Diez años de guitarrazos, dando rueda. y sin bache
Por Fidel Díaz
A guitarra limpia fue como el último foco de resistencia en una plaza sitiada; "hoy todo tiene un tono menos dramático", vale decir como el Che, con respecto a los espacios donde los trovadores dejan fluir su corriente poética en complicidad
con los jóvenes, pero en aquellos finales de los 90 solo los parques y la sala o portal de algún que otro amigo nos amparaban. En estos precisos instantes se vive un reconocimiento hacia la trova por parte de diversas instituciones y organizaciones que se debe, en gran medida, a dos espacios que hace diez años se atrincheraron
cuando una avalancha mercantil asfixiaba a esta tradición que es condimento esencial para que cuaje nuestra identidad: El Mejunje, de Santa Clara, con su Trovuntivis, y el Centro Pablo con su A guitarra limpia y su Puntal alto.
Hoy la peña Suerte de cangrejos, de Cárdenas; El trovazo, de Yamira Díaz en Pinar del Río; La tanda, de Inti y Mari en Fresa y Chocolate; el Verdadero complot de Pavel Poveda en el Centro Hispanoamericano; los domingos de La casona de
Línea, con Renecito de la Cruz; los conciertos en Casa de las Américas, en Bellas Artes y en teatros como el Mella, abren el abanico de propuestas a las que hay que sumar eventos que en estos últimos tiempos se expanden por todo el país, partiendo de la experiencia del Festival Longina, de la AHS villareña, y La canción
política, de la AHS de Guantánamo, hasta el Festival Carlos Puebla de Bayamo, La isla mágica de la Isla de la Juventud, y otros encuentros de trovadores en Pinar, Moa y Holguín, que los prioriza en sus Romerías.
Todo este movimiento de trovadores, en un momento de efervescencia tanto por la cantidad como por la variedad de creadores, ha tenido como la meca de su reconocimiento hacer su concierto en el Centro Pablo; y ello se debe a esos diez años que cumple ahora el espacio, sobre todo por el rigor y el nivel de detalles, por la calidad de cada propuesta en ese tiempo. Quiero decir con ello que si bien es importante esa década por la cantidad de acciones que se sucedieron, más
importante resulta que en todo ese tiempo la exquisitez del espacio no ha tenido un solo bache.
Ir al patio de las yagrumas de la calle Muralla es llegar a la casa de Víctor, María y su pequeña tropa, es saber de antemano que uno lo va a pasar muy bien, con rostros que no faltan de gente buena, y que entraremos en un ambiente poético. Hoy es momento de agradecer encuentros muy especiales, vinculados al espacio A Guitarra
limpia y a otros que los han rondado por gestarse en esa institución, como los homenajes al Gallego Posada, uno de nuestros grandes dibujantes e ilustradores, o el que se le hiciera al Plátano, ese trovador del lente que se nos ha escondido pero que aparecerá donde salga una guitarra. Conciertos de Gerardo Alfonso, Santiago Feliú, Frank Delgado, o aquel Trovanónima que tuvo a Fidel entre el público y que sin dudas fue un reconocimiento al quehacer de los más jóvenes trovadores, están entre los momentos más especiales, así como el homenaje a Noel Nicola y la celebración del cumpleaños 60 de Silvio. Igualmente, valores de la nueva canción
latinoamericana como Isabel Parra, Raly Barrionuevo y Pancho Villa se han presentado
allí. Si esto fuera poco, A guitarra limpia ha sido el primer concierto firme para muchas voces jóvenes, al menos ante el público capitalino, y como valor testimonial esos encuentros han quedado registrados en discos, muy preciados especialmente en el ámbito juvenil, pues han sido casi un oasis en el desierto discográfico trovadoresco.
Desde Vicente Feliú, Augusto Blanca, Lázaro García, hasta William Vivanco, Eduardo Sosa, la cruzada santaclareña con Roly Berrío, Dieguito Gutiérrez, Leo García, e incluso muchachos de más acá, o sea, todas las generaciones de la nueva trova, han tenido su A guitarra limpia, con lo que han ganado no solo los trovadores por tener
un lugar donde ofrecer un concierto organizado con lujo de detalles, y el mayor prestigio, sino también los que no nos perdemos una, que hemos sido enriquecidos por esos encuentros "para el alma divertir".
Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau
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