domingo, junio 22, 2008

La poesía del alfabeto (y IX

este texto me resultó difícil... quizá no era un día inteligente.. entonces pregunté en la tropa cómo lo interpretaban...entonces korge respondió lo siguiente:

No fumo nada, ni me meto ningún tipo de alucinógenos. Pero cada vez que me abren una ventana a la imaginación el espectro se me amplía.
Imaginé a este señor mirando la armonía de las letras del alfabeto, dibujadas en un poster en el muro de un aula. Y como es hipnotizado por sus formas. Siguiendo las lineas y las formas de estas se detiene en la "Y" que se asemeja a una horcaja de tirapiedras. Y esto lo detiene y lo violenta... luego logra despegarse y se mete en el balancín de la "Z".
Al tomar conciencia de esta fantasía, intenta justificar su volada. Y nada, quizas no.
korge

La poesía del alfabeto (y IX)
Alí Medina Machado



- A causa de disconformidades o de diferencias de caracteres, las formas literarias usadas por el escritor, a veces no se identifican plenamente con el lector. Es porque el ser de las construcciones literarias es múltiple y, por esta razón, en ocasiones, no surge la empatía o la debida consonancia entre lector y autor. De todas maneras, la literatura es ese divino arte que nos impulsa a percibir la escritura en sus estados más sensibles y puros. Esto lo decimos porque a lo largo del camino que llevamos recorrido por el alfabeto castellano, viendo las metáforas y las imágenes dictadas por la emoción creadora de un poeta que detuvo su aliento de grandeza para darle impulso también a las cosas sencillas que están contenidas en esos signos menores del idioma, todo ha sido belleza en concreto; formas sensibles y luces resplandecientes al momento de pintar las vidas de esos pequeños seres idiomáticos con los que se construye todo el código de la comunicación lingüística. Y así, ese orden de armonía concierta con lo que esperamos obtener y llega a satisfacernos. Pero, hay como un rompimiento en el pareado que describe literariamente a la letra Y (ye). Aquí la materia poética se nos torna como un arma de combate, lo que rompe con el signo pacificador del leguaje anterior. Y la emoción entonces se vierte a lo no agradable y altera la disposición básicamente afectiva de nuestro pensamiento. Singularmente, dentro del esquema planteado, estos dos versos son una excepción, lo que no quita de ninguna manera el ingenio al autor, que en ese caso se torna impetuoso cuando construye este torrente épico. Dice al efecto: "No te pongo una honda al cuello / por no tener que matar"

Por último, luego de habernos encontrado con ese hiato separador de la armonía o de la concatenación temática con que tratamos tan dulce y gratamente nuestras apetencias lectoras, llegamos al final del largo recorrido trazado para encontrarnos con la última letra de nuestro abecedario, la muy famosa y exquisita letra Z (zeta), tan hermosa para los hablantes peninsulares, pero a la vez tan difícil de adquirir fonéticamente para los hablantes americanos. Sin embargo, ella es sangre viviente en todos nosotros, y la amamos con el rostro del amor con que siempre hemos mirado ese conjunto de letras fundamentales, que por ser fundamentales sirven para todo. La Z (zeta), es una letra aristocrática que no siempre se pone al alcance de nosotros. Tiene una historia maravillosa en el fonetismo del idioma, y con ella muchos autores han tenido una trayectoria luminosa por la belleza que hay en su pronunciación. Pero no está en nosotros oralmente sino en la escritura. Y es así escrita como la identificamos en la cristalina poesía léxica del idioma. Y le cantamos por ser la última flor del abecé, siempre abierta y hermosa con esa figura eclipsante y vertiginosa que es suavidad y trino de la noche iluminada. Si, porque la Z (zeta) es el relámpago de la lengua, el trazo que tiene la dimensión del mar y el horizonte. La nube herida por el sigzagueo del cuchillo nocturno. La Z (zeta) es la letra atmosférica de la lengua, capaz de romper todo silencio cuando el cuchillo hace el trazo de candelas en la noche. Esto es justamente lo que vio el poeta del alfabeto para definirla como imagen: "Trazó el rayo pavoroso / su firma en la inmensidad".


Llegamos al final de este recorrido visualmente afectivo por las letras de nuestra lengua castellana, integradas todas en lo que se denomina abecedario, alfabeto o abecé. Tres nombres que las engloban en su contenido total. Hemos hecho un pequeño viaje literario por cada una de ellas, motivados por un viejo afiche escolar editado hace años por una disposición ministerial. Para cerrar este viaje no nos queda sino decir que tanto la visión gramatical como literaria del idioma, nos permiten meternos en sus territorios, en los que es posible abordar ambas entidades de la lengua, desde una perspectiva, si no infinita, al menos, muy variable. Es porque el lenguaje es denso y prolongado, y permite observarlo desde cualquier horizonte, pues pareciera no tener límites, por lo que todos en una u otra forma, podemos acceder a sus espacios y laberintos y caminar por ellos para hallarle sus producciones y sus significados.

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