Hambre
La palabra evoca una enorme tragedia de largo desarrollo que amenaza a la Humanidad
Insurgente
En ecuador la leche y el pan subieron de precio en el último mes... es uno de los países de los que habla esta nota..
inSurGente.- Hombres y mujeres de cerca de cincuenta países están amenazados por el hambre, es decir, por la muerte. Dicha amenaza no es una advertencia a medio o a largo plazo, sino inminente. La subida del 20% en los precios de los alimentos en las últimas tres semanas en países en los que el 60% del presupuesto familiar tiene que dedicarse a la alimentación, va a ser letal para las posibilidades de supervivencia de los más débiles. Hablamos de decenas o centenares de millones de personas. Según nos señala Oscar Ferrer (…), las causas de esta tragedia son estructurales y requieren medidas del mismo tipo: "(…) Los precios de los alimentos han crecido estrepitosamente en los últimos dos años. La tonelada de maíz, por citar un solo caso, costaba 127 dólares en el 2002 y subió a 315 dólares el año pasado. Las causas de los aumentos son varias: el ascenso continuo y desmedido del precio del petróleo, que ha provocado el alza a su vez de la transportación y del proceso productivo; el encarecimiento de los fertilizantes; la especulación con diversas producciones agrícolas destinadas ahora masivamente a la fabricación de biocombustibles; el crecimiento económico de países emergentes, como China e India, donde ha aumentado el consumo de alimentos; la pérdida de valor del dólar; los conflictos bélicos en Iraq y Afganistán, y los eventos climáticos desfavorables, como los originados por La Niña, con su enfriamiento de las aguas oceánicas. El peso de esas causas es tan fuerte que ha originado la crisis en momentos, incluso, en que la producción mundial de alimentos ha aumentado un 2,6 por ciento (…)". Un enorme conflicto social se está definiendo ante nosotros.
ONU da ultimátum a países desarrollados para evitar hambruna de 73 millones de pobres
TeleSur/ Aporrea/ inSurGente.- La ONU realizó una "petición extraordinaria urgente" a los gobiernos de los países desarrollados para donar -como mínimo- 500 millones de dólares (324 millones de euros) en las cuatro próximas semanas con el objetivo de evitar el próximo racionamiento de la ayuda alimentaria que reciben 73 millones de pobres ante la carestía de los productos básicos y materias primas.
El matutino británico Financial Times tuvo acceso a una misiva enviada por la agencia de las Naciones Unidas a los responsables de los países donantes durante las vacaciones de Semana Santa, donde la FAO advierte que si no llega dinero antes del 1 de mayo deberá cortar el suministro a "aquellos que dependen del mundo para sobrevivir en tiempos de miseria".
La amenaza de un corte en la ayuda es real e inminente tras las numerosas llamadas de alerta que la institución realizó recientemente, añade el texto firmado por la directora de la agencia, Josette Sheeran.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) calcula que el agujero en sus fondos para poder continuar con la ayuda aumenta "día a día" y actualmente está entre 600 y 700 millones de dólares tras la subida de un 20% en el precio de los alimentos en las últimas tres semanas, la llegada del barril de petróleo hasta los 100 dólares y la consecuente carestía en los costes del transporte. Además, las previsiones apuntan a que "las subidas no presentan signos de que vayan a moderarse a corto plazo", añaden.
El matutino británico recuerda que Estados Unidos es el primer donante de la institución con unos 1.100 millones de dólares en 2007, la mayoría de ellos en envíos de alimentos. La Unión Europea, con 250 millones, y Canadá, con 160, ocupan el segundo y tercer lugar en ayudas en efectivo.
Si la FAO recibe finalmente estos 500 millones, el presupuesto total de la agencia aumentaría hasta los 3.400 millones, aproximadamente el doble que los 1.700 millones que gastó en 2000. La agencia da ayuda a 73 millones de personas necesitadas repartidas en 80 países.
Temen hambruna en Centroamérica por crisis alimentaria
Prensa latina.- La crisis por los elevados precios de alimentos básicos preocupa hoy a los gobiernos centroamericanos ante la posibilidad de una hambruna en las capas sociales más empobrecidas.
De manera indistinta, los territorios del área registraron movimientos sociales de protesta en los últimos días por cuestiones relacionadas a esta problemática y las autoridades locales tuvieron que adoptar algunas acciones de emergencia.
En Honduras, decenas de miles de personas salieron a la calle la semana anterior para protestar por los precios prohibitivos de muchos alimentos, recordó el diario La Prensa.
Como respuesta a la situación, el gobierno de Manuel Zelaya adoptó un plan de emergencia destinado a incrementar la producción agrícola y reducir la dependencia de las importaciones.
La inflación ronda el 10 por ciento en Costa Rica, de acuerdo con cifras oficiales, mientras que en Guatemala alcanzó nueve por ciento, según el Instituto Nacional de Estadísticas del país más grande de la región.
En tanto el gobierno de Oscar Arias sólo llama a la comunidad internacional a que construya almacenes para alimentos, su homólogo, Álvaro Colom, ejecuta un programa para asistir económicamente a las 45 comunidades más desfavorecidas.
El mandatario guatemalteco instó a las empresas a poner precios de solidaridad a sus productos y contribuir así con las personas de menos recursos.
Nicaragua afronta una complicada situación por el desequilibrio en el mercado mundial y los efectos arrastrados del huracán Félix: alimentos básicos como arroz y frijoles son un 50 por ciento más caros que en 2007 y la tasa de inflación ronda el 17 por ciento.
No obstante, la administración de Daniel Ortega continúa impulsando el programa Hambre cero, ideado para que campesinos sin tierra y pobres puedan comenzar a explotar algunos terrenos con ayuda estatal, coincidieron medios de comunicación en el área.
Las protestas por la elevación del costo de la harina y otros productos, en El Salvador, igual motivaron al gobierno a analizar el sostenimiento de subsidios vigentes hasta duplicar el presupuesto de programas para atenuar la crisis alimentaria.
Una crisis de imprevisible alcance; por Oscar Ferrer
El hambre crónica, que afecta en nuestros días a más de 850 millones de seres humanos, que provoca muerte prematura, enfermedad y discapacidad física y mental, se extiende ahora de modo alarmante debido a la crisis mundial de alimentos que en días recientes ha derivado en protestas y acciones violentas en países como Haití, Filipinas, Indonesia, Pakistán y Burkina Faso.
Cifras aportadas por el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indican que los ciudadanos de por lo menos treinta y siete países corren peligro de morir de hambre. La situación es tan grave que si no se lograra revertir a corto plazo, cien millones de personas en las naciones de más bajos ingresos podrían sumergirse en la miseria y aumentar las filas de los indigentes.
En un mundo que hace poco por combatir el hambre, y donde fallecen por esa causa al año más de cinco millones de niños y nacen veinte millones de lactantes con insuficiente peso, el encarecimiento de alimentos básicos como la harina de trigo, el arroz, los frijoles, el maíz, la soya y la leche en polvo ha venido a significar la gota que colma la copa o la tan socorrida chispa en el barril de pólvora.
En los países más pobres, el 60 por ciento del presupuesto familiar se dedica hoy a la alimentación, mientras las estadísticas permiten conocer que la factura por la compra de cereales en los países más pobres aumentará este año un cincuenta y seis por ciento, algo que no pueden enfrentar naciones que, al mismo tiempo, pagan cada vez más por el barril de petróleo, que este miércoles 16 superó en un momento la barrera de los 115 dólares en el mercado de Nueva York.
La mayor parte de los ochenta y dos países más dependientes de la importación de alimentos en el mundo son también hoy importadores netos de petróleo.
¿Cómo puede enfrentar esto un país como Haití, uno de los más pobres del mundo y que, paradójicamente, es el tercer importador mundial de arroz estadounidense? No por gusto en ese Estado caribeño se registraron en fecha reciente demostraciones y protestas airadas contra una realidad a todas luces agobiante. Este propio país es hoy uno de los destinados por los Estados Unidos a producir biocombustible. Los haitianos, por lo tanto, tendrán que dirigir los alimentos que no pueden consumir a la fabricación de etanol, cuando lo racional sería que acometieran la producción de arroz para disminuir la dependencia al mercado norteño y crear una amplia fuente de empleos.
Los precios de los alimentos han crecido estrepitosamente en los últimos dos años. La tonelada de maíz, por citar un solo caso, costaba 127 dólares en el 2002 y subió a 315 dólares el año pasado. Las causas de los aumentos son varias: el ascenso continuo y desmedido del precio del petróleo, que ha provocado el alza a su vez de la transportación y del proceso productivo; el encarecimiento de los fertilizantes; la especulación con diversas producciones agrícolas destinadas ahora masivamente a la fabricación de biocombustibles; el crecimiento económico de países emergentes, como China e India, donde ha aumentado el consumo de alimentos; la pérdida de valor del dólar; los conflictos bélicos en Iraq y Afganistán, y los eventos climáticos desfavorables, como los originados por La Niña, con su enfriamiento de las aguas oceánicas.
El peso de esas causas es tan fuerte que ha originado la crisis en momentos, incluso, en que la producción mundial de alimentos ha aumentado un 2,6 por ciento, lo que pudiera parecer incomprensible si no se mencionaran razones de tanto peso e inobjetables como las ya citadas.
La producción de biocombustibles con alimentos de amplio consumo humano es quizás la más sensible de las causas de la actual crisis, porque en ella están implicados productos de origen vegetal como el maíz en los Estados Unidos, la caña de azúcar y la soya en Brasil, el aceite de palma en Indonesia y el arroz en otros países.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, tan cercanos a Washington y demás capitales de los países ricos, han admitido la conexión existente entre los biocombustibles y el aumento de los precios de los alimentos. Desde fecha temprana, Cuba ha rechazado la producción de agrocombustibles a costa del hambre de los seres humanos.
Dos investigadores de la Universidad de Purdue, en el estado norteamericano de Indiana —Corinne Alexander y Chris Hurt— aseguraron en un estudio de finales del año pasado que "la demanda de maíz y soya aumentó rápidamente durante los primeros años de la era de los biocombustibles..." Ello causó la subida de los precios de ambas cosechas.
La cadena de efectos maléficos se extiende sin parar. La carne de pollo, de cerdo y de res, así como los lácteos, igualmente han subido de precios con el encarecimiento del maíz y la soya, pues esos animales consumen esas producciones. Una harina de trigo más cara ha ocasionado que haya que pagar más por el pan y otros derivados.
La señal de alarma ya se ha hecho sentir. Para los más afectados la ecuación es sencilla: se trata de una situación de vida o muerte. La temperatura social planetaria ha subido amenazadoramente en los últimos días. El efecto más grave de la crisis mundial de los alimentos es la amenaza que ella representa para la estabilidad mundial. No resulta difícil suponer que millones de personas aquejadas por el ronco quejido de sus estómagos vacíos no se cruzarán de brazos y saldrán a las calles a protestar, a exigir medidas o a asaltar almacenes.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, ha dicho que el encarecimiento del precio de los alimentos puede significar un retroceso de años en la lucha mundial contra la pobreza. El director general de la FAO, Jacques Diouf, indicó que la crisis no será pasajera, y la UNESCO alertó sobre una posible explosión social.
Se requiere voluntad política de los gobernantes para tomar medidas urgentes contra el hambre y los altos precios de los alimentos, se precisa hacer más productivas las tierras y aumentar los recursos financieros para que los países pobres generen comestibles, se necesita que el Norte haga posible un modelo de desarrollo más solidario.
La gran interrogante es: ¿contribuirán los países ricos a tales necesidades? La experiencia histórica hace pensar que no.
El autor es periodista especializado en temas internacionales.
Fuente: Cubarte
http://www.insurgente.org/modules.php?name=News&file=article&sid=13379
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