Tomado de Segunda Cita
Me fui a dormir con el tema de las madres –en realidad de la mujer–
dándome vueltas, y caí en cuenta de que estoy oyendo hablar de esto
desde que era niño. Se comprende porque yo tenía 12 años en 1959, y el
tema de la inserción social de la mujer empezó a plantearse y a tratar
de resolverse desde aquellos tempranos años. Era lógico, porque no hay
sociedad que pueda aspirar a la plenitud sin la participación de la
mujer, y lo cierto es que la mujer ha estado históricamente tan
sometida que su emancipación es todavía una necesidad planetaria.
Siempre recuerdo una entrevista en que Lennon, citando a Yoko-Ono,
dice que “la mujer es el negro de la humanidad”. El hecho de que John
tuviera que hacer trascender lo que dijera su esposa quizá revela una
faceta de la complejidad del asunto.
El proceso de concientización es lento porque somos el fruto de una
vieja “educación”, por haber asimilado que ciertas injusticias eran
socialmente “naturales”, porque resulta incómodo mirarse al espejo,
verse lo feo y mejorar. Algunas sociedades tratan de solucionar este
problema con leyes. Pero a ciertas leyes les cuesta trabajo funcionar
porque el peso de la costumbre, esa densa parte de la cultura humana,
tiende a petrificar.
Yo creo que en todas partes las mujeres de más amplias miras debieran
unirse y crear fuerzas movilizadoras. Es lo que vi hacer en mi país,
que ha conseguido una amplia participación femenina, la que empieza por
el derecho a la vida, y también al estudio y al trabajo. Aquí cabe
agregar el derecho a ser madres, porque las sociedades tienen el deber
de ayudar a sus mujeres a continuar participando, después de la
maternidad. Para fomentar esto, en Cuba se creó una enorme red de
Círculos Infantiles que ha permitido la incorporación de la mujer
prácticamente en todos los espacios sociales.
También hicimos un Código de familia que en 1975 declaró los derechos
y deberes de los componentes de la célula social. Pero aún las malas
costumbres y otros factores como la pobreza –que en los últimos años ha
vuelto a avanzar– tratan de mantener frenada la emancipación femenina.
No puedo terminar sin admitir que una de las características de la
llamada nueva trova fue que abordó el tema de la pareja, y la presencia
de la mujer, con otra dignidad. Quiero aclarar que para los trovadores
escribir sobre esto no sólo significaba ser revolucionarios en el arte
sino enfrentarnos a nosotros mismos.
Debíamos partir de una actitud personal mejorada, de una moral, para
cantar así. Era el reflejo de una “nueva mujer” prefigurada, pero que
también veíamos surgir, y había que estar a esa altura. Estas dos
canciones son buenos ejemplos.
Para Una Imaginaria María Del Carmen
en Vertientes, aquí, hace veinte años y pico.
María del Carmen atraviesa el parque
y todos los ojos le halan el vestido.
María del Carmen revuelve la tarde
del pueblo pequeño que ve como pasa.
María del Carmen, el recién llegado
descubre en seguida lo mucho que faltas.
A María del Carmen la envuelven los ruidos
que salen del tándem inglés del central.
A María del Carmen el pelo y la piel
de seguro le huelen a miel residual.
María del Carmen, tan limpia y tan libre,
limpia de ser virgen, libre de prejuicios.
María del Carmen, tu entrega es total
porque a ti los misterios te sacan de quicio.
María del Carmen puede conversar
sobre la economía y sus ojos son anchos.
María del Carmen me mira el anillo
en la mano derecha y sonríe despacio.
María del Carmen no piensa en los trapos,
ni en lazos, ni en cintas, ni en viejas muñecas.
María del Carmen olvida a los novios,
la patria es quien toca de noche en su puerta.
María del Carmen conoce la iglesia,
sabe donde está, pero no la visita.
María del Carmen se asombra con todo,
pero si la miran no baja la vista.
María del Carmen, aunque no te he visto
podría pintarte en todos tus detalles.
María del Carmen, será inevitable
que un día tropiece contigo en la calle.
María del Carmen, si llego a encontrarte,
tendré, de seguro, que amarte
y amarte y amarte.
Noel Nicola
Acuéstate y hazme sentir
Acuéstate y hazme sentir
y derramarme en cada poro de tu cuerpo.
Levántate a compartir
todas las cosas que aún nos quedan por vivir.
En posición horizontal
hay pocas cosas que inventar:
se puede amar,
dar rienda suelta al sexo.
Puedes llegar hasta a soñar
montar en centauros, en nubes, volar,
y cuando tierra has de pisar te vas a dar cuenta
que aún quedan veintitrés partes del día para andar.
Acuéstate y hazme sentir
y derramarme en cada poro de tu cuerpo.
Levántate a compartir
todas las cosas que aún nos quedan por vivir.
Pablo Milanés
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