domingo, julio 27, 2008

Discurso del presidente de la República, Rafael Correa


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Discurso del presidente de la República, Rafael Correa


Queridos ciudadanos, queridas ciudadanas:

Los ecuatorianos hemos procedido con una madurez política sin parangón en la historia republicana, al redactar en forma colectiva, en un canto plural, paso a paso, palabra por palabra, los artículos que contiene la Nueva Constitución de la República del Ecuador; acta de nacimiento de la Patria Nueva, altiva, soberana, solidaria y equitativa. Este, es un paso decisivo para lograr nuestra segunda y definitiva independencia.
El proceso de construcción de este sueño, de esta nación, para sentirmos representados, definidos, ha sido esencial y ampliamente democrático, participativo, incluyente; los anhelos de millones de ciudadanos y ciudadanas que confiaron, que apoyaron decididamente las propuestas electorales de los ejes de la Revolución Ciudadana tienen que respetarse; el primero, relativo a la revolución democrática, que contemplaba justamente la convocatoria a una Asamblea Constituyente para estructurar las herramientas legales para llevar adelante los cambios necesarios, para salir del neoliberalismo, que propició una larga y triste noche plagada de abusos, explotación, latrocinio y entrega obsecuente de nuestros recursos, de nuestra sobe ranía a los intereses apátridas que nos han saqueado, nos han esquilmado, sin contemplación alguna.

El soberano, el pueblo, el mandante, se pronunció abrumadoramente en el referéndum, con más del 80%, los tristes voceros de la oligarquía, siguieron manteniendo sin asomo de vergüenza, sin sangre en la cara, su oposición a todo lo que significara cambio.
Cuando se planificó "Ciudad Alfaro", algunos no creían que podía ser posible el proyecto. Como siempre, no confiaron en nuestras capacidades, en las capacidades de los ecuatorianos para emprender grandes retos; nosotros soñamos muy alto, apostamos a las capacidades y al talento de nuestros compatriotas; de hecho, nos jugamos entero por nuestro pueblo, confiamos totalmente en nuestra acción, en nuestra gente.
Los de siempre, no confiaron, como siempre, en las fuerzas del pueblo; nunca se imaginaron que la más grande movilización de la historia republicana del Ecuador estaba en marcha; el pueblo conciente, con urgencia contenida por siglos de opresión, encabezó la movilización democrática para el cambio pacífico, ordenado, planificadamente; cambio profundo en el que centenares de miles, de ciudadanos y de ciudadanas prepararon con ahínco las herramientas necesarias para el cambio verdadero, sustentable, que ya no tiene regreso. Se ha destruido el mito, el paradigma que sustentaba la inercia del viejo país en el que se hacía todo para que nada se pueda hacer.
Cuando el pueblo se pronunció en las urnas por las propuestas del Movimiento País, contundentes, claras y precisas, contenidas en los cinco ejes: Revolución Democrática, Revolución Social y Revolución Económica; Revolución para lograr la transparencia y la anticorrupción, Revolución para la integración Latinoamericana ¡Volvimos a triunfar! Abrumadoramente. Tuvimos un inmenso respaldo colectivo, que significó la presencia de 82 representantes.
Ganamos en 21 de las 22 provincias del país. Vencimos en Costa, Sierra, Amazonía, Galápagos y Migrantes. Por fin existe un proyecto verdaderamente nacional.

"Cada ladrón juzga según su condición", dice un adagio popular. Cuando se iniciaron los trabajos de estudio, de discusión, de redacción primaria de cada una de las partes de la Constitución, los sectores prepotentes y retardatarios, encaramados en sus intereses, quisieron vender la idea falsa, mentirosa y rastrera de que se había cocinado una constitución a espaldas de todos; que se traía el "paquete" redactado con anterioridad, por debajo de la mesa; pero, la verdad se fue imponiendo, este proceso ha sido público y notorio, abierto a todos, nunca se ha escondido nada; esto ha sido limpio, sin trampas.
Los asambleístas, las mesas de trabajo, las romerías democráticas, las movilizaciones permanentes, las comisiones sectoriales, los representantes de las comunidades, de los trabajadores, de los campesinos, trajeron a Montecristi todas sus propuestas, sus aportes, su contingente, su opinión y su cariño.
En el colmo del descaro, los que hoy quieren desprestigiar a la nueva constitución, dañar la imagen de la revolución ciudadana, pretender que no somos democráticos, son los mismos que hicieron la constitución del 98 en un fuerte militar y que jamás la presentaron a la aprobación del pueblo ecuatoriano. Realmente cuánta desfachatez existe en el país.

La acción colectiva democrática, solidaria, es indispensable para superar esas barbaridades que estableció la Asamblea de 1998, que fue redactada que instituyó el neoliberalismo en el dera arma de destrucción masiva, que destruyó tantas vidas, que permitió el atraco bancario más grande de la historia: más de ocho mil seiscientos millones de dólares; ironía salvaje, triste realidad que permitió bancos quebrados, economías desechas, miles y miles de perjudicados, miles y miles de migrantes, por la parte del pueblo; y, banqueros corruptos prófugos, pero prósperos, boyantes, con mansiones, aviones, yates, veleros, de parte de la partidocracia rastrera. Y, el viejo país guardando silencio putrefacto, los voceros de la mentira, enfermos de complicidad.

Todas estas barbaridades fueron establecidas constitucionalmente, amparadas por leyes y decretos, que avalaron con su puño y letra, con su firma y rúbrica, partidos y partidarios que ahora levantan sus banderas manchadas de indignidad para oponerse a los verdaderos intereses de las mayorías, del bien común. Estas satrapías, son obra de los sectores más retardatarios que, sin ingenuidad alguna, entre gallos y media noche, se levantaron con los santos y con las limosnas, con todo lo que pudieron.
Son obedientes de los designios de intereses apátridas, de las órdenes de sus amos, claramente identificados, para establecer la explotación y el abuso mediante la tercerización, el contrato por horas.
Tenemos que superar el absurdo simplismo de la competencia, del egoísmo convertido en la máxima virtud individual y social; hay que potenciar la acción colectiva planificada.

Trabajamos día a día para liberar a los ciudadanos y a las ciudadanas, a nuestro pueblo, a los seres humanos de esa entelequia llamada mercado. El mercado es una realidad económica insoslayable; pero, no es ni puede convertirse en el rector máximo de la vida de los seres humanos. El mercado es un buen siervo, pero un pésimo amo.
Ninguna emboscada ni complot; ningún subterfugio electoralista, y menos la compra de votos y conciencias, ha podido desmantelar y truncar la gran esperanza de ciudadanos y ciudadanas que decidieron, con sacrificio y altivez, transformar las estructuras caducas del país.
Cuando la mayoría del pueblo ecuatoriano nos eligió, apoyaron en las urnas un proyecto político claro, un proyecto de transformación, un proyecto encarnado en las más altas aspiraciones e intereses de la Nación.
Paradójicamente los principales peligros no han venido de una oposición que ni siquiera se cree a sí misma, sino de nuestras propias contradicciones, de esas agendas propias que se metieron por las trasteras, de un falso sentido de democracia que buscó los aplausos de los grupos que precisamente debíamos combatir, de Caballos de Troya que llevaban en su vientre aspiraciones y hasta frustraciones por las que no había votado el pueblo ecuatoriano.
Lo dije el 29 de Noviembre del 2007, en la inauguración de esta asamblea: El mayor peligro para nuestro proyecto de país es el izquierdismo y el ecologismo infantil. Temo que no me equivoqué, aunque tal vez me faltó añadir el indigenismo infantil.
Hemos madurado mucho políticamente en estos 8 meses. Hemos dejado de ser tan ingenuos y más allá del cariño hemos aprendido a conocer mejor a las personas. Felizmente la sensatez prevaleció, y la historia sabrá juzgarnos. Por lo demás, siempre se podrán encontrar buenos motivos para calmar conciencias y justificar deslealtades y traiciones.
Y, tanto el 15 de abril, cuando el pueblo escogió mayoritariamente el SÍ; como, el inolvidable 30 de septiembre pasado, cuando los ecuatorianos apoyamos abrumadoramente la propuesta de Revolución Constitucional, quedó claro el camino y el objetivo que nos debía guiar hacia el futuro.
El objetivo ha sido y será desarrollar en nuestro país una verdadera revolución constitucional, revolución encaminada a construir una auténtica democracia en el Ecuador.
La democracia requiere, para ser verdadera, de algunos atributos básicos, entre los cuales el más importante es la sujeción del poder al derecho.
Para que el Ecuador pueda superar definitivamente este remedo de democracia, o democracia usurpada por el omnímodo poder que gobernó, a espaldas de los intereses y anhelos populares, requerimos desarrollar normas e instituciones fuertes y respetadas, donde los ciudadanos nos veamos reflejados social y culturalmente.
Esta constitución, a diferencia de la del 98, ha sido trabajada bajo el amparo del espíritu libertario de Eloy Alfaro Delgado. Somos Bolivarianos, alfaristas, revolucionarios; herederos del más profundo espíritu libertario; por eso, estamos levantando como resultado del trabajo fecundo, del esfuerzo patriótico, esta nueva constitución de la república del Ecuador, que nos declara como un Estado constitucional, social y democrático de derechos y justicia, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico.
Nadie discute que pudo y que puede ser mejor, todo es perfectible; pero, nada es perfecto, lo perfecto es enemigo de lo bueno, es inhumano.
La calidad no tiene relación con la cantidad del tiempo de debate. No es que a mayor cantidad de discusiones el texto iba a ser mejor, no. La calidad tiene que ver con la claridad de objetivos, a favor de los intereses del bienestar común. Nadie desconoce que se han filtrado errores; pero, cada palabra, cada concepto, cada uno de sus artículos ha sido desarrollado, ha sido redactado como un canto plural, colectivo, democrático y participativo. Miles y miles de ciudadanos, en romería cívica, en manifestación fecunda, marcharon a Montecristi con sus proclamas, propuestas, oposiciones o respaldos; nunca se dio una movilización tan representativa, abierta y solidaria, en la historia del Ecuador.
Cada una de las partes de esta nueva constitución contiene miles de voces, de corazones, de sentimientos, de razones, de pensamientos, concebidos con el más profundo amor.
Con ternura en el uso del lenguaje, con espíritu solidario, con cariño; los gazapos, retruécanos o faltas ortográficas o de redacción, no oscurecen la esencia, los conceptos básicos; si los hay, esos errores, esas carencias involuntarias, apenas constituyen un poco de polvo sobre el diamante.
Aquí no están textos ocultos en donde anide la traición; aquí no hay celadas, ni trampas, ni escondrijos, como era costumbre inveterada del viejo país y sus representantes. No nos olvidemos que la Asamblea del 98, fatendiendo a los intereses de la banca y el capital, escondía en su vientre la más criminal de las acciones en contra del pueblo con la creación de la Agencia de Garantía de Depósitos, que propició el gran atraco, al asalto legal de los recursos de centenares de miles de compatriotas que confiaron en la banca y en los banqueros corruptos, insensibles, sin alma.
Por primera vez se reconoce en la práctica que somos un país inmenso, constituido también por los millones de ecuatorianos que tuvieron que irse al exterior, que viven, sufren y trabajan por dar de comer a sus familias; que tuvieron que irse, nosotros decimos que se fueron a volver, víctimas del robo, la estulticia, el atraco que se cometió en su contra con el feriado bancario. Por primera vez nuestros migrantes fueron considerados, participaron en todas y cada una de las fases del proceso, participaron directamente con sus representantes, luchando por sus reivindicaciones, por sus derechos ¡Acaso porque no están por ahora en territorio patrio, no son ecuatorianos!
¡Todos trabajamos activamente, nos pronunciamos en forma directa, democrática, participativa! ¡Todos formamos parte de esta Constitución!
Claro que siempre podrá perfeccionarse, este ha sido el cumplimiento de un mandato popular que ha respetado todas las reglas, incluyendo el plazo perentorio, que se vence hoy.
Nuestro saludo a todas y a todos los asambleístas que han participado decidida, tesoneramente, sin atender, a veces, a sus necesidades de descanso; laborando día y noche, madrugadas, fines de semana, en una labor que los engrandece.
Una particular felicitación al Presidente de la Asamblea, Fernando Cordero. Después de tanto tiempo perdido, después de tanto diletantismo, después de tanta supuesta democracia del bla bla, su labor fue inmensa, y logramos cumplir con el pueblo ecuatoriano.
Un saludo inmenso para reconocer el coraje, la valentía que representa mantener el norte, la claridad en los objetivos, de los compañeros que no claudicaron, jamás, sacrificando protagonismos personales.
Quienes vinieron a Montecristi con agenda propia, se equivocaron; quienes llegaron a boicotear, a taponar las discusiones, a poner zancadillas, también se equivocaron del medio a la mitad; no tuvieron, en la práctica representación alguna, no convencieron a nadie; de principio, nunca dijeron que estaban en contra de o a favor de; después quisieron tergiversarlo todo, pero ya no convencen a nadie. Basta recordar quienes votaron No, a favor de la constitución ayer.
Nosotros tenemos una férrea convicción religiosa, humanista, siempre estuvimos y estaremos a favor de la vida, somos los principales defensores de la vida.
La oposición nunca ha sido ciega, ellos estaban clarísimos; nunca vinieron a trabajar en la redacción de soluciones, de propuestas; siempre tuvieron claras sus metas y objetivos: torpedear el trabajo, boicotear cada uno de los avances. Cuando encontraron conveniencia, levantaron banderas y gritos, para alcanzar protagonismo, notoriedad; utilizaron cobardemente el nombre de Dios, de la vida, pero ya el pueblo les conoce.
Siempre han estado en contra de los sentidos intereses de las mayorías, ya la historia los juzgará, desde ya el pueblo les reconoce su lugar en el olvido.
Esta es una propuesta trabajada a maravilla, casi hecha a mano en todos sus detalles; es filigrana, redactada con infinito amor; que ahora está en las manos del soberano, del mandante, del pueblo, para que decida, en el próximo referéndum de septiembre.
No nos olvidemos que la Constitución del 98, nunca fue puesta a consideración del pueblo, nunca se llamó a consulta para que el pueblo se pronuncie.
Cuando de democracia hablamos, estamos diciendo que respetamos como los que más la decisión popular; esta decisión será tomada por millones de ecuatorianos, en el próximo septiembre. ¡Democracia real!
Debemos construir una muralla de dignidad, o, como se decía antes, una justicia humana que sea como un crisol, por límpida y verdadera.
El pueblo dará su palabra, y, en homenaje y tributo a su altísima conciencia, y en consecuencia con la voluntad mayoritaria, respetaremos la decisión de ese pueblo sabio y profundo, que lo que anhela, y lo ratifica en cada convocatoria, es una patria altiva, justa y soberana. Una Patria donde vivir sea posible, en donde sea posible la conquista de la felicidad, del bienestar común.
¡Todos hemos hecho la Constitución! ¡Somos positivos! ¡Todos somos responsables del futuro de la Patria!
En esta nueva constitución están presentes también los espíritus libres y rebeldes de quienes han construido con su ejemplo y su sacrificio, a través de la historia, nuestra identidad. Rumiñahui, Daquilema, Manuela León, Manuelita Sáenz, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre. Tránsito Amaguaña, también está, Rosita Campuzano, Lorenza Avemañay, Eloy Alfaro, Nela Martínez, Benjamín Carrión, miles y miles de ejemplos de dignidad y de coraje. Esta es una obra colectiva, es nuestra mejor producción, nuestro aporte para las nuevas y fecundas generaciones. Somos un pueblo de paz, buscamos la felicidad, el bienestar común, honramos la vida.

Por esta Patria tierra sagrada

Hasta la victoria siempre, compañero, compañeras
Sala de Prensa José Peralta
viernes, 25 de julio de 2008 a las 14:32

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