

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