martes, noviembre 27, 2007

Las revoluciones se hacen con ideas y valientes (I)


Las revoluciones se hacen con ideas y valientes (I)
Armando Carrieri -
www.aporrea.org
26/11/07 - http://www.aporrea.org/ideologia/a45559.html

OFICIO DE POETA

Ético es el paso del poeta en la tierra
pero no de quién se lleva el índice a los labios
sino en lo tremendo y deslumbrante
de la libertad y de la revuelta
porque no se puede ser feliz
cuando se respira
entre un atajo de infelices
hay que vivir agresivamente
reivindicar la piedra de amolar
para cuando sea el tiempo
de la fiera y bella fiesta de los cuchillos

Víctor Valera Mora (El Chino).



Las Revoluciones son episodios originados en el más profundo ánimo de transformación por parte de los pueblos. Son procesos que activan, motorizan, movilizan a las sociedades y las impelen a pasar de un estado de inercia, a una fase de cambios que producen diversos eventos en el contexto individual, social y humano.

Para confrontar el orden establecido es necesario tener claro que revolucionar significa cambiar y que aunque el cambio sea el proceso más común en la naturaleza, produce resistencias que hay que combatir y doblegar para llegar a un estado superior. Es por eso que las revoluciones son actos valientes que no admiten el titubeo y la cobardía. No se puede hablar de una revolución donde todos los sectores estén contentos.

La burguesía no se pregunta si es bueno o malo explotar, subpagar, esclavizar; el capitalismo no cuestiona su programa con nociones de moralidad. El imperio no se detiene en su afán depredador para revisar si está bien mantener empobrecida a la mayor parte de los habitantes de la tierra. El afán de ganancia y la acumulación de capital son las premisas que dan pie al desarrollo de los monopolios, de las multinacionales, de las transnacionales de los imperios y de los organismos que respaldan la acción inhumana del capitalismo. Ellos no tienen clemencia con los niños de Latinoamérica, del África subsahariana o los que trabajan en las maquilas de China. El imperio no tiene temor ni moral para inventar enemigos en naciones ricas en materias primas pero pobres en la distribución de los beneficios de la venta de los productos agromineros.

Mantener las cosas como están es el leiv motiv del capitalismo. Una revolución que se precie de serlo es el único movimiento capaz de cambiar ese estado de cosas y subvertir el orden burgués. Podemos hablar de revolución pacífica, democrática, pero si es socialista hay un programa claro que atender y llevar a cabo. Existen referentes históricos de cómo en las condiciones más adversas un puñado de hombres, valientes, dieron al traste con el orden capitalista. A algunas de estas experiencias se las ha llamado el socialismo real.

Desde el ensayo de Licurgo pasando por la referencia bíblica de Hechos de Apóstoles, la Comuna de París, las Revolución Bolchevique, la Revolución China, la Revolución Cubana y otros intentos poco apegados a la tesis marxista incluidos algunos propios de Nuestra América. Todos estos movimientos estuvieron marcados por un profundo ímpetu transformador y por una comprensión cabal de los cambios que había y que hay que hacer. No se trata aquí de hacer historia, nos interesa resaltar la actitud revolucionaria basada en la valentía, en el acto heroico, en la resolución incuestionable de abolir toda cadena, toda dominación.

El 2 de diciembre de 1956, 82 guerrilleros del Movimiento 26 de Julio, a bordo de una embarcación de poco calaje llamada Granma desembarcan en las costas de Cuba y sufren una derrota en Alegría del Pío quedando sólo veinte de ellos con capacidad de proseguir con los planes de derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista e instalar un gobierno socialista en la isla. Sobra decir que las circunstancias más adversas estaban presentes a lo largo de la gesta de los revolucionarios cubanos. Sin embargo, un rasgo característico de todo movimiento revolucionario como es el compromiso irrenunciable con la justicia social, impulsó a estos guerrilleros a quebrantar las condiciones y lograr el triunfo sobre las fuerzas armadas de la Cuba de Batista y por ende del imperio estadounidense.

El 1 de enero de 1959 un puñado de hombres, un grupo de soñadores y poetas armados nos dieron la lección más acabada de cómo se hace una revolución. Desde ese momento el mundo sabe que para vencer al capitalismo, para doblegar al imperio, solo hace falta valentía en el compromiso revolucionario. El 19 de mayo 1895, 64 años antes de la entrada triunfal en la habana de los revolucionarios cubanos, caía en combate en Dos Ríos, el Apóstol de la Revolución Cubana José Martí, un hombre de ideas y de acciones cuyo compromiso con la libertad lo impulsó a un acto heroico, muere el hombre de ideas en acción, pero nos queda su ejemplo de acciones hechas ideas.

No podemos pactar con el enemigo capitalista y sus aliados los conciliadores, debemos imponer nuestra idea de una revolución socialista en Venezuela con cualquier arma y en cualquier terreno.

La constante tendencia a la inmovilidad es un rasgo antinatural en una cultura. Son las civilizaciones las que promueven el estancamiento y la inercia en el seno de la vida social. La civilización, como parte degradada de la cultura, impulsa los valores de la dominación por todos los medios disponibles. La escolarización, la religiosidad y la "comunicación"[1] entendida como prerrogativa de los medios, son mecanismos eficaces para frenar el avance de los procesos revolucionarios. Se trata de revisar cuan revolucionarios son nuestras escuelas, nuestras creencias, nuestros medios.

Sabemos que el capitalismo tiene claro estos factores a la hora de perpetuar las relaciones de explotación, al promover diariamente la estandarización de lo humano a través difusión del pensamiento único como modo de comprender al mundo. El programa del capitalismo es el programa de la inercia. En términos físicos la inercia, aquella ley que de niños estudiamos, se basa en que todo cuerpo o materia[2] se encuentra inerte cuando: 1) la sumatoria de fuerzas que actúan sobre el es igual a "0"; 2) cuando se desplaza con un movimiento rectilíneo uniforme. Vale decir que estos conceptos de la física clásica han sido puestos en duda desde principios del siglo pasado.

Es así como podemos validar la tendencia a la inercia en las sociedades capitalistas. Pongamos por ejemplo la educación. Las propuestas educativas del capitalismo llevan intrínseco el orden inerte de su programa. Se excluye el saber empírico, ancestral, originario y se promueve el saber fabril, como capacitación para la producción, la hiperespecialización como modo de fragmentar la realidad y por último se pondera al saber académico como único vehículo de transmisión de conocimiento.

[1] Las comillas atienden a la intención de desacralizar y sincerar el término, por lo menos en lo que a los llamados mass media se refiere.

[2] Agregamos otros cuerpos intangibles como el pensamiento, la conciencia, los valores y la afectividad.

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