El último trago de Chavela Vargas
Joaquín Sabina: “Con su desaparición, se pierde una manera de cantar llorando, un quejío inigualable, una expresividad fuera de lo común. Unos cojones y unos ovarios nunca vistos en la música popular desde la muerte de Roberto Goyeneche. Ella no vendía una voz, vendía un estilo. Era una maestra en perder la primera al tiempo que ganaba lo segundo.”
Tenía la voz más dolorosa que haya parido Latinoamérica. Cada vez que
la canción salía de sus labios, mas te valía estar aferrado a una
botella; si no, corrías el riesgo de encontrarte borracho y llorando sin
un pretexto lógico. Sus notas, desgarradas, desafiantes, atravesadas
por las penas, machistas, son una descarga de tequilas ante las que la
única reacción imposible es la indiferencia. Chavela Vargas, “La Chamana”, de la estirpe de las últimas grandes cantoras en lengua española, era un alma única.
Como la mayoría de mi generación, me topé por primera vez con ella en sus dúos con Joaquín Sabina.
Y tras la risa que dejaron sus travesuras con Sabina vino la curiosidad
por saber más de esa voz tan original. Y fue descubrir uno de los
templos de la canción en español, una las madres de la ranchera, una
personalidad legendaria que ha atravesado México desde la década del
cuarenta y ante la que nadie -desde su hermano afectivo José Alfredo
Jiménez y Frida Kahlo hasta Carlos Monsiváis y Pedro Almodóvar- pudo quedar impasible.
Mujer de recio temperamento, cuando echaba una pelea lo hacía hasta
las últimas consecuencias; así fue en defensa de su iconoclasta (por
mujer) imagen de mariachi, así fue al elegir entre el tequila y la vida,
así fue cuando impidió cualquier invasión a su cuerpo que intentara
devolverle la salud. Quizás por esa confianza mexicana en que la muerte
sería un momento bellísimo.
El domingo 5 de agosto falleció Isabel Varas Lizano y aunque medio
mundo llevaba varios días esperando la inevitable noticia, esto no
significó que, como en sus boleros, miles de almas se desmenuzaran en
dolorosas migajas. No obstante sus seguidores, haciéndole honor, han
lanzado tweets de alegres borrachos como los de @Santiagosegura y
@don_dios.
Dicen que sus últimas palabras fueron “Me voy con México en el
corazón”. Efectismos para la posteridad, o quizás otra leyenda más que
sumarle a su gran leyenda. Lo más probable es que se haya ido pensando
en noches, en bares, en guitarras, en amores y alcoholes difíciles.
Primero fue “La Negra” Mercedes Sosa. Ahora “La Chamana”. Nada, que los corazones del continente se nos están quedando huérfanos.
(Tomado de El Microwave)
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