El escritor uruguayo Eduardo Galeano afirmó este viernes con respecto al conflicto libio que considera “hipócrita el llamado a la paz cuando proviene de países que vienen de la guerra”.
El letrado también afirmó que lo que se vive en el mundo árabe es “una hermosa llamarada de libertad” y reiteró que la independencia de América Latina es todavía “una tarea por hacer”.
En entrevista exclusiva con teleSUR, el también periodista indicó que no veía convincente el “llamado a la paz” que han hecho en los días recientes los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pues “estos países, que gobiernan el mundo, no son solo partícipes de guerras, sino que son los mayores principales productores de armas”.
En este mismo sentido, indicó que lo que está ocurriendo en Libia y en Medio Oriente es “una linda llamarada de libertad” y ratificó que es “una buena noticia para los que creen que no tenemos que resignarnos a los designios del destino”.
“Yo no la veo como una crisis (la del mundo árabe), la veo como una linda llamarada de libertad que se va contagiando y extendiendo, partió pequeñita, chiquita, tenía el tamaño de un vendedor de frutas que fue humillado y a partir de allí se extendió hasta lo que es ahora”, aseveró desde Argentina.
Por otro lado, al ser cuestionado por el contexto actual de Suramérica, el autor del libro Las venas abiertas de América Latina afirmó que “la independencia es todavía una tarea por hacer” y agregó que la principal clave para alcanzarla es “aprender a ser originales”.
Con esta afirmación, el autor rememoró al filósofo y educador venezolano Simón Rodríguez, a quien citó complementando que “no somos libres porque no somos dueños de nosotros mismos”, con lo que criticó que Latinoamérica “quiere ser libre pero no se arriesga a copiar la originalidda y el ingenio”.
“Para ser de veras independientes tenemos que ser capaces de caminar con nuestras piernas, pensar con nuestras propias cabezas y sentir con nuestros propios corazones”, sostuvo.
Agregó que Rodríguez “sí era un verdadero maestro” y aseguró que uno de sus más grandes legados es que fue el creador de la primera escuela donde “se mezclaba” lo que hasta ese entonces era opuesto: los niños con las niñas, los negros con los blancos, y sobre todo: el trabajo manual con el intelectual.
En este sentido, ratificó que “Don Simón ató las dos cosas: la cabeza y el cuerpo (…) enseñaba a sumar y restar, leer y escribir pero también a usar las manos para las tareas de la carpintería, herrería, barro y tierra” y saludó que “él dignificó el trabajo manual”.
Por último explicó que para él el lenguaje verdadero y que más enseña es “el sentipensante”, que definió como “el único que no miente” porque no desvincula el cerebro del corazón.
En este punto, advirtió que “si uno piensa sólo con el cerebro puede llegar a ser frígido y si piensa sólo con el corazón puede llegar a ser cursi”, por ende, hizo un llamado para promover “la cultura sentipensante, que es la que no divorcia al ser humano por dentro”.
“Hay que luchar contra ‘la cultura del desvínculo’, que no sólo separa la razón del corazón, el pasado del presente y la vocación del trabajo; sino que también nos separa entre nosotros mismos, como islas condenadas a la soledad”, exclamó.
Concluyó afirmando que el mundo “sigue siendo un escenario que a veces duele mucho y otras veces alegra” y recalcó que lo grandioso del ser humano es que es igual de variante y que “así como hay veces que nos decaemos, hay otras oportunidades que nos sentimos capaces de inventar el futuro y de crearlo de nuevo”.
Eduardo Galeano es un escritor y periodista uruguayo nacido en 1940 cuyas obras son famosas en muchos lugares del mundo. Sus textos más conocidos Memoria del fuego (1986) y Las venas abiertas de América Latina (1971) han sido traducidos a veinte idiomas.
Mediante géneros que combinan el análisis político, la historia, el documental y el periodismo, el cronista ha plasmado y descrito la sociedad contemporánea; con especial énfasis en las contrariedades reales existentes en la pobreza, la miseria moral y material, la hipocresía de un mundo y el mercantilismo.
(Con información de Telesur)
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