miércoles, marzo 02, 2011

La música es el mensaje

MICHEL HERNÁNDEZ

Foto: Yander ZamoraLa banda Moncada debutó en la Casa del ALBA durante el espacio Canto de Todos liderado por el trovador Vicente Feliú. En el concierto, el guitarrista de la legendaria agrupación, Miguel Comas, salió al escenario enfundado en un pulóver con la frase Music is my weapon (La música es mi arma) que resumió perfectamente el simbolismo de esta presentación en la que los presupuestos musicales estuvieron tan claros como los ideológicos.

No es casual que la historia de Moncada esté íntimamente ligada a la Universidad de La Habana. Y es que la banda, comandada por Jorge Gómez, dio testimonio desde su propia mirada de una época y de una generación al recoger en canciones el espíritu que reinaba por los años 70 en el recinto universitario. Canciones que se hicieron grandes sobre todo durante sus históricos conciertos en la Escalinata. Así, pues, llegaron temas como Hoy es siempre todavía, Arriba las manos, o Corazón, corazón. Con casi cuatro décadas sobre las espaldas, la banda mostró que ha incorporado distintas células rítmicas que dan cuenta de su evolución sonora, pero sin echar a un lado el sello que identificó magistralmente su impacto en la música cubana.

Hicieron espacio también para desandar, como si fueran propios, los caminos de autores cubanos y latinoamericanos que ocupan un sitio de honor en su repertorio. De tal modo, que alcanzaron una de las cumbres del espectáculo cuando interpretaron los temas Tania, (dedicado a Tania, la guerrillera), del argentino Alberto Caleris, y el clásico Hasta Siempre, Comandante de Carlos Puebla.

Los trovadores Mauricio Figueiral y Alejandro González tuvieron a su cargo la otra parte del concierto. Con Mauricio se comprobó además aquella máxima de que "mundo hace mundo". Ciertamente, su labor creativa en tierras venezolanas le permitió, entre otras cosas, darle mayor lustre a su proyección escénica y desarrollar su instinto musical, una cualidad que se palpa en su obra tanto a nivel melódico como en el orden textual.

Alejandro González tiene un modo muy personal de relatar la vida cotidiana. Su repertorio exhibe una envoltura poética de envergadura que deja traslucir un mundo espiritual muy vasto y da dimensión a los deseos más íntimos y a las grandes pasiones. De sus canciones más conocidas interpretó, entre otras, Sophia, un texto que lo ha dado a conocer en mayor grado en la escena cubana. Aunque, a decir verdad, su poca difusión ha jugado en contra de que el grueso del público lo identifique más allá de las fronteras de los círculos troveros. Algo que se debería enmendar para fortuna de todos los que entienden la canción de autor desde la belleza, la libertad artística y la calidad, por supuesto.

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