Entrevista con Roy Brown
A testimonio limpio
Kaloian Santos y Estrella Díaz • La Habana
Fotos: Kaloian y Cortesía de Centro Pablo de la Torriente Brau
Kaloian Santos y Estrella Díaz • La Habana
Fotos: Kaloian y Cortesía de Centro Pablo de la Torriente Brau
El pasado viernes 22 —luego del concierto A guitarra limpia que ofreciera el trovador puertorriqueño Roy Brown en la sede del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, en La Habana Vieja, a propósito del Cubadisco 2009— los que suscribimos estas líneas tuvimos una suerte de “encuentro cercano” con este boricua de hablar pausado y sutil agudeza. La conversación desarrollada durante una noche cerrada al cobijo de las yagrumas devino testimonio limpio.
“Vine a Cuba por primera vez en diciembre de 1972 y estuve dos meses y medio; recorrí toda la Isla con el grupo Taoné. Trajimos nuestro equipo de sonido porque aquí no había y también nuestro grupo musical, nuestro ingeniero de sonido y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) nos consiguió dos percusionistas y así, en una guagüita, le dimos la vuelta entera a Cuba. Cantamos en Pinar del Río, Villa Clara, Camagüey y llegamos hasta Santiago de Cuba y Guantánamo.
“Grabamos aquí un disco con Irakere y con otros músicos cubanos que se llamó Taoné en Cuba. Fue una experiencia increíble porque el país estaba pasando por una época totalmente diferente a la de ahora. Creo que fuimos de los primeros artistas que vinieron a Cuba a hacer una gira de esta magnitud. Fue nacional y no solo en los teatros, hacíamos conciertos en la calle porque no había electricidad como para utilizar un teatro. Cantamos en canchas de baloncesto, en caseríos nuevos que se estaban construyendo en la Sierra Maestra. De hecho la experiencia fue tan agotadora que decidí dejar de fumar. Tuve que dejar de hacerlo porque aquí cantaba todos los días, y era fatigoso. A veces no comíamos porque terminábamos a las 2:00 de la madrugada y llegábamos a donde nos estábamos hospedando, y ya no había comida.”
¿Compartieron con músicos de esos lugares?
Sí, siempre. Dentro del grupo había un integrante que hacía música campesina, y compartimos con gente que practicaba la forma antigua de decir las décimas y de hacer la improvisación.
¿Y esa experiencia de compartir con Irakere porque, seguro, ya los conocía…?
Sabía quiénes eran y realmente me pareció un gesto desmerecido que Cuba pusiera a nuestra disposición los mejores músicos que tenía en esos momentos porque nosotros estábamos apenas empezando. Ya había grabado un disco, pero lo que me sabía eran tres tonos nada más, o sea, no era realmente un músico.
Fui músico de la calle, no pude ir a una Universidad, a un conservatorio a estudiar música, sino que por aquellas cosas de la vida una novia me regaló una guitarra y empecé a hacer canciones protestas al molde de lo que estaba pasando dentro de la música de protesta en Irlanda, en Inglaterra, en EE.UU. Soy un músico que me he ido formando y he ido estudiando sobre la marcha.
Cuando vine aquí e Irakere hizo los arreglos para nosotros, fue histórico porque llegamos a Puerto Rico con eso y estábamos alante.
Después seguí viniendo; en esos momentos era más fácil venir aquí. Probablemente nosotros éramos los únicos de la colonia de Puerto Rico que nos atrevíamos a venir. Lo hacíamos dos veces al año, y tuve una buena relación con el ICAIC, se hizo un documental y estuve acá grabando para una película que se hizo.
En esa época Pablo Milanés escribió De un pájaro las dos alas y, por supuesto, trabajé con él en ese aspecto. Luego estuve envuelto en la organización de los viajes turísticos desde Puerto Rico hasta La Habana, ¡y pasamos las de Caín!; mataron a Carlos Muñiz Varela que estaba trabajando en el turismo para traer visitantes de Puerto Rico a Cuba. Vine con mi grupo, estuve por aquí una semana ofreciendo conciertos, y me presenté en un teatro antiguo que no recuerdo su nombre.
Andando por aquí es que me acuerdo de las veces que he estado, he venido mucho. Vine al Festival de la Juventud celebrado en el ochenta y algo. Luego a grabar un disco con Silvio Rodríguez que titulamos Árboles. He tenido muchas oportunidades.
En 1996 visité a Cuba en viaje turístico, y canté en el Festival del Bolero. Ahí conecté a Silvio para que fuera a Puerto Rico donde hizo el concierto a dos guitarras. Fue un recital increíble en el estadio de béisbol de San Juan, la capital, al que asistieron más de 16 000 personas.
Regresé diez años después para participar en un Encuentro de Artistas e Intelectuales en Defensa de la Humanidad, en el Palacio de Convenciones. Esa es mi historia en relación con Cuba. Diría que con esta Isla tengo una relación más estrecha que con cualquier otro país… aparte de Puerto Rico donde he tenido, también, grandes y hermosas experiencias.
Esta invitación al Cubadisco 2009 me cae de sorpresa. Hasta última hora, no creía que iba a venir. Llegué ayer. Estoy feliz.
El reencuentro con amigos…
Hoy me encontré con Sara González… Cuando yo vivía en New York y en Puerto Rico, viajaba mucho entre estos dos países, me encontraba con estos trovadores, con los hermanos Feliú, con Sara, Amaury Pérez, con Pablo Milanés, con Silvio Rodríguez, con los integrantes del Grupo Manguaré, con Alberto Faya, con Pancho Amat y con Los Papines. Tengo una relación con estos últimos de cuando ellos por fin fueron a New York a dar un concierto, y fui yo el que lo abrió.
En el teatro nos dijeron que había una bomba y que había que cerrarlo. Hubo que traer una tarima portátil para hacer el concierto afuera en la calle. Me acuerdo porque viajé con ellos y tengo una foto de mis dos chiquitas, Yarí y Lara, con el Papín que murió, agarrando a mis hijas. También recuerdo cuando Sara fue a Puerto Rico y cuando Silvio hizo la gira por los EE.UU. hace muchísimos años. Aquella vez él fue a casa, le preparé un plato especial que se llamaba plátanos a la tiquismikis que es como una especie de lasaña, pero en vez de con pasta, pues con plátanos amarillos y carne.
Para usted la canción protesta nunca pasa de moda, ¿cómo asimilan los jóvenes actualmente este tema?
Ahora se afronta de una manera distinta. Cuando nosotros empezamos, el que cantaba lo hacía con una guitarra; eso evolucionó a un movimiento de canción de conciencia, de planteamiento dentro de la música.
Por ejemplo, tenemos a Mapeyé. La lírica de sus cantores y de sus trovadores es una forma de canción protesta; pero lo que nosotros empezamos a hacer entonces lo acogió también la gente de la salsa, y muchas de las canciones nuestras se llevaron a ritmo de salsa. Por ejemplo, tengo una canción llamada “Encantito” que fue emblema de la Fanny Old Star, la cantó Celia Cruz y se escuchó en toda Latinoamérica. Hicimos un movimiento de música que trascendió lo que nosotros hacíamos y es parte de lo que es hoy la música popular. Por ejemplo, el rock en español hace canción protesta y también el reggaetón —la música más popular ahora en Puerto Rico— y el rap, tienen su protesta.
No podemos decir que hay una manera de decir las cosas y de hacer canción de conciencia. Lo que existe como tradición en el caso de nosotros es, quizá, que uno tiene una guitarra y hace música y no solo de un género. Mi música no responde a un género: hago música tropical, pero también tiene una nota clásica o tiene una nota jazz. Quienes nos llamamos cantautores, hemos hecho una música creativa, que no está atada a un género nada más, sino que es ecléctica.
Incluso cuando empezó el rap —que ha evolucionado en Puerto Rico al reggaetón—, este surgió en las calles de New York. Viví en las calles de New York y por muchos años andaba de hippie, cantando con los negros que lo inventaron y a mí me influyó. Tengo canciones como esta:
“Allí está el galán cantándole al amor de las rosas y el champaña,
mujeres pintorreteadas del sudor de sangre de pueblo,
las niñas maniquíes vendiéndoles la belleza,
rompiéndole la cabeza al joven obrero para que el cívico líder del servicio sanitario coja el dólar donado por el rico acomodado.
¡Viva la democracia del legislador Pipón que roba en Asia, en África y Argentina!
Asesino que no vacila.”
Eso lo escribí en 1973 y es un rap porque estaba allí rapeando con los negros de Nueva York. Uno se deja influir por toda la gente que hace música y trata de crear a su vez una música con influencia en su país que le diga a la gente: mira, uno no tiene que estar haciendo lo mismo sino que uno puede echar mano de todo. Eso es parte de lo que hacemos los cantautores.
¿Cuando usted hizo Árboles fue de sorpresa?
Silvio me decía que quería hacerme un disco, nos encontramos en Puerto Rico en un festival, y me dijo: llámame. Cuando lo hice, me dijo que viniera, y acá estuve casi dos meses grabando con el grupo Afrocuba. Fue una hazaña porque esa agrupación estaba entonces en su mejor momento. Silvio estaba desarrollando una música que tuvo un impacto grande en Latinoamérica, y ese disco tuvo su impacto también.
Todavía aquí hay programa en la radio cubana, en Radio Taíno, que lleva el tema de “Mujer poetisa”.
¡Ah, sí! ¡Qué bueno! Hicimos un video, aquello que conseguimos hacer fue un milagro porque hicimos un programa de televisión de más de una hora y filmamos en todos lados.
No estaba en sus planes…
No, es que no se hacía. Cuba estaba haciendo cosas, pero que se pusieran tantos recursos en un proyecto que no iba a generar cientos de miles de dólares… Fue una cosa muy bonita, un gesto muy lindo.
Usted ha tenido una relación de trabajo con el ICAIC, ¿cuáles son los sentimientos de Roy Brown hacia esta institución?
El grupo experimental del ICAIC tuvo un impacto fundamental en mi vida. Yo fui quien editó su primer disco realizado fuera de Cuba, en Puerto Rico en un sello perteneciente al Partido Socialista Puertorriqueño llamado Disco libre, y así fue que se dio a conocer todo el trabajo.
La trova cubana hoy en día es una de las más populares de Puerto Rico. La juventud todavía busca su música. Si se eliminara el bloqueo todos los jóvenes músicos cubanos pudieran ir a Puerto Rico, allí van a ser bienvenidos. Silvio es un héroe de la nación puertorriqueña.
¿Cómo siente Roy Brown esa mezcla de haber nacido en EE.UU. y vivir en Puerto Rico, estudiar después en New York y volver a Cuba?
Nací en Orlando y allí he vuelto porque hay muchos boricuas. A Florida fui una vez nada más, no he podido regresar, ni quiero hacerlo tampoco. No me interesa porque Miami es la derecha latinoamericana y a los músicos que están allí ¡se los regalo! Son gentes superficiales y lo que les interesa es el dinero, a mí no me gusta esa ciudad.
Algunos la consideran como la Meca de los músicos de habla hispana…
Sí, es la Meca y le quitó el puesto a New York.
Y para Roy Brown, ¿cuál es la Meca?
Mayagué, donde vivo. Esa es mi Meca, y tengo mi buen espacio ahí.
¿Expectativas ante este nuevo reencuentro en Cuba?
Te soy sincero: no sé. Uno está aquí y es parte de mi vida. Amo la música, me gusta lo que hago, lo que represento, pero esta no es la totalidad de Roy Brown. Estoy aquí, la vida me ha dado esta experiencia y la voy a disfrutar dentro de lo que puedo. Pero cuando yo regrese a Puerto Rico, seguiré siendo papá, compañero de mi esposa. Ahora estoy metido en la agricultura…
¿En la agricultura?
Tengo mi huerto y durante un par de horas al día labro la tierra, me dedico a la nota agrícola para no estar obsesionando y tener claridad. Esa es parte de mi vida. Y soy músico también, pero el centro de mi vida no es la música. Ya esa época pasó.
¿Tiene que ver con los años?
No sé, quizá con los años o con la manera de ver la vida. Soy un tipo inteligente y sé por dónde tengo que ir y cómo tengo que vivir para durar, para llegar a los 90. Tengo que trabajar para criar a estos dos nenes. Tengo un nene de tres años y una nena de ocho años. Y tengo 64.
Estás empezando a vivir…
Sí, estoy empezando de nuevo…
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