“Lo alternativo”: Tradición y concepción propias.
La tradición de comunicación alternativa, en realidad, ha tenido distintas vertientes: una, tenía más que ver con lo alternativo de los contenidos, es decir, lo alternativo lo era porque decía cosas que los medios hegemónicos no decían. Eso fue como una primera mirada posible. Hay una segunda mirada que es lo alternativo por estar en manos de los que no solían tener medios: las grandes multinacionales poseen los grandes medios de comunicación, y las comunidades tienen otros medios que en ese sentido serían alternativos. Una tercera cuestión ha tenido más que ver con la manera en que esos medios se producen: no es solo si son de una comunidad o de una empresa, si dicen otras cosas o no; sino que las personas que conforman la audiencia de ese medio puedan participar en la elaboración del producto o participar en las decisiones sobre la programación de un canal, de una radio.
Estas tres maneras de concebir lo alternativo unas veces se combinan y otras no. La palabra se ha prestado para los tres usos, aunque en Latinoamérica ha sido bien discutido un punto: algunos dicen que no solo se debe tener uno de estos requisitos para considerarse alternativo, sino todos. Me parece que es una buena manera de plantearnos este asunto; pero está bien mirar las tres dimensiones. Francamente, la terminología de “alternativo” no me entusiasma porque me parece que no está muy clara. Me gusta más plantear “medios comunitarios” porque recupera más la idea de participación y hace mucho más énfasis en esa idea aunque recupere los otros dos elementos.
¿Cómo se insertan las experiencias digitales en el debate académico entre “lo local” vs. “lo global”?
Hay gente que entiende que es inadecuado el término que uso, pues “comunitario” alude para muchos a una región local. No lo veo así: lo comunitario también puede ser un medio de alcance nacional y global, pues entiendo lo comunitario de otro modo… ¡admito que es confuso también! Más que armarnos líos de si le llamamos así o no, es estar claros de lo que estamos diciendo. Lo alternativo sigue siendo valioso, aunque difícil de hacer; pero es un horizonte al que vale la pena apuntar. Me interesa más eso que ponerle el sellito de “alternativo” o de “comunitario” a un medio o a una experiencia de comunicación.
¿Cuánto cree que se acercan o distancian los niveles de comprensión del fenómeno entre los gestores de las distintas experiencias alternativas de comunicación: intelectuales, movimientos sociales, academia…?
Seguramente no tienen el mismo nivel de comprensión. Tiene que ver con estas visiones distintas, pues unos están más preocupados por un factor y otros por otro. Hubo una época en América Latina en que la reflexión en torno a esto estuvo centrada en los dos primeros elementos, y el último entró mucho más tarde. Incluso, ni siquiera importaba mucho de quiénes fueran estos medios, sino que dijeran otras cosas. Eso tenía muy buena lógica en ciertos momentos en que lo que estaba en disputa eran procesos revolucionarios con ciertas características. Ahora esa pelea vuelve, sigue surgiendo y aparecen concepciones alternativas de otra manera. Por ejemplo: Telesur es un canal alternativo para algunos porque los contenidos son distintos a los de CNN…, y ya. Y está bien. Pero si uno lo somete a los otros dos filtros, son otros los dueños; pero es también una gran empresa, estatal, de varios estados… sería entonces alternativo en la propiedad. Todo tiene que ver con momentos históricos que explican por qué el término fue variando su sentido y sigue variando para cada quien. Aún sigue habiendo gente que lo llama de un modo y otros de otro.
En la comprensión del fenómeno, ¿cuánto cree que esté incidiendo el contexto histórico y cuánto la experiencia individual, la formación de cada miembro gestor?
Seguramente, hay que ver qué experiencias trae cada uno. Pero incluso puede que siendo académicos no hayan seguido el debate y dentro de los movimientos sociales lo mismo, tal vez unos tengan experiencias y otros no. Depende si han visto lo alternativo como cambio de contenido; pero nunca han presenciado una experiencia participativa… quizá la referencia que hagan vaya por ahí. Para unos, lo que sepan o no va a estar dado más por las experiencias; para otros, por la participación en debates, por ejemplo. Es interesante recoger los puntos de vista de todos ellos, es muy valioso.
Se discute mucho sobre el rol de las nuevas tecnologías como generadoras de actores antes impensados en los medios de comunicación. ¿Cómo lo ve usted?
Potencialmente, son una herramienta muy favorable a este fenómeno, aunque muchas veces no se exploten del todo. La explosión de sitios alternativos es una posibilidad que aumentó mucho con las TIC: antes, imaginarse una radio era una cosa; hoy, imaginarla es fácil e imaginar Internet es más fácil todavía. Se conectan las viejas tecnologías con las nuevas. Hoy montas una radio muy simple y la operas desde una computadora. Todo esto cambió mucho las posibilidades de hacer. Y si además directamente vamos a Internet, poner una información ahí es muy fácil; no quiere decir que la gente lo va a leer, pero la potencialidad está. Tenemos las herramientas que no teníamos el siglo pasado, que nos dan no la seguridad pero sí la posibilidad de convertirnos mucho más en productores y no solo en consumidores de los medios de comunicación. Que lo aprovechemos o no, no depende solo de la tecnología; pero técnicamente es más viable.
¿Cómo aprovecharlas para lograr “lo alternativo” desde esos tres niveles: otros contenidos, horizontalidad, nueva propiedad…?
Los procesos de formación pueden ser muy útiles. Los más jóvenes, sobre todo, aprenden muy rápido, tal vez los mas viejos necesiten una alfabetización tecnológica; pero con saber manejarla no vamos a cambiar mucho. Hay que potenciar sus usos creativos, mostrar los buenos ejemplos, mostrar cómo se pueden hacer esas cosas, estimular a crear mucho más que a recibir. Se enseña mucho Internet para “bajar”, pero no tanto para “subir”, para producir cosas. Y aquí viene bien formar capacidades, competencias comunicativas para desarrollar capacidad de empatía con el otro, comprensión conceptual y las herramientas creativas, de narrar bien, de contar historias. Eso le sirve a un comunicador profesional, pero también a cualquier integrante de un movimiento social. Hay mucho alternativismo de mala calidad: “si es alternativo no importa que sea feo”… no, si es feo nadie lo va a leer. Y que “lo alternativo tiene que ser chiquito y que lo conozca poca gente”… no, eso más que alternativo es underground, que puede ser muy legítima. Ahí es importante el trabajo que muchos están haciendo de compartir productos entre los diferentes medios alternativos, a través de listas. Algunas cosas de lo local pueden interesar más allá. Hay una crítica que hay que hacer en ese sentido. También algunos alternativos son súper panfletarios en sus contenidos y resulta aburrido, al menos a mí. Lo panfletario tiene un público, pero un público muy limitado. Hay que rechazar el artesanalismo de la peor calidad. Esa tradición hay que cuestionarla. Hay que aprovechar la tradición, pero ponerle creatividad.
¿Cuál estima que sea el encargo social de una alternatividad comunicativa?
Básicamente dos cosas que se relacionan con el eje de la participación: darles la posibilidad a los que en general no tienen espacios en los medios tradicionales y a partir de ahí generar agendas y formas nuevas de narrar y de contar. Hay que cambiar contenidos y también formas. Los medios alternativos tienen también que tener esa alternatividad: maneras más creativas, lúdicas, no reproducir los mismos rígidos formatos, el mismo artículo aburrido, el mismo editorial… el estilo importa mucho, poner chispa, humor, ingenio, arte, hacer que dé placer leerlo o escucharlo. Es una apuesta muy importante. Y hacerlo dando la oportunidad a la gente de participar en la producción o al menos que digan lo que quieren ver, leer o escuchar. Lograrlo no es fácil: hay que diseñar procedimientos y metodologías; pero es importante.
La comunicación que se hace y se estudia hoy en América Latina, ¿la percibe enfocada en ese sentido?
Hay una tradición que se mantiene desde los alternativistas; pero también desde otros campos comunitarios, es decir, los ámbitos que acogieron esta idea y le dieron distintos apellidos: comunicación alternativa, participativa, comunitaria, para el cambio social, en fin… No obstante, sigue siendo minoritaria en la formación de comunicadores, en parte porque la tradición antigua del periodismo sigue peleando, y las empresas y el mercado seducen mucho. Hay que fortalecer esta línea con herramientas construidas durante mucho tiempo y que hoy se pueden sistematizar con nuevos aportes, con las visiones de quienes están verdaderamente detrás de esas experiencias. Esta tradición es bien joven y aún puede dar mucho, pero necesita revisarse.
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