La actual civilización está cometiendo un crimen contra la infancia lo que exige una respuesta estratégica que defienda una familia solidaria y una educación solidaria, y eso no es posible quedándonos tranquilamente en nuestra casita
Si algo pone en evidencia el desorden moral actual es la guerra declarada a la infancia. Cada 16 de abril denunciamos que hoy son aniquilados en vida más de 400 millones de niños esclavos. Niños que trabajan para empresas transnacionales directa o indirectamente produciendo como en la Europa del siglo XVIII y XIX. Niños que trabajan en el servicio doméstico como criados, siendo pegados o violados. Niños prostituidos o sometidos a la pornografía. 50.000 españoles cada año hacen turismo sexual a países del tercer mundo, mayoritariamente con menores. Cientos de miles de niños secuestrados para combatir en guerras de las que se benefician fundamentalmente las sociedades enriquecidas como la española; niños soldados obligados a cometer atrocidades incluso contra sus seres más queridos para convertirlos en bestias. Niños inmigrantes que han dejado su familia y su tierra huyendo del hambre; muchos muriendo por el camino. Niños secuestrados y asesinados para el lucrativo tráfico de órganos. 60 millones de niños abortados, mayoritariamente empobrecidos, que hay que eliminar para que no desestabilicen el actual sistema de consumo-explotación.
También hay muchos miles de niños, que tienen de todo menos una educación humana. Niños que se han criado solos, con la compañía de un móvil, un videojuego, Internet y una llave en el pecho. Niños que fracasan en el colegio porque no le encuentran sentido. Niños con depresión, ansiedad, fobias y sobre todo violencia y resentimiento.
La actual civilización está cometiendo un crimen contra la infancia lo que exige una respuesta estratégica que defienda una familia solidaria y una educación solidaria, y eso no es posible quedándonos tranquilamente en nuestra casita; ello exige un esfuerzo político firme y perseverante asociado de padres, madres, educadores, jóvenes y niños frente a la actual clase política, esencialmente corrompida.
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