Germinal
Año 2 No. 71
Alfonso Chase
Los textos que editamos ahora pertenecen, primera y segunda parte, al Diario de Ernesto Guevara escrito en su segundo viaje por tierras de nuestra América, en lo que toca al área centroamericana, y que durante muchos años han guardado sigilo sobre su etapa de formación más importante, y contacto con la realidad centroamericana en dos vertientes: la Revolución de 1948, en nuestro país y los sucesos que culminaron con la defenestración de Jacobo Árbenz, en 1954, vivida por Guevara como observador y protagonista, por sus vínculos con los revolucionarios de ese país, algunos de los cuales fueron sus amigos por largo tiempo, incluida su etapa en Cuba y su posterior salida. Muchos son los apuntes del médico y combatiente que han sido considerados como Diarios, o ayuda memoria, que nos permiten tener un detallado conjunto de sucesos que han servido, al menos es mi caso, para interpretar la formación constante de Guevara en sus diferentes etapas, las variaciones de su pensamiento y detalles, casi inéditos, de su vida personal y proyección social y política.
En ese itinerario fascinante podemos recabar, por fuentes axiales, su relación en la Costa Rica de diciembre de 1953, y su encuentro, en la antigua Soda Palace, con algunos exilados cubanos, dominicanos o guatemaltecos, rescoldos de la Legión Caribe, que le informaron de los asuntos que estaban ocurriendo, según los testimonios y apuntes de Juan Bosch, así como su interés, y opiniones sardónicas, sobre el proceso de 1948, que se debatía ya entre una revolución, una guerra civil y la pérdida paulatina de poder de transformación de las propuestas iniciales, cuando se dio el proceso llamado de Restauración Oligárquica, durante el Gobierno de Otilio Ulate.
Ya para esa fecha el pensamiento radical de Guevara le había asentado bien en el sentido de que los sucesos de 1948, se estaban diluyendo en el vacío. Pero es muy interesante que, en junio de 1954, luego de los sucesos de Guatemala, el audaz viajero se plantea dos opciones: regresarse a Costa Rica para participar en "los de Figueres", elíptica y enigmática razón, o seguir hacia México, para completar su viaje. Asume esta segunda opción e ingresa a la historia contemporánea, al vincularse al grupo de los exilados cubanos, y luego expedicionarios del Gramma, para darse en México un proceso final de formación, más profundo, en lecturas de pensadores latinoamericanos o marxistas. Los detalles de su paso por Costa Rica están estructurados como relato a partir de apuntes o diarios, y son de los más vertebrados de esa época, en su diálogo con Manuel Mora Valverde, y sus precisiones sobre la personalidad de otros exilados. Son un testimonio muy vívido de lo que sintió y vivió en Costa Rica.
• Ernesto Guevara de la Serna
Mi paso por Costa Rica
II parte, final
Texto: Archivo Personal del Che
Aleida March de Guevara
Fotografía: Chino López
Fotografías: Oficina de Asuntos Históricos
Consejo de Estado de Cuba
La entrevista con Juan Bosch fue muy interesante. Es un literato de ideas claras y de tendencia izquierdista. No hablamos de literatura, simplemente de política. Calificó a Batista de hampón rodeado de hampones. Es amigo personal de Rómulo Betancourt y lo defendió calurosamente, lo mismo que a Prío Socarrás y a Pepe Figueres. Dice que Perón no tiene arraigo popular en los países americanos y que en el año 45 escribió un artículo en que lo denunciaba como el más peligroso demagogo de América. La discusión se llevó en términos generales muy amables.
Por la tarde nos entrevistamos con Manuel Mora Valverde, es un hombre tranquilo, más que eso pausado, pues tiene una serie de movimientos de tipo de "tics" que indican una gran intranquilidad interior, un dinamismo frenado por el método. Nos dio una cabal explicación de la política de Costa Rica en estos últimos tiempos:
"Calderón Guardia era un hombre rico que subió al poder apoyado por la United Fruit y las fuerzas de terratenientes locales. Así gobernó dos años hasta que vino la Guerra Mundial y Costa Rica se puso de parte de las potencias aliadas. La primera medida del Departamento de Estado fue exigir que fueran confiscadas las tierras de los terratenientes alemanes dedicadas con preferencia al cultivo de café. Así se hizo, vendiéndose posteriormente las tierras, lo que condujo a oscuros negocios en que se vio envuelto parte del equipo ministerial de Calderón Guardia y le restaron el apoyo de todos los terratenientes del país, salvo la United Fruit. El personal de esta compañía, por reacción frente a la explotación, es antiyanqui. Lo cierto es que Calderón Guardia quedó absolutamente sin apoyo de ninguna índole y hasta le era imposible salir a la calle por las rechiflas de que era objeto. En ese momento, el partido comunista le ofreció su apoyo a costa de crear leyes obreras fundamentales y renovar su gabinete. En este ínterin, Otilio Ulate, hombre de izquierda por ese entonces y amigo personal de Mora, le avisó y demostró un plan para engañarlo y que Calderón Guardia había previsto. Mora siguió adelante con la alianza y el gobierno de Calderón se rodeó de popularidad al iniciarse las conquistas obreras fundamentales.
"Se planteaba el problema de la sucesión del poder pues terminaba el período de Calderón y los comunistas propusieron un frente único de conciliación nacional para seguir la política obrera del Gobierno y propusieron a Ulate; el candidato rival, León Cortés, se opuso terminantemente presentando su propia candidatura. Por esta época, Ulate comenzó desde su periódico, El Diario de Costa Rica, una fuerte campaña contra las leyes obreras y se produjo el rompimiento de las izquierdas y el viraje de don Otilio.
"Las elecciones dieron el triunfo a Teodoro Picado, intelectual pusilánime y estropeado por el whisky, aunque hombre de relativa tendencia izquierdista y que inició su gobierno apoyado por los comunistas. Continuó su tendencia durante todo su gobierno, aunque el jefe de policía era un coronel cubano, agente del FBI que Estados Unidos había impuesto.
"En las postrimerías, los capitalistas descontentos organizaron una gran huelga de la banca y la industria que el Gobierno no quiso romper. Los estudiantes salieron a la calle, se tiró contra ellos y hubo heridos. Teodoro Picado fue presa del pánico, las elecciones se avecinaban y había dos candidatos: Calderón Guardia nuevamente y Otilio Ulate. Teodoro Picado, contra la opinión de los comunistas, entregó la máquina electoral a Ulate y él se reservó la policía. Las elecciones fueron fraudulentas, triunfando las fuerzas de Ulate. Se planteó recurso de nulidad ante el tribunal electoral y se pidió una decisión cualquiera sobre las denuncias presentadas, advirtiendo que se acataría cualquier decisión pero pidiendo una, el tribunal no accedió a considerar la denuncia, con el voto salvado de uno de los tres jueces, por lo que se presentaron a la cámara, se aprobaron y se anuló la elección. En este momento se creó el gran pleito y la gente estaba en ebullición". Aquí un paréntesis. En Guatemala, con la presidencia de Arévalo se había formado lo que dio en llamarse las Repúblicas Socialistas del Caribe. Apoyado el presidente guatemalteco por Prío Socarrás, Rómulo Betancourt, Juan Rodríguez, un millonario dominicano, Chamorro y otros. El plan revolucionario primitivo era desembarcar en Nicaragua y desalojar a Somoza del poder, ya que Salvador y Honduras caerían sin mayor lucha, pero Argüello, un amigo de Figueres, planteó el problema de Costa Rica, su convulsionada situación interior y Figueres voló a Guatemala. La alianza se llevó a cabo y Figueres se alzó en Cartago tomando rápidamente el aeródromo de las armas, punto necesario para recibir ayuda por aire. "La resistencia se organizó rápidamente y el pueblo asaltó los cuarteles para conseguir armas, pues el Gobierno no se las quería dar. La revolución sin apoyo popular, ya que Ulate no se había adherido a ella, estaba condenada al fracaso, pero el triunfo lo lograrían las fuerzas populares acaudilladas por los comunistas, la burguesía, y con ellos Teodoro Picado, se sintieron sumamente inquietos con esto. Picado voló a Nicaragua a conferenciar con Somoza para obtener armas, pero allí se encontró con que también estaba en la conferencia uno de los altos funcionarios norteamericanos y se le exigió a Picado, como precio de la ayuda, el aniquilamiento del comunismo, garantizando la caída de Manuel Mora y que cada arma iría con su hombre, lo que significaba la invasión de Costa Rica.
"Picado en el momento no aceptó puesto que significaba la traición a los comunistas que lo habían apoyado todo el tiempo, pero la revolución estaba agonizante y el poder de los comunistas asustó tanto a la gente reaccionaria del Gobierno que éste boicoteó la defensa hasta que los invasores llegaron a las puertas de San José y entonces abandonaron la capital estableciéndose en Liberia cerca de Nicaragua. Al mismo tiempo, el resto del ejército tomaba todo el parque disponible y se entregaba con él a los nicaragüenses. Se hizo entonces un pacto con Figueres, siendo garante de él la embajada mexicana se vio imposibilitada de hacerlo sentir porque su enemigo era el Departamento de Estado Americano. Mora fue deportado y el avión aterrizó en la zona norteamericana de Panamá y, preso por la policía yanqui, fue entregado al jefe de policía de Panamá, en esa época el coronel Remón. Los periodistas yanquis fueron expulsados cuando pretendieron interrogarlo y entonces tuvo un altercado con Remón que lo mandó al calabozo. De allí fue a Cuba donde Grau San Martín también lo afueró hasta que se trasladó a México y pudo volver al país con el tiempo de Ulate.
Figueres se vio abocado al problema de que sus huestes estaban constituidas por solo 100 ticos y unos seiscientos hombres que constituirían la Legión del Caribe y aunque al principio notificó a Mora que su programa era 12 años y no pensaba entregar el poder a la burguesía corrompida representada por Ulate, debió entregar en componendas con éste y comprometerse a entregar el poder luego de un año y medio de gobierno, pacto que cumplió luego de componer la maquinaria electoral a su antojo y hacer una represión organizada y cruel. Pasado ese lapso, Ulate tomó el poder y lo conservó los cuatro años que le correspondían. Su gobierno no se caracterizó por la garantía de las libertades instituidas y el respeto a las leyes progresistas conseguidas en los gobiernos anteriores; salvo la derogación de la ley de represión de los terratenientes, llamada ley de los parásitos.
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