La injusticia contra los Cinco podría terminar tan rápido como que el presidente estadounidense Barack Obama estampe su firma para cumplir con la palabra —ducha en leyes—, repetida muchas veces en su campaña electoral, de enderezar el sistema judicial de su país.
Eso que ha asegurado tiene oportunidad de convertirlo en hecho consumado, sin esperar a junio, cuando el Tribunal Supremo decida o no dar entrada a los abultados expedientes que tocan la puerta de los magistrados de esa máxima instancia judicial estadounidense.
La convocatoria a que Obama rubrique el acta aprobatoria de la libertad de los cinco cubanos antiterroristas, la hizo pública hace pocos días el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, Ricardo Alarcón de Quesada, en el II Encuentro juvenil internacional de solidaridad con los Cinco, donde participaron representantes de 40 países y más de 80 organizaciones, reclamando la excarcelación ya de Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González.
De paso, ayudaría ajustar la balanza de la justicia, atropellada durante estos diez años de absurdo proceso legal contra los Cinco. El presidente de Estados Unidos lograría, en tal caso, hacer realidad el respeto a los preceptos de la Constitución de su país y la preservación de los derechos civiles, en los que mucho ha enfatizado.
Al fin y al cabo otros casos similares en Derecho se han resuelto ya en su país. En estos días la comidilla de muchos salones ha sido el retiro de la inculpación por el Departamento de Justicia, por instrucciones del presidente, contra dos norteamericanos acusados de conspiración para cometer espionaje, uno de los cargos imputados a tres de los Cinco. La diferencia está en que el proceso contra los dos estadounidenses sí contaba con evidencias de haber suministrado información secreta de Estados Unidos a Israel, Estado que pagaba por sus servicios.
Frente a los cubanos, la propia fiscalía no pudo presentar pruebas y los jueces que en septiembre pasado emitieron su veredicto en Atlanta afirmaron no haber encontrado información secreta en la documentación.
Tampoco en el cargo injustamente imputado a Gerardo de conspiración para cometer asesinato en primer grado, pudieron presentar los fiscales evidencia alguna, razón por la cual los acusadores se apuraron en presentar un escrito de emergencia durante el juicio, en 2001, que les permitiera modificar ese cargo, ante la imposibilidad de demostrarlo. Contrario a lo esperado en aquel momento, tal pedido no fue aceptado, y contra toda lógica, el jurado lo declaró culpable.
Cada disparate puesto al desnudo en el irracional proceso seguido a los Cinco, revela su condición de suceso único y sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Es un caso histórico, según lo ha definido varias veces el abogado Leonard Weinglass, un respetado experto de la jurisprudencia norteamericana, asombrado junto al resto del equipo de la defensa de estos cubanos con el tortuoso e inverosímil camino legal recorrido.
Para los Cinco, hace rato, debió ser caso resuelto; sin embargo siguen presos, aun cuando les han sido retiradas sentencias desde el pasado año a Ramón, Antonio y Fernando, como para remachar el absurdo de su encarcelamiento iniciado el 12 de septiembre de 1998.
Los propios abogados reconocen también que es un caso basado en la errática política de ese país hacia la Isla. ¿Qué pasó?, ¿quién lo hizo?, es lo común que se pregunte en un juicio, pero aquí se va a una tercera dimensión que enrola al porqué. Entonces aparece el nombre de Cuba por todos lados y la intención de derrocar y vengarse de su gobierno, algo que no debería dirimirse en corte alguna.
Sobran las pruebas de la inocencia de Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, expuestas durante el juicio y la apelación.
Sobran también las razones para movilizar a las personas honestas del mundo, que no dudarán en mantenerse de pie para reclamar el fin de la injusticia. Ahora cuentan con el respaldo adicional de los doce expedientes de los amigos de la Corte (amicus curiae brief), algo que en tal número y solidez llega por primera vez al Supremo de Estados Unidos.
Las opiniones de diez premios Nobel, diversos parlamentarios de diferentes países y las consideraciones de miles de abogados del mundo, incluso del colegio de Miami y de todo el país, deben pesar mucho. A ese ímpetu se suma el de más de 300 organizaciones nucleadas en 111 naciones, que reclaman libertad para los Cinco.
Toda esa fuerza pudiera conseguir el efecto de mover la mano de Obama. Vivir para ver.
http://www.bohemia.cubaweb.cu/2009/05/14/opinion/editorial-cinco-cubanos-antiterroristas.html
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