ALAI, América Latina en Movimiento
2012-02-07
2012-02-07
El egoísmo, los valores basados en el sí mismo prevalecen en nuestra sociedad y se reflejan en nuestra economía.
La neutralidad es imposible, somos indignos o indignados, son declaraciones del célebre Eduardo Galeano a su arribo a Cuba hace poco.
somos indignos o indignados.
Los indignados, manifiesto que estoy muy complacida. Finalmente se advierte una tenue luz al final del túnel. Algo empieza a moverse desde el interior del capitalismo. No obstante, existe el temor, he ahí mi preocupación, de quedarse como un movimiento de intrascendente gravitación.
Es imperativo que los indignados tengan conexión con la historia de luchas. Es importante tener memoria histórica para estructurar una teoría revolucionaria que nos conduzca a una práctica revolucionaria.
Hay que hacer hincapié en que el capitalismo globalizado ha atomizado los mecanismos tradicionales de agrupación social.
Si hay que rescatar algo determinante de este movimiento es que se ha identificado claramente al enemigo: la concentración y la centralización del capital y el creciente aumento de la injusticia y la inequidad de clase.
La carencia de liderazgo y la falta de visión política son debilidades flagrantes del movimiento de los indignados, si bien existe fortaleza en cuanto a protesta y resistencia, hay impotencia en cuanto a la organización de una alternativa política frente a la crisis del imperio. Estas serían las razones por las que los indignados pueden ser fácilmente absorbidos por el capitalismo.
Si se analiza, esta indignación tiene las características, de la protesta de los pueblos tras siglos de humillaciones ocasionadas por las clases dominantes. De hecho ya es denigrante la existencia de ésta última.
El movimiento Ocupemos Wall Street, el 17 de septiembre del pasado año, justamente el Día de la Constitución de EEUU, instaló sus carpas en el Parque Zuccotti de Manhattan, en el corazón del centro financiero de Nueva York, protestaron contra la mezquindad y la avaricia de las corporaciones y contra la impúdica concentración de la riqueza por parte del 1 por ciento de la población.
Similar a lo que ocurrió en los años 60 y 70, cuando los jóvenes se levantaron contra la guerra de Vietnam y la discriminación racial, con sus pelos largos, prendas hippies, guitarras, símbolos de paz, ahora se replica nuevamente con ese 99 por ciento que dicen representar, hoy están en contra de la concentración de las riquezas y el poder en Wall Street la inequidad del capitalismo salvaje, desempleo creciente, y la carencia de programas sociales.
Similar a lo que ocurrió en los años 60 y 70, cuando los jóvenes se levantaron contra la guerra de Vietnam y la discriminación racial, con sus pelos largos, prendas hippies, guitarras, símbolos de paz, ahora se replica nuevamente con ese 99 por ciento que dicen representar, hoy están en contra de la concentración de las riquezas y el poder en Wall Street la inequidad del capitalismo salvaje, desempleo creciente, y la carencia de programas sociales.
Al mes de la toma de Wall Street, los indignados tuvieron eco en mil ciudades de 83 países del planeta. Es indignante, pero desde que Ronald Reagan incorporó en los ochenta el concepto de que a los multimillonarios se les debe otorgar ventajas económicas para generar empleos, la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos ha ido creciendo.
Las invasiones y las alargadas guerras que desató los EEUU, tuvo ahora su gran impacto, la gente advertía cómo el gobierno disponía de miles de millones de dólares para rescatar a los bancos, mientras el dinero se desaprecia de los bolsillos de los más pobres.
La razón es sencilla, los que gobiernan y tienen más recursos tienen que atender las demandas de los que no tienen. De esa manera no habrá indignos ni indignados.
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