En su disco Radio AM, el músico que renovó el folklore y electrificó chacareras recupera viejas joyas
Por Gabriel Plaza
De la Redacción de LA NACION
El Suncho es una planicie de monte silvestre y horizonte abierto, apenas recortado por una ruta que une los límites entre Catamarca y Santiago del Estero. El paraje no cambió prácticamente nada desde que la familia de Raly Barrionuevo salió a buscar su destino y se trasladó desde ese pequeño puesto del departamento de La Paz hasta el pueblo de Esquiú y siguió posteriormente su peregrinar hasta Frías, al otro lado de la frontera provincial.
"Frías es un pueblo santiagueño en el que se han asentado muchas familias catamarqueñas, una de las cuales fue la nuestra -cuenta como un biógrafo
el cantante?. Mi familia proviene de dos puestos catamarqueños apenas separados por la ruta. Los Barrionuevo López, por parte de mi padre, estaban de un lado de la ruta, y la familia Toledo Oyola, por parte de mi madre, del otro. Mi madre era docente y vivía en Frías y mi viejo era un bohemio que estaba en Esquiú y andaba de guitarreada con sus primos y una barra de amigos. En esas idas y venidas se ve que se han conocido".
Sus orígenes pasan en perspectiva como fotografías recuperadas de un antiguo álbum familiar. A pesar de su juventud y con cinco discos solistas en su haber, Raly Barrionuevo, el heredero de Jacinto Piedra, el folklorista que grabó con Drexler y tocó con Las Pelotas, el intérprete capaz de electrificar las chacareras de campo y el autor que renovó a mediados de los noventa la escena folklórica, decidió vestirse de criollo, como su padre, para cantar aquellas joyas olvidadas de los sesenta en su nueva producción, Radio AM.
Una mirada hacia atrás
"Soy un chango grande; entonces, por ahí, necesito mirar para atrás cómo fue mi historia, antes de arrancar con otra cosa nueva. Con Gurevich ya estamos metidos en un proyecto de canciones propias, pero todavía quiero disfrutar de este proyecto con las canciones que cantaba mi padre", dice antes de su presentación, el 6 de noviembre en La Trastienda.
Como un tributo a la historia de la bohemia musical de su pago, Raly Barrionuevo se sumergió en un viaje emocional hacia los orígenes y la identidad de otra geografía sonora entre tanta chacarera. "Una vez en una de esas juntadas que se hacen con comida y música en Frías, donde se mezcla gente grande con changos jóvenes, un señor dijo: «¿Cómo puede ser que Raly, que es hijo de los referentes de la bohemia friense, no cante esos valses tan hermosos que se hacían antes?». Yo me quedé pensando, y tenía razón. Los valses criollos y las zambas se tocaban mucho en ese tiempo, pero después Frías se santiagueñizó más. Hubo buenas razones: la movida que generó Jacinto Piedra y todo lo que provocó MPA en los 80 nos voló la cabeza a los pibes de la escuela secundaria y todos agarramos ese rumbo. Los viejos se fueron muriendo y se llevaron ese repertorio hermoso. En ese contexto nació este disco, como una forma de recuperar mi historia y la música de mi pueblo."
Zambas, tonadas y valses criollos incluidos en este proyecto discográfico, como "Pedacito de cielo", "Zamba de usted", "Carta a un cuyano", "La pulpera de Santa Lucía", "Feliz cumpleaños, mamá", "Temblando" o "Flor de lino", entre otras, se revelan como el daguerrotipo de un ambiente musical de los sesenta y la marca de una estética que lo terminó moldeando como un cantor santiagueño distinto y original. "Por un lado, Frías pertenece a Santiago del Estero, pero no es un lugar de las chacareras. Parte de la bohemia friense de los setenta cantaba principalmente valses criollos, zambas y algunas chacareras, como parte del paisaje. Es importante para mí contarlo, para que se entienda el porqué de este proyecto y por qué a los 36 años grabé un disco de valses criollos y zambas viejas. La bohemia de Frías formaba parte de un círculo que abarcaba parte de Catamarca y ésta era la música que se escuchaba y tocaba por entonces."
El hijo del Niño
El álbum es una evocación de nombres propios ?Paco Garay, Huevo Perdiguero, Raúl Juárez, Negro y Niño Barrionuevo (su padre)? que formaban esa bohemia regional, y otros que surgían como voces familiares por los parlantes de una vieja radio AM. "Durante nuestros veranos en San Lorenzo, nos la pasábamos escuchando la radio y nos aprendíamos las canciones que nos cantaban Nelly Omar, Antonio Tormo y Carlos Gardel", cuenta el artista santiagueño.
La grabación de este disco le trajo y le trae otros recuerdos. Raly, "un chango grande", de 36 años, vuelve a ser un niño por un momento. "Mis padres se separaron cuando mi hermano Daniel y yo éramos chicos. Mi mamá siguió trabajando y nos crió a los dos. A la vez, la música y la guitarra han sido protagonistas en la casa. Circulaban los discos de pasta y había un gran gusto por la música cuyana. Tenía un tío llamado Raúl Toledo, que fue integrante de Los Trovadores de Cuyo, y otro tío, Angel Herrera, que era un violero muy cuyano y los dos sabían venir. En esa época, había como un corredor cultural muy ligado a Cuyo y a ese sonido de los valses criollos. Yo me crié en ese contexto."
?Eso te dio un color diferente como artista folklórico...
?Sí, porque yo no me siento el típico cantor santiagueño o no me considero así. Creo que esta cercanía con Catamarca y esa conexión con Cuyo, sin darme cuenta, me ha influido en la forma de cantar. Uno es su historia. Por eso, llegó un punto de mi vida en que sentí la necesidad de poner un pie en casa.
Otros discos criollos
Las líneas de tu mano. El grupo Bardos Cadeneros ofrece tonadas, tangos y valsecitos con estampa criolla.
Salto mortal. Dolores Solá recupera las canciones que cantaban Magaldi, Corsini y Gardel.
Patio de tango. Un disco incunable con Lidia Borda, Brian Chambouleyron y Esteban Morgado. Uno de los primeros discos de los noventa que trabaja con clásicos criollos.
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