Por Blance Petrich
El estado de salud de la cantante Chavela Vargas se agravó en las
últimas 24 horas y registra una falla orgánica múltiple con disfunciones
cardiopulmonar y renal, según el parte médico emitido esta mañana por
el doctor José Manuel Núñez García, el internista que la atiende en la
unidad de cuidados intensivos del hospital Inova Med de Cuernavaca,
Morelos.
Sin embargo, el mismo informe sostiene que la señora Vargas Lizano,
de 93 años, se mantiene “neurológicamente despierta y reactiva”, aunque
muy fatigada.
Internada desde hace cuatro días, el diagnóstico médico establece los
siguientes padecimientos: insuficiencia cardiaca congestiva compensada,
fibrilación auricular paroxística compensanda, falla renal crónica
agudizada en fase de compensación, neumopatía intersticial
oxigendependiente.
Frente a este panorama, su evolución en las últimas 24 horas fue “hacia la gravedad”, indicó el médico.
Aclara en el reporte que “la señora Vargas ha demostrado en todo
momento la fuerza y capacidad de lucha que la caracteriza”.La artista
había regresado la semana pasada de un viaje a España, donde presentó su
disco “La Luna Grande” dedicado al poeta español Federico García Lorca.
En Madrid debió ser hospitalizada para ser sometida a exámenes.
La intérprete de “Un mundo raro”, “La Llorona” y “Paloma Negra”, cuya
ronca voz se convirtió en símbolo de la música de México, llegó a vivir
a este país en los años 1930 cuando apenas era una adolescente, e
inició su carrera cantando acompañada de su guitarra en las calles de la
capital.
Isabel Vargas Lizano, conocida artísticamente como Chavela Vargas,
construyó una vida de leyenda por su relación con el alcohol, su
sexualidad y su amistad con algunas de las figuras más relevantes de la
cultura mexicana del siglo XX, como el compositor José Alfredo Jiménez,
Frida Kahlo y Diego Rivera y, más recientemente, con el cineasta español
Pedro Almodóvar y su compatriota, el cantautor Joaquín Sabina.
Hace algunos años la cantante, destacada en el género de la ranchera y
pionera en la interpretación femenina de boleros, decidió establecer su
residencia en Tepoztlán, un pueblo ubicado al pie de una sierra a unos
70 km de Ciudad de México.
(Con información de La Jornada y El Universal)
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