18 Febrero 2012
Alí Primera
Silvio Rodríguez en su blog Segunda Cita recuerda este texto del poeta cubano Wichy Nogueras dedicado a Alí Primera, tras la muerte del trovador venezolano ocurrida el 16 de febrero de 1985, hace 27 años. Esta crónica de Nogueras (La Habana, 1944-1985), de la cual extraemos un fragmento, se publicó originalmente en la revista Bohemia 1 de marzo de 1985.
Alí Primera, una de las figuras más carismáticas de ese nuevo modo de cantar -nuevo, pero afincado en una trayectoria de más de un siglo-, no se rindió al comercialismo. Jamás renunció a la inconformidad; jamás dejó de condenar la deshumanización del hombre en el capitalismo. A pesar de las jugosas ofertas que le hicieron para que diluyera su arte en las inofensivas aguas de la música facilona, Alí no se dejó poner jamás -como dicen los venezolanos de aquellos artistas y escritores que no claudican- «el bozal de arepas».
Bob Dylan -que luego fue digerido por el sistema, y obligado a renegar de los valores que antes había sublimado- le advertía a un cantante cuya integridad estaba siendo resquebrajada con dinero: «Creo que cuando llegue tu muerte, / encontrarás que la plata que hiciste / no te devolverá el alma…» Alí Primera nunca fue rico, ni quiso serlo. Su alma permaneció intacta: el diablo de la música amelcochada y las letras banales no pudo comprarla.
Luís Rogelio Nogueras
Alí Primera
Silvio Rodríguez en su blog Segunda Cita recuerda este texto del poeta cubano Wichy Nogueras dedicado a Alí Primera, tras la muerte del trovador venezolano ocurrida el 16 de febrero de 1985, hace 27 años. Esta crónica de Nogueras (La Habana, 1944-1985), de la cual extraemos un fragmento, se publicó originalmente en la revista Bohemia 1 de marzo de 1985.
Alí Primera, una de las figuras más carismáticas de ese nuevo modo de cantar -nuevo, pero afincado en una trayectoria de más de un siglo-, no se rindió al comercialismo. Jamás renunció a la inconformidad; jamás dejó de condenar la deshumanización del hombre en el capitalismo. A pesar de las jugosas ofertas que le hicieron para que diluyera su arte en las inofensivas aguas de la música facilona, Alí no se dejó poner jamás -como dicen los venezolanos de aquellos artistas y escritores que no claudican- «el bozal de arepas».
Bob Dylan -que luego fue digerido por el sistema, y obligado a renegar de los valores que antes había sublimado- le advertía a un cantante cuya integridad estaba siendo resquebrajada con dinero: «Creo que cuando llegue tu muerte, / encontrarás que la plata que hiciste / no te devolverá el alma…» Alí Primera nunca fue rico, ni quiso serlo. Su alma permaneció intacta: el diablo de la música amelcochada y las letras banales no pudo comprarla.
Luís Rogelio Nogueras
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