viernes, octubre 29, 2010

Entrevista al escritor uruguayo-cubano Daniel Chavarría



por Liliana Rodríguez

Autor de Joy, su primera novela, uno de los títulos que le confirieron el lugar privilegiado que ocupa hoy en la narrativa latinoamericana, Daniel Chavarría —el escritor cubano, ciudadano uruguayo, como él mismo aclara— colocó la literatura policíaca cubana hace poco más de treinta años en una posición igualmente destacada. Radicado en nuestro país desde 1969, Chavarría es el responsable también de textos como Allá ellos, El ojo Dindymenio, Adiós muchachos, El rojo en la pluma del loro y Viudas de sangre, obras por las cuales obtuvo los premios Dashiell Hammett, en 1992, certamen dedicado a la novela de misterio; Premio Planeta-Joaquín Mortiz, en 1993; Premio Edgar Allan Poe, New York, 2002; Premio Casa de las Américas, 2000 y el Alejo Carpentier, en 2004, respectivamente.

¿Cuándo y en qué circunstancias comienzan los lazos que lo unen a Cuba?

—Mis vínculos con Cuba tienen varios puntos culminantes. Comenzó desde el propio 1959, en que la célula donde militaba en el Partido Comunista Uruguayo me encargó tareas de solidaridad con la Revolución y eso me permitió una hermosa amistad con muchos valiosos compañeros. Estaba alfabetizando en Brasil en 1964, cuando un golpe de Estado dio al traste con mi tarea, además de acusarme y perseguirme como agitador comunista “cubano”. Y en 1969 estaba trabajando en Colombia, cuando una delación sobre mis relaciones con un movimiento guerrillero me trajo a refugiarme en Cuba, como puerto definitivo.

»He vivido aquí más tiempo que en ninguna otra parte y me siento orgulloso de poder asegurar, como Henry Reeve, que un hombre no es del sitio donde nació ni de aquellos en que vivió, sino del lugar en que elige morir».

Alguna vez comentó que al principio le había sido un poco difícil publicar lo que escribía; sin embargo, cada vez que presenta un nuevo libro, solo con mencionar “Daniel Chavarría”, una buena cantidad de personas acuden a su encuentro.

—En efecto, mi vocación chocó contra la dificultad de publicar. Y “al principio” se refiere a los primeros intentos juveniles que escribí en Uruguay. Después se volvió mucho peor y tuve mayores limitaciones porque debía ganarme la vida y mantener una familia en pleno capitalismo. Cuando me radiqué en Cuba, cambió todo: tenía seguridad económica y social, trabajo y sustento dignos, suficiente tiempo libre y, además, descubrí la novela política de aventuras, género de origen soviético que me permitió escribir la primera novela latinoamericana de espionaje. Hasta entonces, en Occidente los temas de intriga internacional habían sido monopolio de los anglosajones y culminaron con la elegante patraña deliciosamente actuada en cine por Sean Connery en el papel de James Bond, agente 007.

»Cuba me brindaba, además, su enfrentamiento radical, histórico, innegable a los aparatos de seguridad imperialistas, como no lo hacía ningún país occidental, cuyos espías eran simples lacayos y correveidiles de los EE.UU. Así surgieron personajes que no hablaban en inglés, tomaban ron, bailaban ritmos caribeños, eran consumados karatecas y, gracias a la ayuda de la KGB, estaban al día con las técnicas más modernas de su profesión.

»Joy, mi primera novela, ganó el Concurso del Ministerio del Interior (MININT) en 1977. Así comenzó mi vida de escritor, que el público ha seguido con creciente interés.

Hace algunos meses tuve la oportunidad de escucharlo leer “Por culpa de un jodido bicho español”, un texto que narra la historia del terrorista salvadoreño que colocó bombas en varios hoteles de la capital cubana. Esas, comentó a posteriori, fueron algunas de las agresiones físicas que el imperialismo lanzó contra nuestro país. Sin embargo, en estos días nuevos ataques se ciñen contra Cuba…

—Y también contra todo el planeta, lo que compromete a la Humanidad en pleno. La Jiribilla ha sido tan amable de publicarme varios artículos de denuncia sobre la guerra nuclear y de adhesión a los planteamientos del Comandante en Jefe.

¿Qué le interesa destacar hoy a través de sus relatos?

—Ahora, con setenta y siete años, trato de escribir en exclusiva para el público cubano y la izquierda de Latinoamérica. Aparte de hacer algunos artículos políticos, termino una de esas novelas que entremezclan varias situaciones y ambientes. Diría que ratifico mi vocación de hacer más claros los temas que toco, facilitar la comprensión de hechos y personalidades. Vaya, que de cierta manera he seguido apegado a mi vieja condición de docente.

Tomado de La Jiribilla

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