viernes 31 de julio de 2009
Marcos Winocur (Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
A Borges y Cortázar los une la condición argentina, ella los ha llevado a morir lejos de su tierra, en Europa, como siglo y medio atrás el padre de la patria, don José de San Martín. Tal vez quisieron recuperar tardíamente el Viejo Mundo de sus antepasados, y allí descansar para siempre. Del argentino, en efecto, se dice que no desciende del mono sino de los barcos: aquellos que hace muchos años llevaron a los inmigrantes europeos al puerto de Buenos Aires para ser afincados en las ciudades y en las pampas.
De esa nostalgia incurable dan cuenta muchas expresiones argentinas, como el tango; y en quienes fuimos arrojados al exilio y luego optamos por el trastierro, la nostalgia se acentuó. En ella se inscriben las tumbas de los dos escritores, Borges en Ginebra, Cortázar en París. Claro que esto no es suficiente para asociarlos, es decir, sus obras. Y más que opuestos, Borges y Cortázar serían complementarios en esa desesperación por dar con la metafísica en lo cotidiano. Uno es capaz de ir por la raíz de la vida al fondo de un instrumento musical, el otro marchará allí donde lo uno sin cesar se hace dos. Como se ve, es la metafísica de lo cotidiano. Es El perseguidor de Cortázar, es El jardín de los senderos que se bifurcan de Borges, dos de sus cuentos más celebrados.
Cortazariana
El 26 de agosto se cumplirán 88 años del nacimiento de Julio. El día siguiente será también su aniversario: se cumplirán 88 años y un día. El 28 de agosto serán dos días, y así de seguido. En una palabra ¿por qué los aniversarios han de contarse por años y no cada 24 horas? ¿Se acuerdan de aquel personaje estrafalario, El Sombrerero del libro Alicia en el país de las maravillas? Con sus amigos, grandes tomadores de té, festeja los cumpleaños en ciertas fechas y en las demás... ¡feliz no cumpleaños! Y todos brindan gozosos con las tazas en alto. La ventaja práctica, a más de pasársela de fiesta en fiesta, es la siguiente: no hay cómo equivocarse, todos los días del año se cumplen aniversarios de cuanto se quiera, sea el nacimiento de Julio o del lector, el triunfo en una batalla o un descubrimiento científico. A elegir. Está en la voluntad de cada uno, claro, los cumpleaños pasan a llamarse cumpledías; eso sí, cumplehoras me parece una exageración.
Estoy seguro que Julio, padre de los cronopios, estaría de acuerdo con estas reformas. Y también que uno de sus fans decidiera hacerle un regalo de cumpledías, a saber: un texto escrito a su manera, que divido en Introducción, Desarrollo y Conclusiones. Ahí les va.
Introducción. Del paso por la secundaria, el lector recordará haber estudiado los doble-u y los doble-v, tipologías humanas del tipo cronópico pero actualizadas a los tiempos que corren. Así, el mundo no se divide, como creíamos, entre izquierda y derecha (con su inevitable centro) ni entre ricos y pobres, ganadores y perdedores, buenos y malos, mujeres y hombres (con su inevitable centro) gordos y flacos, locos y menos locos, montescos y capuletos. No, ninguna de esas divisiones tiene hoy vigencia, sino la de doble-u y doble-v, según se explica a continuación.
Desarrollo. ¿Que quiénes son? Veamos. Un doble-u va al cine y compra palomitas a la entrada. Por el contrario, un doble-v se niega a ser verde.
Un doble-u canta y canta. Por el contrario, un doble-v nunca aprueba su examen de inglés.
Pero sería un error considerar que uno se define por la positividad y el otro por la negatividad.
Pues, y en esto reside la diferencia, un doble-u no tiene la más remota idea de la teoría de la relatividad; en cambio, si es doble-v, recibe devueltas por el correo todas las cartas que remitió a Albert Einstein.
Y a ambos les gustan los helados de fresa.
En una palabra, iba a decir: se parecen como dos gotas de agua, pero no, daría una imagen errónea; más bien se parecen como las esferas de dos relojes: una marca las doce del día y la otra las doce de la noche.
Así son los doble-u, así son los doble-v.
Conclusiones. Y bien, reciba Julio el homenaje de estas líneas; hoy, en su nuevo cumpledías, el cual coincide con su nuevo aniversario luctuoso o cumplemuerte.
Borgiana
Con don Jorge Luis es otra cosa. Un aire metafísico nos empuja por bibliotecas sin fin y pone candados a la pasión. Además de ser impropio a su personalidad, no tiene caso recordar que cada día se cumplen sus aniversarios pues 1999 fue año borgiano por excelencia en cada hora y en cada minuto: se conmemoró el centenario de su nacimiento. Con don Jorge Luis caben travesuras pero pocas, como el inventar una referencia de fuente en nota de pie de página, aparentemente histórica. Pero el conjunto de su obra es tan adusto como su porte, invariablemente de traje, así le vemos en las fotos. Donde don Jorge Luis es metafísico de lo absurdo, Julio es cotidiano de lo absurdo. Y desde esa plataforma, ambos disparan la ironía. Julio juega con ella, don Jorge Luis la traduce en escepticismo. Y bien, en esa ironía me apoyo para declarar a la vista de todos:
- Soy superior a Borges.
Parece que el lobo hubiera entrado al gallinero, tal el alboroto que se produce.
- Jo, jo, jo - las carcajadas son tan fuertes que la vecina se asoma a espiar entre la ropa tendida a secar en la azotea.
- ¿Cómo es posible, cómo es posible que exista un tipo tan, tan infatuado?
No me dejan explicar, no escuchan. Finalmente puedo decir algo:
- Cada uno de ustedes también lo es, es superior a don Jorge Luis.
Más risotadas y alguien acota:
- ¿Cuál es el número de teléfono del manicomio?
Y otro:
- Se trata de un locus demagógicus, ahora nos quiere hacer cómplices con eso de que nosotros...
Interrumpo a los gritos:
- Hay una razón, Borges está muerto y todos nosotros estamos vivos, por eso somos superiores a él.
Estupor.
Aprovecho para agregar:
- Soy, somos superiores a él, a Napoleón, Bogart, Chaplin, Cantinflas y tantos otros famosos...
- Pero ¿qué estás diciendo? La obra de Borges no muere, es perdurable.
- No lo niego, soy su admirador. No dije que soy superior a su obra ni osé comparar mis pobres escritos de tinterillo con los suyos. Pero Borges, la persona, se nos adelantó. Not dead, but gone before, reza, según Amado Nervo, "el proloquio inglés": no muerto, se nos adelantó.
Desconcierto, sigo aprovechando la situación para echar mi rollo:
- Lo siento, es así. Ninguna página escrita, ninguna batalla, ninguna hazaña del pasado iguala la posesión de la vida, don Jorge Luis estaría de acuerdo. Y la memoria viva de su obra no le sirve para regresar a las calles de su Buenos Aires, y tomarse un cafecito con Bioy Casares mientras el argumento de un relato le ronda la cabeza; y sentir la admiración de los lectores como olas rompiéndose contra esa roca que fue él mismo, ni agregar una línea más a su obra, cerrada para siempre. No, no puede. Y tal vez tampoco lo deseara, cansado, como escribió, de ser Borges. Pero, claro, es ya otra historia, una historia del jardín de los senderos que se bifurcan. ¿O de los Borges que se bifurcan?
Otro diría: universos paralelos donde habitan plurales Borges:
1. pierde su madre tempranamente, se casa, tiene hijos y amoríos, no pasa de ser un escritor entre tantos;
2. se da a la bebida, escribe un par de cosas geniales, muere muy joven;
3. recibe el premio Nobel;
3a. recibe el premio Nobel y el día de la ceremonia es asesinado por alguien que se apellida Chapman;
3b. recibe el premio Nobel y el día de la ceremonia pronuncia un discurso incendiario y lleno de insultos, gran escándalo;
3c. recibe el premio Nobel y el día de la ceremonia pronuncia un discurso incendiario y lleno de insultos, indiferencia general, es juzgado como vulgar recurso publicitario;
3d. recibe el premio Nobel y el día de la ceremonia pronuncia un discurso incendiario y lleno de insultos, indiferencia general, es juzgado como vulgar recurso publicitario; desesperado, Borges se suicida, dejando una breve nota: "soy valiente".
Pero no es todo, tengo algo especial para don Jorge Luis a partir de nuestro universo, el terrícola; ni que de encargo, a su medida:
4. no se han inventado la tele ni el futbol, tampoco el premio Nobel; toda ceguera es curable; puede carecerse de pájaros pero no de libros; no existen las esquinas azules, todas son rosadas; la política se ha extinguido. Y ya se sabe: el eterno retorno, todo regresa a la vida infinito número de veces, -hipótesis sostenida por Platón y otros griegos, por Nietzshe, Blanqui (¿así que Engels también, che?)- el eterno retorno se ha convertido en religión ¡Volveremos! Por mucho que se tarde, volveremos a pisar el planeta y todo será igual. Volveremos desde el infinito, él lo posibilita y, qué curioso, él es nuestro enemigo, no el mal. Así pasa. Allí... allí donde todo se bifurca, se desdobla sin cesar. Allí -aquí- donde un río nos otorga la inmortalidad y otro nos la quita. Y donde se puede contemplar el universo en el reloj pulsera, así la metafísica de siempre, así las tecnologías de hoy; mientras Daniela Romo, la conocida cantante mexicana, al ser preguntada por su escritor favorito, declara: Borges.
Así, don Jorge Luis.
Final
Borges, Cortázar, se nos adelantaron y en algún momento -no desesperar- les daremos alcance. El pasado les pertenece, el presente continúa en nuestras manos. El futuro nos echará a todos sobre la misma mesa como piezas revueltas de dominó. Llegará, más tarde o más temprano, don Olvido, dos veces vestido de muerte.
Y bien, éstos son mis homenajes cortazariano y borgiano.
Descansen en paz, uno en París, el otro en Ginebra. Como Rulfo, García Márquez, Neruda, son latinoamericanos universales, están aquí y allá, sus obras vivas en los lectores y cuentan con lectores por el mundo entero. Y el ser universales acentúa su derecho a morir y yacer donde quieran, allí estarán en su patria bajo el murmullo de hojas que caen en otoño y de hojas de papel que la mirada encendida da vuelta de una en una.
Marcos Winocur es argentino residente en México.
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