En el apogeo de las fiestas quiteñas, el Grupo EL COMERCIO hace un acercamiento a los rasgos que identifican al habitante de la capital.
Redacción Quito
Tal vez si escucha la frase: ‘Verásff, asomaraste. A ver si nos vamos al fútbol’. No dudará en que la pronunció un quiteño o una quiteña.
La palabra verásff, en Quito, puede ser desde un simple llamado de atención, una amenaza de amigos: verásff harazme jugar o te pego un güañucta (trompón o quiño) o un anuncio que jamás se cumplirá: verás, hermanito, asomarasteff, para hacer algo.
Estas frases provocan risas en el librero Édgar Freire: “El quiteño es plantilla y dice esa frase cuando ni siquiera piensa que volverá a ver a ese ‘hermanito”.
Pero no solo es plantilla, Freire recalca ese lenguaje cálido que usa la gente que vive en Quito. Es muy común en la capital (y en gran parte de la Sierra) el uso del verbo dar más otro verbo en gerundio, como si fuera un ‘verbo compuesto’ para pedir un favor.
Dar trayendo, dar comprando, dar haciendo, dar pidiendo, etc., implica, según Marco Chiriboga Villaquirán, quien tiene el espacio radial ‘Quiero hablarles de una ciudad llamada Quito’, la injustificable combinación de dos verbos, uno en infinitivo (dar) y el otro en gerundio (trayendo, escribiendo, cogiendo, arreglando) para formar un pseudo-imperativo, que no es precisamente una orden, y sí, casi una súplica.
Para Freire esa mezcla del verbo dar y un gerundio es la muestra de que el quiteño es cálido, que teme a dar una orden. Y eso -el ser querendón- es uno de los rasgos que muestra una encuesta realizada por el Grupo EL COMERCIO para este especial.
La intención es mostrar algunos aspectos que forman al ‘ser quiteño’, que muchas veces no solo es aquel que nació en Quito sino a la persona que asimiló sus costumbres, su lenguaje, su forma de vida, su forma de vestir.
De hecho, la pinta del ‘ser quiteño’ es medio casual, medio elegante y medio a la moda. Esto también tiene una explicación para Chiriboga Villaquirán: “El quiteño jamás llega a hablar en términos enteros. Siempre busca el 50%”. Y por eso, sigue, en Quito no existen los tontos, sino los medio tontos, nadie está atrasado, sino medio atrasado, nadie es vago, sino medio vago y, por supuesto, nadie es mañoso, sino, medio manilargo; y, para colmo de los colmos, “las chicas confiesan a su mamá, que está medio encinta”.
Esta manera de hablar suele provocar risas entre quienes no han afinado el oído con el lenguaje quiteño, quienes no saben que aquí se dice no seas malito llamarasleff a la Carrmencita, con algunos sonidos de fff al final de las palabras y arrastrando la r.
Tal vez escuchando el español del quiteño se pueda entender su idiosincrasia. El Diario EL COMERCIO presenta en este especial un acercamiento a los rasgos del ‘ser quiteño’ que se consultaron a otros quiteños, quienes pudieron calificar, en un cuestionario, todos los rasgos que ellos pensaban que formaban parte del quiteño y de la quiteña.
En la comunidad
Menos solidario y descuidado
La falta de apoyo a las mingas barriales y el poco respeto hacia los espacios públicos caracterizan a la nueva generación de los quiteños. Los vecinos del norte y sur de la urbe comentan sobre los problemas que enfrenta la ciudad en los temas ciudadanos como el manejo de la basura y el mal uso de los parques y áreas de recreación. Los moradores afirman que la solidaridad y la colaboración son valores que ya no se practican cotidianamente en la capital.
En el deporte
Futbolero y voleibolista
Unidos a un balón por amor. Desde las gradas o desde una cancha, el fútbol y el ecuavoley desatan pasiones. En la urbe hay la Federación, la Asociación y la Unión de Ligas Barriales, que agrupan a 200 000 deportistas. Este año han ingresado a los tres estadios 376 262 hinchas en la mitad del Campeonato.
En la política
Protestón y poco involucrado
En los últimos 10 años, los quiteños han participado activamente en el derrocamiento de tres presidentes de la República. Sin embargo, la mayoría no se inmiscuye en asociaciones barriales ni comités para planificar políticamente mejoras para el Distrito.
En sus relaciones
Amiguero y reservado
El ‘brother’, pana o ñaño está siempre presente en la vida del quiteño. Crear lazos de amistad es importante para él. Tiene pocos amigos verdaderos y comparte tiempo de calidad con ellos. No le gusta intimar con personas que no conoce pero disfruta de los momentos que comparte. Frecuenta cafeterías, restaurantes, cines y hasta centros comerciales con tal de ver a sus verdaderos amigos y charlar con ellos. Pero se reserva ciertos temas.
En lo intelectual
Lector de periódicos y libros
El best seller, el entretenimiento y la necesidad definen el interés por la lectura de los quiteños. La información actualizada también influye en la lectura de periódicos. La producción de literatura infantil desarrolla buenos hábitos de lectura. Sin embargo, hace falta apoyo para la producción local.
En la movilidad
Muy viajero y aventurero
Cambiar de clima, salir, conocer... son algunas cualidades de los capitalinos. No hay cifras oficiales de cuántos son los viajeros y adónde van, pero los operadores turísticos dicen que el flujo que sale es alto. Las playas preferidas son Atacames y Tonsupa. La Cámara de Turismo de Esmeraldas calcula que ingresan 150 000 turistas quiteños anualmente. En períodos de descanso cortos prefieren Baños y Puyo; en el extranjero Cartagena y Rep.Dominicana.
En el amor y la familia
Tradicionalistas y románticos
Las familias quiteñas son unidas, les gusta compartir tiempo juntas y reunirse, sobre todo en las festividades. Para algunos es muy difícil separarse de sus familiares y optan por vivir en la casa de sus padres. Los nacidos en la capital también conservan el romanticismo y los detalles del enamoramiento. Las parejas aún se citan en los parques y son querendonas.
En la vida social
Farrero y bailador
Los bares, restaurantes y discotecas se llenan desde las 16:00. El reggaetón, la salsa y el merengue son los ritmos más bailados, pero la tecnocumbia es la más pedida en las radios y puestos de venta de CD. Durante los fines de semana los parques se llenan para pasear y ejercitarse.
En el trabajo
Madrugador y obrero
Los quiteños trabajan, algunos lo hacen por pasión, otros porque les toca y otros son burocráticos. Pero los expertos dicen que no hay un perfil único del trabajador quiteño, ya que la capital se ha convertido en una gran metrópoli a donde llegan trabajadores de todo el Ecuador e incluso de otras nacionalidades.
En la pinta
Clásico y casual al vestir
En las calles, discotecas, cines, teatros y otros espacios de encuentro, los estilos clásicos y casual, con colores oscuros, caracterizan la pinta del quiteño. La moda foránea, el clima y hasta el estado de ánimo también influyen en la pinta. Las tribus urbanas también imponen su moda.
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