lunes, julio 13, 2009

Jorge Enrique Adoum Adoum escribió “¡Sálvanos, Señora!”, poema publicado en septiembre 20 de 1941


Por Jorge Salvador Lara
El Ecuador entero honra la memoria de Jorge Enrique Adoum, uno de nuestros mayores escritores, cultor de los más diversos géneros -poesía, ensayo, periodismo, teatro, crítica, sociología y narrativa-, recopilados en seis tomos ‘Obras (in)completas’, CCE, 2005, casi
3 000 páginas.

El índice de cada uno comienza con similar nota explicativa, ‘mirando hacia adelante’, para significar que no están todas sus obras: si no pueden recopilarse los escritos no publicados y menos todavía los no escritos, hay que concluir que, ‘mirando hacia atrás’, una selección anterior eliminó algunas producciones.

Amigo de Jorge Enrique desde las aulas del colegio, envío mi pésame a sus deudos, en especial su viuda, su hija Rosángela Adoum y su yerno Julio Bueno.

Nacidos el año 1926, puedo referirme a muchos episodios de los que fuimos testigos. Ni los diversos rumbos de vidas y viajes ni las discrepancias ideológicas pudieron quebrantar nuestro afecto. Aunque nuestros círculos de acción eran diferentes, cuando nos encontrábamos saludábamos con la misma fraternidad de siempre, como si nos hubiéramos visto ayer.

Iguales en edad, él sin embargo estaba más adelantado en el Colegio San Gabriel, sin duda porque le matricularon en la escuela a los 6 años y no a los 7 como a mí. Fuimos condiscípulos poco tiempo porque pasó al Colegio Mejía.

En todo caso, también él alcanzó a ser alumno del P. Jorge Chacón, académico de la Lengua y uno de nuestros más elocuentes oradores, quien nos exigía hablar y escribir con sintaxis y procurar un correcto castellano según lo demuestran escritores como Paco Tobar, Francisco Granizo, Renán Flores, Filoteo Samaniego y Claudio Mena.

El Colegio San Gabriel está dinamizado por la presencia de la Madre Dolorosa que abrió y cerró sus maternales ojos el 20 de abril de1906, misterioso mensaje de amor que desde hace más de un siglo conmueve al Ecuador y en particular a la juventud, su mirada y lágrimas atraen de modo singular a los ungidos por la inspiración poética, don de Dios.

No pudo eximirse Jorge Enrique de esa atracción y, poeta por excelencia, bajo la entonces vigente y estricta preceptiva literaria trocada por el hoy predominante versolibrismo, escribió su poesía “¡Sálvanos, Señora!”, aparecida el 20 de septiembre de 1941 en el Boletín mensual nro. 113 de El reinado de la Dolorosa del Colegio.

Eran tiempos de la II Guerra Mundial. Tal vez este poema, varias veces reproducido, sea la primera ficha de la copiosa bibliografía de Jorge Enrique:

“Señora del Milagro, el mundo va perdido sin timonel ni velas.../ El mundo está demente... anhela beber sangre... la pólvora satura las pupilas.../ ¿Quién recuerda que vino el Nazareno, que fue de Dios enviado? / Sálvanos tú, Señora... ¡Vuelve a llorar, María!”.

Por Jorge Salvador Lara
El Ecuador entero honra la memoria de Jorge Enrique Adoum, uno de nuestros mayores escritores, cultor de los más diversos géneros -poesía, ensayo, periodismo, teatro, crítica, sociología y narrativa-, recopilados en seis tomos ‘Obras (in)completas’, CCE, 2005, casi
3 000 páginas.

El índice de cada uno comienza con similar nota explicativa, ‘mirando hacia adelante’, para significar que no están todas sus obras: si no pueden recopilarse los escritos no publicados y menos todavía los no escritos, hay que concluir que, ‘mirando hacia atrás’, una selección anterior eliminó algunas producciones.

Amigo de Jorge Enrique desde las aulas del colegio, envío mi pésame a sus deudos, en especial su viuda, su hija Rosángela Adoum y su yerno Julio Bueno.

Nacidos el año 1926, puedo referirme a muchos episodios de los que fuimos testigos. Ni los diversos rumbos de vidas y viajes ni las discrepancias ideológicas pudieron quebrantar nuestro afecto. Aunque nuestros círculos de acción eran diferentes, cuando nos encontrábamos saludábamos con la misma fraternidad de siempre, como si nos hubiéramos visto ayer.

Iguales en edad, él sin embargo estaba más adelantado en el Colegio San Gabriel, sin duda porque le matricularon en la escuela a los 6 años y no a los 7 como a mí. Fuimos condiscípulos poco tiempo porque pasó al Colegio Mejía.

En todo caso, también él alcanzó a ser alumno del P. Jorge Chacón, académico de la Lengua y uno de nuestros más elocuentes oradores, quien nos exigía hablar y escribir con sintaxis y procurar un correcto castellano según lo demuestran escritores como Paco Tobar, Francisco Granizo, Renán Flores, Filoteo Samaniego y Claudio Mena.

El Colegio San Gabriel está dinamizado por la presencia de la Madre Dolorosa que abrió y cerró sus maternales ojos el 20 de abril de1906, misterioso mensaje de amor que desde hace más de un siglo conmueve al Ecuador y en particular a la juventud, su mirada y lágrimas atraen de modo singular a los ungidos por la inspiración poética, don de Dios.

No pudo eximirse Jorge Enrique de esa atracción y, poeta por excelencia, bajo la entonces vigente y estricta preceptiva literaria trocada por el hoy predominante versolibrismo, escribió su poesía “¡Sálvanos, Señora!”, aparecida el 20 de septiembre de 1941 en el Boletín mensual nro. 113 de El reinado de la Dolorosa del Colegio.

Eran tiempos de la II Guerra Mundial. Tal vez este poema, varias veces reproducido, sea la primera ficha de la copiosa bibliografía de Jorge Enrique:

“Señora del Milagro, el mundo va perdido sin timonel ni velas.../ El mundo está demente... anhela beber sangre... la pólvora satura las pupilas.../ ¿Quién recuerda que vino el Nazareno, que fue de Dios enviado? / Sálvanos tú, Señora... ¡Vuelve a llorar, María!”.
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