El Día de San Joaquín (16 de agosto) de 1909 se documenta la primera salida de los trovadores guantanameros en el Carnaval de la ciudad
El músico y folclorista Inciarte Brioso (al centro) contribuyó a la conservación y el rescate de las Guitarras Masivas.
Por Víctor Hugo Purón Fonseca
vhgato@yahoo.com
Foto: Archivo del Centro de Información y Documentación Musical Rafael Inciarte Brioso
13 de agosto de 2009, 11:30 am
Guantánamo (Redacción Digital Venceremos) - Teñido de azul/ llevo mi sombrero./ Punzó es mi pañuelo/ y muy blanco mi flu./ Es tan blanco/ que se queda el mundo admirado. Así entonaban repetidamente las voces y guitarras de los trovadores guantanameros hace 100 años, la composición El teñido azul, en alusión al color de sus sombreros, siguiendo la letra y la música compuestas por Benito José Odio.
Era el 16 de agosto (Día de San Joaquín) de 1909 en la ciudad del río Guaso, cuando hacía presencia la parranda de trovadores en el tradicional festejo del Carnaval de la ciudad, donde continúa integrando el desfile tradicional como Guitarras Masivas.
La salida de aquel grupo de cantadores y guitarreros, de acuerdo con varias fuentes escritas y orales de la localidad, fue la primera comparsa o parranda de trovadores en las fiestas de San Joaquín, de la ciudad entre ríos, encabezada por el trovador Benito José Odio.
El teñido azul representaba entonces la culminación de un movimiento que había venido creciendo entre el pueblo y sus tradiciones, desde finales del siglo XIX y principios del XX, y que se consolidaría hasta el presente.
Benito Odio, cuyo nombre ostenta hoy la Casa de la trova de la ciudad, es considerado el más representativo exponente de este estilo de música popular tradicional en la historia de la localidad, a la vez que núcleo del nutrido movimiento trovadoresco aquí que integraron muchos otros.
Odio nació en Guantánamo el 21 de marzo de 1880 y falleció en esta misma localidad el 9 de abril de 1957. Mantuvo desde principios del pasado siglo un activo intercambio con Sindo Garay (1867-1968), considerado por muchos el trovador mayor de Cuba y generalmente uno de los cuatro grandes de la trova cubana, y cuya primera obra la compuso precisamente en Guantánamo en 1878 con apenas 12 años, nombrándola Quiéreme, trigueña.
Los mayores festejos populares de la ciudad tuvieron la parranda de trovadores liderada por Odio también en 1910, con el nombre de El castor rojo, referido igualmente al color de la prenda usada en la cabeza, y se recuerda igualmente la de 1914 nombrada La bata de lunar, para continuar siendo una de las estructuras folclóricas sistemáticas de los tradicionales desfiles.
Sindo y otros trovadores santiagueros se hacían asiduos visitantes de esta ciudad del extremo oriental de Cuba, a unos mil kilómetros de La Habana, precisamente en torno a la fecha de las fiestas patronales guaseñas, entre otras ocasiones, cultivando la amistad personal y el intercambio musical entre varias generaciones de músicos populares de ambas regiones.
La parranda pintoresca, los sonsitos chispeantes y la continuidad del sentido de grupo se mantuvieron presente en el Carnaval guantanamero, en años ulteriores como comparsas o paseos que adoptaron el nombre de Ronda Lírica, en cuyo rescate tuvo protagonismo el más distinguido músico y folclorista de la localidad, Rafael Inciarte Brioso, entre otros.
Las Guitarras Masivas, como se reconoce hoy a la ronda de juglares, reúnen a los trovadores más auténticos de la ciudad en su vertiente festiva, como una de las estructuras folclóricas que actuarán este viernes y domingo en uno de los momentos más esperados del tradicional jolgorio, y son dirigidas actualmente por el instructor Rafael Pacheco, de la casa de cultura Rubén López Sabariego.
La irrupción carnavalesca hace cien años de esta expresión es resultado de un desarrollo previo del estilo en estas tierras, tras su nacimiento en la cultura cubana sobre todo en la vecina ciudad de Santiago de Cuba.
Por su antigüedad, permanencia y presencia en el Carnaval, las Guitarras Masivas pertenecen al patrimonio local, en su dimensión complementaria de patrimonio inmaterial como forma de cultura tradicional y popular o folclórica, emanada de una cultura y basada en la tradición.
La trova en su música y canciones es una tradición transmitida oralmente y mediante su propia forma de mostrarse, y se ha modificado con el transcurso del tiempo a través de un proceso de recreación colectiva, que merecería mayor atención investigativa y como patrimonio oral e inmaterial.
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