Poco te importará reforzar las coartadas ideológicas (armas de destrucción masiva, etc.) que inventa el imperialismo invasor o no haber apoyado a las resistencias reales hayan surgido en esos países
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1) Desconocer toda noción de geopolítica internacional y, a ser posible, desconocer también que los coches se alimentan de petróleo y que el petróleo es un bien finito, por cuyo control el imperialismo combate.
2) No ver, en consecuencia, nada sospechoso en el hecho de que el imperialismo agreda precisamente a países ricos en dicho compuesto orgánico, como Irak, Libia… o quizá Irán.
3) Inventarse, sin el menor dato real, supuestos movimientos revolucionarios en todo aquel país que sea objetivo militar de la OTAN y en toda aquella nación en la que la OTAN pretenda justificar, bajo pretexto “humanitario”, una agresión bélica.
4) Tirar de imaginación para inventar, sin la menor apoyatura documental o el más leve indicio, soviets y consejos obreros en países donde los obreros prácticamente no existen (o donde, de existir, son masacrados por su “revolución”, como ocurrió con los negros en Libia).
5) Confundir un momentáneo vacío de poder, propio de cualquier guerra civil, con una revolución socialista.
6) Tachar a todo aquel que haya hecho una revolución de verdad alguna vez (como Fidel Castro o Hugo Chávez) de traidor, por el hecho de que no idealicen dichas movilizaciones “revolucionarias” o maniobras de desestabilización cocinadas, según demasiados indicios, en el exterior.
7) Cuando dichos movimientos “revolucionarios” acaben solicitando, sin más, una invasión de la OTAN, simular una gran sorpresa (se recomienda realizar algunos aspavientos, a ser posible) y decir que no te lo esperabas pero ni de coña, que nadie podría haberse imaginado un final así, etc. etc.
8) Si nadie te cree porque lo que dices es absurdo, en ese caso decir que lo ocurrido en realidad es culpa de los estalinistas y de las direcciones reformistas y contrarrevolucionarias, pero que las bases del proceso en realidad son trotskistas y revolucionarias, sólo que “la revolución ha sido traicionada”.
9) Añadir que en realidad la OTAN no ha ido a luchar contra el gobierno del país agredido, (no, ¡qué va!, eso es una tapadera, una cortina de humo y una maquiavélica conspiración), sino contra una revolución popular inspirada en la IV Internacional que en realidad, aunque nadie lo supiera, estaba en marcha en ese país.
10) No importa, por tanto, qué país en concreto sea, ya que el esquema básico será siempre el mismo, y Allan Woods sacará invariablemente un artículo titulado “Revolución y contrarrevolución en X” (donde pone X, escribir el nombre de algún país rico en petróleo u objetivo del imperialismo: como Libia, Siria o Irán).
Si cumples estas diez instrucciones, podrás ser el líder de más de un partido o, quién sabe, incluso de alguna “internacional”. Poco te importará haber reforzado las coartadas ideológicas (armas de destrucción masiva, etc.) que inventa el imperialismo para acometer sus empresas. También te resbalará no haber apoyado a las resistencias reales que frente al imperialismo hayan surgido en esos países. Porque, al mismo tiempo, habrás reforzado las posiciones más hiper-mega-revolucionarias (esas que nunca en toda la historia han hecho una revolución). ¿Cómo le decían, tan irónicos? ¿La revolución permanente?
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