Cumplirá el dúo diez años de creado. Sus canciones siguen siendo amadas y agradecidas por la juventud cubana
Por: Rufo Caballero
Correo: cult@jrebelde.cip.cu
18 de enero de 2009 00:01:41 GMT
2008 fue un año difícil para Buena Fe; tan complejo que todavía los miembros de la celebérrima banda deben estar tratando de entenderlo. Buena Fe estuvo en el centro de la polémica todo el año, en todo: por sus videos; por las declaraciones del líder de la banda, Israel Rojas, etcétera. Eso sí, nunca por sus canciones, que siguen siendo amadas y agradecidas por la juventud cubana y no solo por ella. Catalejo resultó un disco exitoso, como los anteriores, o más: la gente supo leer la conservación del rigor en las letras y, al mismo tiempo, la anchura musical que probaba Buena Fe, con el ensayo de armonías mucho más elaboradas. El concierto en la Plaza de la Revolución y la actuación del dúo devenido banda en la gala final del popular programa Lucas acabó de confirmar la repercusión del trabajo. Entonces, la polémica no ha sido precisamente para mal.
No obstante, un virtuoso video es tachado de no muy «original» que digamos...; en cuanto al otro que realizaron, su director y su casa productora se negaron, por determinadas circunstancias, a someterlo a las consideraciones del jurado de Lucas. Sin embargo, ambos quedaron entre los diez más populares del año en el importante programa, lo cual recordó que no obstante los posibles valores de las obras audiovisuales, todo lo que huela a Buena Fe se recibe —y se retribuye— como pan caliente.
A comienzos de 2009, tratamos de confrontar a Israel Rojas con las razones que hicieron del año anterior una jornada intensa, conflictiva y muy satisfactoria, casi a partes iguales. A la distancia de los meses, ¿qué tal se ve el mundo?, ¿cómo anda la energía de Rojas?
—En cierta polémica sostenida por la vía digital, parecía como si Buena Fe arremetiera contra otro tipo de canción, más directamente conectada con la trova, esa que algunos excluyentes —¡justo en nombre de la diversidad!— suelen tildar de «ladrillos», «metatranca», etcétera. ¿El hecho de que Buena Fe se trace, desde su independencia en términos de producción musical, comprensibles estrategias de mercado, o recurra a legítimos mecanismos de seducción, en una época en que hay que competir al duro con el reguetón y ciertos facilismos de comunicación, implica que se deban desconocer otros registros compositivos?
—Creo imprescindible la canción experimental, comprometida con su tiempo, la que apunta al intelecto y a la emoción por caminos insospechados, venga de la trova, del hip hop, del jazz o de cualquiera de los géneros que desarrollan nuestros creadores. Lejos de desconocer a nadie, muy lejos de desconocer, más bien nos nutrimos de esas otras maneras de hacer.
«El debate a que aludes se desató por una entrevista que publicara una reciente y popular revista cubana, donde las entrevistadoras trataron de abordar la relación arte-mercado desde nuestras experiencias y puntos de vista y, por desgracia, todo se fue de control. Las consecuencias fueron tremendas.
«Ya nosotros mismos habíamos pasado por la experiencia amarga de las mordidas a hurtadillas de los excluyentes y sectarios, que al considerarnos "traidores" de la trova, movían y mueven sus hilos a fin de descalificar nuestro trabajo. Al menor desliz, se destapó la Caja de Pandora.
«No obstante, Rufo, la vida pondrá las cosas en su lugar, como siempre.
«Hay un reciente artículo de Ariel Díaz (a quien respeto y considero un excelente trovador), titulado "Trovadores cubanos, el último tren", donde expresa de forma brillante —a mi modesto juicio— los retos y sugiere acciones a realizar en la promoción y la renovación de ese movimiento artístico. Fue precisamente eso lo que vi a mi paso por la AHS, en aquellos años iniciales de Buena Fe. No bastaba con hacer eventos nacionales, regionales o encuentros de trovadores en escuelas y centros de trabajo. Estábamos en la era de los medios masivos de comunicación, en la era audiovisual, en la era de una juventud ya no tan apasionada, ni tan ingenua, pero tampoco, como algunos decían, banal e inculta. En otra época, aquellos no eran los caminos, o al menos no los únicos. Y mucho menos para dos guajiros de Guantánamo, criados musicalmente a golpe de música tradicional y la influencia diaria de emisoras extranjeras y caribeñas en el dial del radio, pero, en lo material, con solo una guitarra y dos voces. Hablamos desde nuestra experiencia, pero no pretendemos ni dar recetas ni tener la razón absoluta. Te puedo garantizar que el creador que no entienda cómo en estos tiempos hay que hacer mucho más que componer canciones y cantarlas donde puedas, está sencillamente condenado a que su obra no llegue al segmento de público que, a veces sin saberlo, la necesita».
—Pero el hecho de que ustedes lo hagan.
Por: Rufo Caballero
Correo: cult@jrebelde.cip.cu
18 de enero de 2009 00:01:41 GMT
2008 fue un año difícil para Buena Fe; tan complejo que todavía los miembros de la celebérrima banda deben estar tratando de entenderlo. Buena Fe estuvo en el centro de la polémica todo el año, en todo: por sus videos; por las declaraciones del líder de la banda, Israel Rojas, etcétera. Eso sí, nunca por sus canciones, que siguen siendo amadas y agradecidas por la juventud cubana y no solo por ella. Catalejo resultó un disco exitoso, como los anteriores, o más: la gente supo leer la conservación del rigor en las letras y, al mismo tiempo, la anchura musical que probaba Buena Fe, con el ensayo de armonías mucho más elaboradas. El concierto en la Plaza de la Revolución y la actuación del dúo devenido banda en la gala final del popular programa Lucas acabó de confirmar la repercusión del trabajo. Entonces, la polémica no ha sido precisamente para mal.
No obstante, un virtuoso video es tachado de no muy «original» que digamos...; en cuanto al otro que realizaron, su director y su casa productora se negaron, por determinadas circunstancias, a someterlo a las consideraciones del jurado de Lucas. Sin embargo, ambos quedaron entre los diez más populares del año en el importante programa, lo cual recordó que no obstante los posibles valores de las obras audiovisuales, todo lo que huela a Buena Fe se recibe —y se retribuye— como pan caliente.
A comienzos de 2009, tratamos de confrontar a Israel Rojas con las razones que hicieron del año anterior una jornada intensa, conflictiva y muy satisfactoria, casi a partes iguales. A la distancia de los meses, ¿qué tal se ve el mundo?, ¿cómo anda la energía de Rojas?
—En cierta polémica sostenida por la vía digital, parecía como si Buena Fe arremetiera contra otro tipo de canción, más directamente conectada con la trova, esa que algunos excluyentes —¡justo en nombre de la diversidad!— suelen tildar de «ladrillos», «metatranca», etcétera. ¿El hecho de que Buena Fe se trace, desde su independencia en términos de producción musical, comprensibles estrategias de mercado, o recurra a legítimos mecanismos de seducción, en una época en que hay que competir al duro con el reguetón y ciertos facilismos de comunicación, implica que se deban desconocer otros registros compositivos?
—Creo imprescindible la canción experimental, comprometida con su tiempo, la que apunta al intelecto y a la emoción por caminos insospechados, venga de la trova, del hip hop, del jazz o de cualquiera de los géneros que desarrollan nuestros creadores. Lejos de desconocer a nadie, muy lejos de desconocer, más bien nos nutrimos de esas otras maneras de hacer.
«El debate a que aludes se desató por una entrevista que publicara una reciente y popular revista cubana, donde las entrevistadoras trataron de abordar la relación arte-mercado desde nuestras experiencias y puntos de vista y, por desgracia, todo se fue de control. Las consecuencias fueron tremendas.
«Ya nosotros mismos habíamos pasado por la experiencia amarga de las mordidas a hurtadillas de los excluyentes y sectarios, que al considerarnos "traidores" de la trova, movían y mueven sus hilos a fin de descalificar nuestro trabajo. Al menor desliz, se destapó la Caja de Pandora.
«No obstante, Rufo, la vida pondrá las cosas en su lugar, como siempre.
«Hay un reciente artículo de Ariel Díaz (a quien respeto y considero un excelente trovador), titulado "Trovadores cubanos, el último tren", donde expresa de forma brillante —a mi modesto juicio— los retos y sugiere acciones a realizar en la promoción y la renovación de ese movimiento artístico. Fue precisamente eso lo que vi a mi paso por la AHS, en aquellos años iniciales de Buena Fe. No bastaba con hacer eventos nacionales, regionales o encuentros de trovadores en escuelas y centros de trabajo. Estábamos en la era de los medios masivos de comunicación, en la era audiovisual, en la era de una juventud ya no tan apasionada, ni tan ingenua, pero tampoco, como algunos decían, banal e inculta. En otra época, aquellos no eran los caminos, o al menos no los únicos. Y mucho menos para dos guajiros de Guantánamo, criados musicalmente a golpe de música tradicional y la influencia diaria de emisoras extranjeras y caribeñas en el dial del radio, pero, en lo material, con solo una guitarra y dos voces. Hablamos desde nuestra experiencia, pero no pretendemos ni dar recetas ni tener la razón absoluta. Te puedo garantizar que el creador que no entienda cómo en estos tiempos hay que hacer mucho más que componer canciones y cantarlas donde puedas, está sencillamente condenado a que su obra no llegue al segmento de público que, a veces sin saberlo, la necesita».
—Pero el hecho de que ustedes lo hagan.
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