El cantautor ofrece una velada colmada de poesía musical
MONTERREY, D.F.- Encorvado, de paso lento y manos temblorosas se posó frente ellos, les pidió que se desnudaran, fuera “el vestido, las flores y las trampas”, replicó. Desnudos corrieron a los brazos de Luis Eduardo Aute para ser un cuerpo enamorado.
El cantautor de 66 años vertió su poesía en tierras nuevoleonesas, antes de iniciar advirtió que el idilio sería exhaustivo. Los amantes del latido de Aute aceptaron el trato.
La noche se humedeció cuando su voz acarició la escucha del público con el tema “Invisible”.
Su voz con aire seductor se entregaba poco a poco a los amantes que se encontraban en el público. Ellos apenas y respiraban para no interrumpir la entrega sublime que recién se gestaba. Un sorbo al tinto y con los labios violáceos Aute entonó “Me Va la Vida en Ello”.
Recordó que hacía tiempo no sentía las tierras del norte tan cerca “como no quiero que pase tanto tiempo antes de otro concierto, voy a intentar hacer un concierto maravilloso para que pueda volverlo a ver”, dijo mientras uno de sus tres músicos le entregaba una guitarra, con ella interpretó canciones que poco a poco rompieron el tono confesional y dieron paso los a coros espontáneos; “De la Luz a la Sombra”, “Hafa Café”, “Cine, Cine”, “Prefiero Amar”, “Mojándolo Todo”, “Alevosía”, “Slowly”, “Una de Dos” y “Siento que te Estoy Perdiendo”.
La caricias musicales no cesaban, una tras de otra, hasta que una pausa trajo al escenario la infidelidad y los amores que no son posibles. Con maridos engañados y corazones rotos, Aute pidió dejar a un lado todo y bailar muy cerca y lentamente, “que reviente el planeta en confeti” dijo con tal de hacer la noche eterna.
El cabello largo y revuelto de Luis Eduardo se sacudía como aquel los años setentas, donde la canción contestataria era casi un pecado y él la entonaba en homenaje a los condenados a muerte en la dictadura de Francisco Franco.
Parecía regresar en el tiempo y pese a su frente extendida, su rostro cubierto de surcos y cabello cano mostró que su corazón rebelde sigue latiendo.
Aute, ese ‘chaval’ que pintaba pechos desnudos, filmaba cuerpos amándose y componía sus canciones momentos antes de subir al escenario; volvió en el tiempo al día 13 de marzo de 2010 y dijo, “Este es un estreno internacional, voy a presentarles una canción que acabo de terminar hace unos minutos”.
No hubo ruido, el público convertido en jóvenes de cabello largo y chicas en minifalda, aguardó.
“Voy buscando un amor que quiera comprender la alegría y el dolor” cantó Luis Eduardo Aute y el público se levantó a corear esa canción titulada “Rosas en el Mar”, escrita en el año 1965.
Meciéndose tras el micrófono, en compañía de su guitarrista, un pianista y a su lado una mujer que acompañaba con voz, percusión y acordes. Cantó “Sin tu Latido” provocó que los asistentes sacaran sus celulares y captaran sus versos en video.
“Las 4 y 10”, “Dentro” y “La Belleza” se hicieron popurrí en lo que fue la antesala de una despedida.
Aute se fue “Al Alba” cuando ya no había música, todo estaba mojado, se habían escurrido tres horas y sólo su voz aterciopelada fungió como la única fuente que llenó los espacios en el Teatro de la Ciudad. Se fue “Al Alba” con los aplausos de pie.
MONTERREY, D.F.- Encorvado, de paso lento y manos temblorosas se posó frente ellos, les pidió que se desnudaran, fuera “el vestido, las flores y las trampas”, replicó. Desnudos corrieron a los brazos de Luis Eduardo Aute para ser un cuerpo enamorado.
El cantautor de 66 años vertió su poesía en tierras nuevoleonesas, antes de iniciar advirtió que el idilio sería exhaustivo. Los amantes del latido de Aute aceptaron el trato.
La noche se humedeció cuando su voz acarició la escucha del público con el tema “Invisible”.
Su voz con aire seductor se entregaba poco a poco a los amantes que se encontraban en el público. Ellos apenas y respiraban para no interrumpir la entrega sublime que recién se gestaba. Un sorbo al tinto y con los labios violáceos Aute entonó “Me Va la Vida en Ello”.
Recordó que hacía tiempo no sentía las tierras del norte tan cerca “como no quiero que pase tanto tiempo antes de otro concierto, voy a intentar hacer un concierto maravilloso para que pueda volverlo a ver”, dijo mientras uno de sus tres músicos le entregaba una guitarra, con ella interpretó canciones que poco a poco rompieron el tono confesional y dieron paso los a coros espontáneos; “De la Luz a la Sombra”, “Hafa Café”, “Cine, Cine”, “Prefiero Amar”, “Mojándolo Todo”, “Alevosía”, “Slowly”, “Una de Dos” y “Siento que te Estoy Perdiendo”.
La caricias musicales no cesaban, una tras de otra, hasta que una pausa trajo al escenario la infidelidad y los amores que no son posibles. Con maridos engañados y corazones rotos, Aute pidió dejar a un lado todo y bailar muy cerca y lentamente, “que reviente el planeta en confeti” dijo con tal de hacer la noche eterna.
El cabello largo y revuelto de Luis Eduardo se sacudía como aquel los años setentas, donde la canción contestataria era casi un pecado y él la entonaba en homenaje a los condenados a muerte en la dictadura de Francisco Franco.
Parecía regresar en el tiempo y pese a su frente extendida, su rostro cubierto de surcos y cabello cano mostró que su corazón rebelde sigue latiendo.
Aute, ese ‘chaval’ que pintaba pechos desnudos, filmaba cuerpos amándose y componía sus canciones momentos antes de subir al escenario; volvió en el tiempo al día 13 de marzo de 2010 y dijo, “Este es un estreno internacional, voy a presentarles una canción que acabo de terminar hace unos minutos”.
No hubo ruido, el público convertido en jóvenes de cabello largo y chicas en minifalda, aguardó.
“Voy buscando un amor que quiera comprender la alegría y el dolor” cantó Luis Eduardo Aute y el público se levantó a corear esa canción titulada “Rosas en el Mar”, escrita en el año 1965.
Meciéndose tras el micrófono, en compañía de su guitarrista, un pianista y a su lado una mujer que acompañaba con voz, percusión y acordes. Cantó “Sin tu Latido” provocó que los asistentes sacaran sus celulares y captaran sus versos en video.
“Las 4 y 10”, “Dentro” y “La Belleza” se hicieron popurrí en lo que fue la antesala de una despedida.
Aute se fue “Al Alba” cuando ya no había música, todo estaba mojado, se habían escurrido tres horas y sólo su voz aterciopelada fungió como la única fuente que llenó los espacios en el Teatro de la Ciudad. Se fue “Al Alba” con los aplausos de pie.
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