lunes, mayo 18, 2009

Palabras para Mario


Juan de Dios Villanueva
14:24h. del Lunes, 18 de mayo.

Para Guadalupe, por inspirarme éste humilde escrito

Ocurre con más frecuencia de lo que sería deseable: te despiertas en la mitad de la noche sin saber por qué, en el desvelo conectas la radio y te inquietas escuchando una noticia ya empezada que habla de la muerte de alguien. Por las notas biográficas, las citas y los cantautores nombrados localizas inmediatamente de quien se trata, ya que una corriente te sacude el cuerpo al escuchar “Hagamos un trato”. Se nos fue Mario Benedetti.

Una vez más la muerte o como diría mi amiga Paula Grela, “la derrota de la fuerza vital, del impulso vital” en una reciente presentación en Granada de la novela de Felipe Alcaraz La muerte imposible. Una vez más el torrente de declaraciones expresando opinión o sentimientos “…a veces ingenuamente llegamos a creer que se puede evitar lo que, finalmente, es inevitable …(Saramago)”. Y una vez más, también, el rosario de hábiles personajes y ciertos tertulianos, muchos de los cuales hablarán (ya han hablado) de Benedetti como del amigo al que conocieron, al que conocen o casi casi con el que se cenan todas las noches.

Yo me sitúo en medio, como uno más, como parte de la inmensa minoría que gusta escuchar alguna vez o leer alguna cosita de Mario porque a “los raros” y a los que queremos, nada más, y nada menos, que derrocar este sistema, nos reconfortan los versos de nuestros poetas, las obras de nuestros escritores o la música y las letras de nuestros trovadores. La política que se hace sin el corazón se hace contra la cabeza.

Me quedaré, por tanto, con el Benedetti que conocí por primera vez, a principios de los 80, en las páginas de Mundo Obrero, con el Benedetti por el que supe que en Uruguay se creó una esperanza llamada Frente Amplio que fue ahogada en sangre por los de siempre en América Latina, me quedo con el Benedetti comprometido con la revolución cubana, pues no cambió Cuba tanto como para justificar el abandono de ciertos intelectuales, más bien cambiaron esos intelectuales.

No puedo hacer un repaso de toda su obra, no la conozco, me conformo con que el tiempo no me desposea de la facultad de emocionarme. Me conformo con poder seguir identificarme con tantos y tantos creadores, también con Mario. No quiero que otras “obligaciones” me impidan disfrutar en el repaso de sus cuentos. Me opongo a que ninguna responsabilidad se anteponga a la defensa de la alegría o me impida cotejar con la realidad lo que nos transmite una mujer desnuda y en lo oscuro. Quiero seguir reivindicando que el sur también existe . Me gustaría que las parejas continuaran regalándose llaveros con el poema Hagamos un trato.

Trato que, sigo pensando, ha de ser para el amor y la lucha.

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