viernes 25 de febrero de 2011
Pedro Rioseco (PL)
Su lista de crímenes durante 26 años resulta tan larga como los testimonios de unos 30 mil demandantes, y aún cuando la justicia condenó finalmente a la petrolera Chevron, el proceso de 17 años continúa en la Amazonía ecuatoriana.
Nicolás Zambrano, juez de la Corte de Nueva Loja, provincia Sucumbíos, reconoció el 14 de febrero que la transnacional norteamericana Chevron, adquirente de las acciones de Texaco en 2001, es culpable de la contaminación que dejó en la Amazonía ecuatoriana entre 1964 y 1990.
El Juez dictaminó que la petrolera debe pagar ocho mil 646 millones de dólares por los daños causados y adicionalmente el 10 por ciento que impone la Ley de Gestión Ambiental, lo cual eleva la multa a nueve mil 150 millones de dólares.
La sentencia señala que Chevron-Texaco "debe pedir disculpas públicas" a las víctimas de la Amazonía ecuatoriana por el crimen cometido, y si se niega a hacerlo deberá pagar el doble del monto económico establecido, es decir, más de 18 mil millones de dólares.
Esta es una oportunidad para la empresa de reconocer su culpa; de no hacerlo, demostraría que lo hizo intencionalmente, precisa el fallo.
Sin embargo, el Frente de Afectados por Texaco apeló la sentencia alegando que es insuficiente para resarcir el daño sufrido en la economía de los campesinos, el desplazamiento de los territorios ancestrales de las comunidades indígenas y los daños a las personas.
Texaco explotó durante 26 años una concesión de alrededor de un millón de hectáreas de la Amazonía ecuatoriana, y ocasionó un desastre ecológico considerado por expertos 10 veces superior al derrame en el Golfo de México.
La ley de contaminación que cumple Texaco en Estados Unidos es de 100 partes en metro cúbico por millón de TPHÂ�s (grupo de tóxicos que pueden causar enfermedades y muerte), mientras en Ecuador la petrolera insiste ante la corte de Lago Agrio, Sucumbíos, en una norma discriminatoria.
Chevron-Texaco pretende considerar para Ecuador una norma de 10 mil partes por metro cúbico para TPHÂ�s, es decir, 100 veces más peligrosa para la salud humana que lo aceptado por ley en su propio país, menospreciando con ello la vida de los ecuatorianos.
Según cifras oficiales, la tasa de leucemia en la zona donde operó Texaco es tres veces más alta en niños de cero a cuatro años que en cualquier otra zona del país.
La tasa de cáncer es 150 por ciento más alta, la tasa de abortos espontáneos 2.5 veces más alta, y se presentan en ese amplio territorio de explotación petrolera altas tasas de morbilidad, problemas respiratorios, digestivos y afecciones de la piel.
Las causas son evidentes. Se estima que Texaco "ahorró" 4.5 mil millones de dólares de la época, al descargar tóxicos en lagunas superficiales en vez de inyectarlos a las profundidades de los pozos, como está establecido en su país.
Ello se refleja en que el 98 por ciento de las muestras del agua que toman las comunidades indígenas de ese sector amazónico muestran niveles de contaminación y toxicidad que sobrepasan el límite aceptable para la salud humana.
La biodiversidad, principal riqueza natural de la Amazonía, por lo cual es considerada uno de los pulmones del planeta, resultó seriamente afectada también por Texaco al contaminar los principales cuerpos hídricos de la región nororiental de Ecuador que cruzan por ella.
Texaco operó durante 26 años 356 pozos de petróleo en esa amplia zona, y junto a cada uno de ellos construyó fosas que utilizaba como "piscinas" sin revestimiento, al aire libre, para depositar los desechos tóxicos, todo lo cual pasaba al subsuelo amazónico.
También explotó 22 estaciones de producción donde el petróleo crudo y el agua de producción fueron vertidas directamente en arroyos, ríos y pantanos cercanos sin ningún tratamiento previo.
Todo ello motivó la disminución de la caza, la pesca, las áreas de cultivo y la consiguiente emigración de las poblaciones autóctonas que dependían de ellas para vivir, las cuales comenzaron a morir de causas hasta entonces desconocidas para ellos.
Para determinar el monto total que tiene que pagar la Chevron-Texaco, según el alegato de los demandantes indígenas, el juez no tomó en cuenta el informe pericial, acompañado de pruebas, que estimaba en 26 mil millones de dólares el costo de los daños.
"Entre las ricas presas entregadas entonces al apetito de los yanquis figuró en 1964 la concesión Texaco-Gulf en la región oriental. Una superficie más grande que las provincias de Pichincha y Guayas, por una bagatela de medio siglo y a precio de gallina enferma", alegan.
Por su parte, Chevron presentó una petición de "aclaración y ampliación de varios puntos en la Corte Provincial de Sucumbíos", lo cual "tiene el mismo efecto que una apelación en términos de suspender cualquier ejecución de la sentencia".
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, afirmó que su gobierno no tuvo nada que ver en el fallo judicial contra la petrolera Chevron por contaminación, que demoró 17 años, y ahora un país soberano ha dictado sentencia.
El mandatario instó a la petrolera a demostrar que en el proceso ha existido fraude, y aseguró que la estrategia de la transnacional estadounidense ha sido deslegitimar el proceso y "acusar al gobierno ecuatoriano de que se estaba metiendo en este juicio entre terceros".
"El juez ha hecho justicia y ha visto la realidad. Sabemos que esto es sólo una parte de nuestra lucha y seguiremos hasta que se haga justicia y se remedie el daño", señaló Humberto Piaguaje, dirigente de los secoyas, una de las nacionalidades afectadas.
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