X Salón de Arte Digital
RODOLFO ZAMORA RIELO
Víctor Casaus, director del Centro Pablo.
Inmerso en el lógico revolico que genera la preparación de un evento como el X Salón de Arte Digital , mantiene Víctor Casaus la lucidez que le ha impreso a un proyecto que abre espacios a la creación sin temor a la herejía.
Con su proverbial bondad y diafanidad, compartió con este redactor los logros y perspectivas de una obra en pleno desarrollo, plagada de ideas renovadoras y basada en un profundo trabajo de equipo.
— ¿Qué exigencias socioculturales caracterizaban al momento en que se decide convocar por primera vez el Salón de Arte Digital?
—Por el momento en que aparece el Salón, es todavía virgen el arte digital en la cultura cubana. Esa es una de las alegrías nuestras, después de 10 años, pues el evento fue, como dice el lema del Salón y del Centro Pablo en su conjunto, una apuesta a favor de la imaginación y la belleza.
"La palabra 'apuesta' no era casual en ese instante. Si con otros programas, como A Guitarra Limpia, estábamos reanimando la trova, una manifestación que existe con mucha fuerza desde finales de la década del 60 pero que necesitaba un impulso a finales de la década de los 90; en el caso del arte digital, la manifestación no existía, y por eso se trataba de una apuesta, que no sabíamos si iba a funcionar.
"La exigencia mayor que entonces tuvimos en el Centro Pablo fue la vocación de crear un espacios novedosos y de apoyarnos en los jóvenes para llevarlos a cabo. Era una apuesta contra la rutina, contra la repetición…
— ¿La línea de trabajo del salón se adecua dialécticamente a las otras líneas del Centro de promover el estudio de la memoria y el enriquecimiento de la trova?
—Si abríamos el espacio, entonces buscábamos crear una comunidad de artistas… Esa ha sido una de las características del trabajo del Centro: no solamente producir actividades culturales o espectáculos —que tienen utilidad en su momento— sino generar espacios estables para esas manifestaciones y, además, una comunidad de artistas alrededor de ese espacio.
"Un ejemplo es el de los trovadores alrededor de A Guitarra Limpia; pero ha sucedido también con los investigadores del tema de la memoria, los "memoriosos" como les decimos, a través del Premio Memoria y nuestra editorial. Y ocurre igualmente con los artistas plásticos alrededor de nuestra galería Majadahonda y el Salón de Arte Digital.
"Cuando este espacio apareció en 1999, fue un descubrimiento mutuo, el de los futuros artistas digitales que se encontraban con la convocatoria y el aprendizaje de nosotros mismos en el Centro Pablo, pues no nos da pudor decir que aquello era nuevo para nosotros también.
"El nacimiento del Salón tiene que ver con la figura de Pablo de la Torriente y este dato me gusta subrayarlo. En Puerto Rico, en 1997, haciendo una jornada dedicada a Pablo, unos artistas digitales portorriqueños hicieron una exposición titulada Un lienzo para Pablo en el Centro Cultural Ramón Avoy Miranda, de San Juan.
"Aquello fue para nosotros un descubrimiento total, por lo novedoso, por el hecho de que eran jóvenes y que se lo dedicaban a Pablo de la Torriente. Los invitamos a venir a Cuba y ellos hicieron un taller con esa exposición, al que concurrieron los que serían los primeros artistas digitales cubanos.
"La creación del Salón tiene para nosotros una importancia enorme, porque también se relaciona con el tema de la memoria, un tema no es para el Centro Pablo un adjetivo que ponemos en un proyecto o un programa, sino un concepto que ocupa todo el trabajo de la institución.
"Partimos de la idea de recuperar la memoria del ayer, a partir de los programas de investigación, de los libros y, al mismo tiempo, estamos creando la memoria de mañana. Cuando, dentro de 20 años, la gente se pregunte cómo nació la nueva generación de trovadores de los años 90 y 2000, el punto de partida serán esas grabaciones que están conservadas aquí, las imágenes, los discos…
"O sea, ese sentido de que la memoria no es algo estático, arqueológico, que hay que buscar atrás —aunque también sea importante rescatar lo que pasó—, pero cabe igualmente mantener la conciencia de que estamos produciendo la memoria de mañana con los hechos culturales que hoy creamos.
—Usted habla de "artista digital" como concepto, a la distancia de 10 años de trabajo y vicisitudes… ¿Cómo valora la influencia del arte digital en la evolución de las demás manifestaciones en el universo contemporáneo del arte cubano?
—Yo creo que ha existido una influencia, recíproca además, entre el arte digital y las llamadas manifestaciones "convencionales" de las artes plásticas y de otras que no se incluyen dentro de las artes visuales. En el Centro nosotros hemos partido de una idea, que el tiempo ha logrado confirmar, que es la conciencia de estar en una época, en términos generales, en que las fronteras se van difuminando, se van perdiendo…
"Eso sucede mucho en la cultura. No vivimos tiempos de compartimientos estancos, donde cada cual vive en su casillero, en su nicho, sino que las artes tienden a crear unas interrelaciones entre sí que son, en sí mismas, creadoras de nuevos lenguajes, de nuevas obras diferentes a los lenguajes y las obras que las hicieron posibles. En este caso es un proceso de creatividad y no de suma.
"Siendo esa fusión la 'poética política' del Centro, como le llamamos, hemos acompañado nuestras exposiciones de arte digital y otras, con conciertos de trovadores; haciendo coincidir estas maneras aparentemente diferentes de ver la realidad.
"Ahora, en este X Salón, hemos dedicado gran parte de su concepción y de su coloquio a la relación entre el arte digital y la fotografía, al haber dos exposiciones fotográficas en el salón y además un momento en el coloquio para debatir esos dos proyectos.
"También las relaciones entre el arte digital y el diseño gráfico, que son a veces tan cercanas que se mixturan completamente. La relación con el diseño está en la exposición 10 x 10, diez diseñadores de diferentes generaciones homenajean los 10 años de permanencia del arte digital cubano.
"En el caso de los artistas de la plástica habrá algo de mayor integración, pues es el proyecto que el Centro ha organizado con Luis Miguel Valdés, director de un taller de gráfica muy importante en México, llamado "La Siemprehabana". Luis Miguel fue uno de los pioneros del arte digital cubano cuando era profesor del Instituto Superior de Arte (ISA) en la década de los 80 y nosotros siempre hemos querido reivindicar, reconocer ese carácter fundador que él tuvo allí, junto con Frémez y otros artistas del momento.
"Por eso la exposición Homenaje, inaugurada en el Taller de Gráfica este 2 de noviembre, dedicada a ellos dos como fundadores de ese arte y a la relación entre el arte digital y el grabado, específicamente. Esto nos permite ver cómo dos artistas de esa talla trabajaron a partir del grabado tradicional, como transitaron de una técnica a otra.
"En esos tres elementos —la fusión entre el diseño gráfico, la plástica y la fotografía— radica la promoción de esa idea de reflexionar acerca de cómo el arte digital es capaz de interrelacionarse, muy creativamente, con otra formas se producción artística.
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