Por Enrique Ubieta Gómez.
(Tomado de La isla desconocida)
Los alemanes aún recitan de memoria sus versos, y el Berliner Ensemble sigue reponiendo sus obras. Veinte años después de la caída del muro, y de la desaparición de la Alemania del Este, de la que fue crítico y defensor, y a más de medio siglo de su muerte, la obra de Bertolt Bretch --poeta y dramaturgo comunista--, sigue siendo actual. La casa que habitó en la zona oriental de Berlín es hoy un museo privado. Para los poetas y trovadores cubanos de la generación de Silvio, fue un paradigma literario. Estuve en su tumba, vecina de la de Hegel. Pero en la suya no hay mármoles ni bustos: solo una piedra con su nombre. Muy cerca está el zaguán que conduce a la parte posterior del edificio que habitó en los últimos años de su vida (1953 – 1956). Se sentaba a escribir en la esquina de una habitación enorme, junto a la ventana que daba al cementerio donde reposaría después. A veces se paraba y daba vueltas en redondo, a grandes pasos, buscando la palabra perdida. El dormitorio en cambio era muy pequeño, apenas suficiente para acoger la cama personal –donde moriría--, y una mesita con algunos libros. El dormitorio y la tumba se parecen: en ellos, solo lo imprescindible. La habitación de crear era por el contrario la Vida –su actitud ante ella--: amplia, con grandes ventanas sin cortinas, un lugar para el encuentro.
El guía del museo nos muestra su biblioteca, y comenta, "leía de todo y a todos": un estante contiene los libros del nazismo; más abajo, las obras de Marx y Engels, las de Lenin, las de Trotsky, las de Stalin. La Enciclopedia de los hermanos Grimm. Clásicos de las literaturas alemana, inglesa y francesa. Novelas policíacas en inglés. En la pared, dos dibujos chinos: en uno, un poema de Mao Tse Tung; en el otro, el rostro de Confucio. También, tres máscaras del teatro No japonés.
En una de ellas se inspiró para escribir un poema:
Cuando visité su tumba y su casa era invierno y nevaba en Alemania. Pero supe que Bertolt Bretch aún vive en Berlín.
(Tomado de La isla desconocida)
Los alemanes aún recitan de memoria sus versos, y el Berliner Ensemble sigue reponiendo sus obras. Veinte años después de la caída del muro, y de la desaparición de la Alemania del Este, de la que fue crítico y defensor, y a más de medio siglo de su muerte, la obra de Bertolt Bretch --poeta y dramaturgo comunista--, sigue siendo actual. La casa que habitó en la zona oriental de Berlín es hoy un museo privado. Para los poetas y trovadores cubanos de la generación de Silvio, fue un paradigma literario. Estuve en su tumba, vecina de la de Hegel. Pero en la suya no hay mármoles ni bustos: solo una piedra con su nombre. Muy cerca está el zaguán que conduce a la parte posterior del edificio que habitó en los últimos años de su vida (1953 – 1956). Se sentaba a escribir en la esquina de una habitación enorme, junto a la ventana que daba al cementerio donde reposaría después. A veces se paraba y daba vueltas en redondo, a grandes pasos, buscando la palabra perdida. El dormitorio en cambio era muy pequeño, apenas suficiente para acoger la cama personal –donde moriría--, y una mesita con algunos libros. El dormitorio y la tumba se parecen: en ellos, solo lo imprescindible. La habitación de crear era por el contrario la Vida –su actitud ante ella--: amplia, con grandes ventanas sin cortinas, un lugar para el encuentro.
Placeres
La primera ojeada por la ventana al despertarse
el viejo libro recién encontrado
rostros entusiasmados
nieve, el cambio de las estaciones
el periódico
el perro
la dialéctica
darse una ducha, nadar
música vieja
zapatos cómodos
comprender
música nueva
escribir, sembrar
viajar, cantar
ser amable.
La primera ojeada por la ventana al despertarse
el viejo libro recién encontrado
rostros entusiasmados
nieve, el cambio de las estaciones
el periódico
el perro
la dialéctica
darse una ducha, nadar
música vieja
zapatos cómodos
comprender
música nueva
escribir, sembrar
viajar, cantar
ser amable.
El guía del museo nos muestra su biblioteca, y comenta, "leía de todo y a todos": un estante contiene los libros del nazismo; más abajo, las obras de Marx y Engels, las de Lenin, las de Trotsky, las de Stalin. La Enciclopedia de los hermanos Grimm. Clásicos de las literaturas alemana, inglesa y francesa. Novelas policíacas en inglés. En la pared, dos dibujos chinos: en uno, un poema de Mao Tse Tung; en el otro, el rostro de Confucio. También, tres máscaras del teatro No japonés.
En una de ellas se inspiró para escribir un poema:
La máscara del mal
De mi pared cuelga una talla de madera japonesa,
máscara de un pérfido demonio, pintada de oro.
Compasivamente veo
las venas hinchadas de la frente que revelan
lo fatigoso que resulta ser malo.
Bretch admiraba los autos modernos –siempre tuvo uno--, como los poetas futuristas, aunque él peleaba por otro futuro. Peleó duro, con impaciencia, hasta su muerte.
Cambio de rueda
Estoy sentado al borde de la carretera,
el chofer cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar a donde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?
Amó intensamente, como un verdadero revolucionario.
Debilidades
Tú no tenías ninguna.
Yo tenía una:
Amaba.
De mi pared cuelga una talla de madera japonesa,
máscara de un pérfido demonio, pintada de oro.
Compasivamente veo
las venas hinchadas de la frente que revelan
lo fatigoso que resulta ser malo.
Bretch admiraba los autos modernos –siempre tuvo uno--, como los poetas futuristas, aunque él peleaba por otro futuro. Peleó duro, con impaciencia, hasta su muerte.
Cambio de rueda
Estoy sentado al borde de la carretera,
el chofer cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar a donde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?
Amó intensamente, como un verdadero revolucionario.
Debilidades
Tú no tenías ninguna.
Yo tenía una:
Amaba.
Cuando visité su tumba y su casa era invierno y nevaba en Alemania. Pero supe que Bertolt Bretch aún vive en Berlín.
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