Entrevista. Peteco Carabajal. En su nuevo disco, “El viajero”, homenajea a Gustavo Cerati.
Cada canción es un viaje. Y cada travesía encierra el misterio sobre el gran viaje que es la vida. Con ese concepto trabajó Peteco Carabajal su nuevo disco El viajero , el décimo de su carrera, y que presenta hoy (ver Información ).
“La canción que da título al disco es de 1987. La hice después de un viaje astral con una lectura de Castaneda. Y ahora quise retomarla porque la maduré y siento que le llegó el momento de encabezar un repertorio”, dice el músico santiagueño. ¿Por qué en este momento? “Porque desde entonces han pasado muchas cosas en este viaje de mi vida: partidas, llegadas. Perdí a mi padre, pero nacieron mis hijos más chicos”.
Peteco dice que pensó el repertorio de este álbum para alguien que esté viajando y los temas que aparecen (algunos propios y otros ajenos) son un recorrido tratando de descifrar el misterio.
Entre las canciones hay un tema de Soda Stereo, “Corazón delator”. ¿Por qué lo elegiste? Por varios motivos. Primero, es un reconocimiento a Gustavo Cerati, que es un gran creador de la música popular. Y además, porque siento una conexión espiritual con su obra, en este momento. No quise hacer una versión, es un homenaje esperando que se produzca un milagro. Por eso en el tema hay un coro que suena como un mantra para él.
También hay canciones emblemáticas como “Volver” y, de otros cantautores, como Silvio Rodríguez. ¿Cuál fue el criterio? Volver está porque me parece una de las canciones más bellas y profundas de Gardel y Le Pera. La tengo muy presente sobre todo con la imagen de la película en la que Gardel está cantando arriba del barco. La letra tiene todo lo que le cabe a un viajero de la vida. En cuanto al tema de Silvio, Vamos a andar , no es la que más me gusta de él, pero necesitaba una canción que unificara, que cerrara y abriera a la vez el disco. Y ésa es ideal. Y también hay temas emblemáticos, símbolos de una época (los ‘70) que quise rescatar.
Me imagino que detrás de cada canción hay una historia especial.
Ninguna canción está por casualidad, todo se arma como una arquitectura, en el disco y después en el escenario, que responde a un argumento. En este caso, el viaje. Por ejemplo, la chacarera El coyuyo de Shangai tiene detrás una anécdota curiosa. El coyuyo es un insecto poco común, tipo cigarra, que hay en Santiago del Estero. Su canto hace crecer la algarroba y deja su piel, que es como un celofán, en los árboles. Su sonido puede resultar ensordecedor pero uno se acostumbra. Y estando en Shanghai, China, el año pasado, descubrí el mismo sonido. Así que me compré una violín chino y una flauta de bambú y compuse el tema. Se unieron dos mundos.
Parte de una gran estirpe familiar musical, Carabajal ya tiene herederos en sus hijos, y se siente un “ caso raro ”. “Nunca fui suceso, no tuve hits, no surgí de ningún lado, pero sigo vigente. Fui pasando sin que se dieran cuenta. Y cada vez disfruto más de las buenas canciones: mías y de otros”.
Peteco, relajado y de buen humor, confía cada vez más en el misterioso viaje que plantea la vida. ”Uno va encontrando por el camino personas que, en realidad, son fantasmas. Hay que saber reconocer a unos de otros, para no perderse en el camino”.
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