Mi buzón electrónico amaneció repleto el miércoles. Tenía 21 mensajes referidos al mismo tema: el caso de Gerardo Hernández Nordelo, uno los cinco antiterroristas cubanos presos en los Estados Unidos.Los zapatos, la verdad y Gerardo
NORLAND ROSENDO GONZÁLEZ
Se me ocurrió el fin de semana poner en el ciberespacio una pregunta, aparentemente ilógica: ¿Entraría a una prisión de EEUU con zapatos más grandes de los que usted calza?
Y a continuación escribí unas líneas sobre la historia de Isabel (Chavela para la familia), la hermana de Gerardo Hernández Nordelo, cuando tuvo que ponerse los zapatos del taxista que la condujo hasta el centro penitenciario donde él cumple la injusta condena de dos cadenas perpetuas y 15 años, por defender a Cuba de las organizaciones terroristas de Miami.
A Chavela le prohibieron entrar a la cárcel con sus zapatos. ¡Qué burla! Suerte que el taxista se solidarizó y le prestó los suyos, número 43. Ella calza el 36.
Pero ella ha sido afortunada, porque a Adriana Pérez, la esposa de Gerardo, el Departamento de Estado de EEUU le ha denegado ocho veces la visa. Por novena ocasión la solicitó el miércoles (junto con Olga Salanueva, la esposa de René González), tras casi diez años sin poderlo visitar, desde que lo detuvieron el 12 de septiembre de 1998.
Es la impotencia de un imperio contra la resistencia inquebrantable de un pueblo, contra los mejores hijos de la nación cubana, que por puro patriotismo se fueron hasta las entrañas del monstruo para evitar el terrorismo.
ESTADOS UNIDOS: MALA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA…
Este proceso, como han concordado varios juristas de prestigio en el mundo, más que judicial es político.
Con ese recurso enganché en el tema de Los Cinco a varias personas que no habían oído nada sobre el caso, y a otras que tenían una percepción desacertada, fruto de la labor del sistema de medios de manipulación propagandística que tiene su comando central en EEUU.
Estos son algunos de los criterios recibidos en mi e-mail sobre la situación de Gerardo:
"No sé por qué los cubanos dicen que es inocente, si estaba espiando en instituciones militares de los Estados Unidos".
"La sanción está bien puesta, el espionaje es un delito que se paga caro".
"Pero cómo van a pedir que lo liberen, si hasta planificó el derribo de avionetas en aguas internacionales".
"Yo no sé por qué ese caso ha llegado tan lejos, si está tan claro: lo prendieron enviando a Cuba información de seguridad nacional de los Estados Unidos y eso no tiene perdón".
¿Por qué todavía tanta gente está confundida en el mundo? La prensa al servicio del imperio es responsable por mentir, antes, durante y después de las vistas judiciales. Desde la detención en 1998 no cesa en hacerlo; reitera, deliberadamente, términos que tergiversan. Actúa como si fuese un testigo de la Fiscalía.
Recientemente, el 4 de junio, un panel de tres jueces del Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta decidió ratificarles a los Cinco los cargos de culpabilidad, y también las condenas a dos de ellos: Gerardo Hernández y René González, los mismos a los que les niegan el derecho de ver a sus cónyuges.
A Antonio Tony Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino, otra vez la jueza Joan Lenard tendrá que sentenciarlos en la misma ciudad de Miami, donde nunca debió ser el juicio por la ausencia de la imparcialidad necesaria para un proceso como este. Allí prevalece, contra toda norma ética y jurídica, el criterio de la mafia
anticubana.
Pero la historia verdadera de este caso algún día deberá convertirse en paradigma universal de la mala administración de justicia, de cómo no se debe hacer un juicio.
Concentrémonos en Gerardo Hernández, el héroe que ante las adversidades no pierde el sentido del humor y reflexiona a través de la caricatura, de sus trazos inconfundibles, de su fina ironía.
El jurado —y los tres jueces del panel de apelaciones de Atlanta lo ratificó en junio— lo encontró culpable de conspiración para cometer asesinato en primer grado, y adujo que por propiciar el derribo, el 24 de febrero de 1996, de dos avionetas de la organización terrorista Hermanos al Rescate. La Fiscalía, como era obvio, no pudo probar este cargo; pero el jurado, contra toda lógica, lo declaró culpable.
También fue instruido de conspiración para cometer espionaje (junto con Ramón Labañino y Antonio Guerrero). Durante el juicio no hubo evidencias de que ellos hubiesen obtenido información del gobierno de los Estados Unidos o datos que pudieran poner en peligro la seguridad de ese país.
Incluso, expertos y autoridades, como los generales Charles Whilhem y Edward Atkinson, el almirante Eugene Carol y el coronel George Buckner testificaron que los acusados no tenían acceso a información clasificada.
Por su parte, James Clapper, ex director de la Agencia de Inteligencia del Pentágono, testigo de la Fiscalía, admitió que los Cinco no habían realizado espionaje contra Estados Unidos. Pero esos testimonios no se tomaron en cuenta.
A los Cinco se les instruyó del cargo de conspiración para cometer delito contra Estados Unidos. La Defensa probó que ninguno buscaba información que pudiese afectar la seguridad nacional de ese país; mas, tampoco el jurado estimó esa prueba.
Era muy evidente la confabulación de la Jueza Lenard, la mafia anticubana y el gobierno de los Estados Unidos. De ahí las injustas condenas, las máximas que se pudiesen imponer para cada caso. Ninguna de las atenuantes de la Defensa fue considerada. Pero sí todas las agravantes de la Fiscalía.
Los cargos principales no pudieron ser probados; aunque, ilegítima y arbitrariamente, fueron condenados por ellos. Se violó, además, el
Artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de Naciones Unidas, que refrenda "... toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial..."
Así funciona el sistema judicial de los Estados Unidos, cuando conviene a los intereses políticos le vendan los ojos a la justicia.
A Gerardo Hernández, como a sus compañeros, lo sentenciaron por delitos que no cometió.
En agosto del 2005, un panel de apelaciones de Atlanta declaró nulo el juicio por falta de imparcialidad en el jurado. La Fiscalía apeló al Onceno Circuito en pleno. Otra vez el caso fue al panel de apelaciones y ahora le ratificó la culpabilidad a los Cinco y la sentencia a dos.
Para colmo, durante casi una década el Departamento de Estado de EEUU le niega a Olga Salanueva y a Adriana Pérez, las visas humanitarias para que puedan visitar a sus esposos.
A Chavela, la hermana de Gerardo Hernández, la intentaron humillar prohibiéndole entrar al centro penitenciario con sus zapatos. Pero ella calza dignidad y entró con los de un taxista que tiene casi el doble del tamaño de su pie.
Le llevó el aliento de su familia, que ahora es millonaria, porque cada vez se suman más personas en el mundo a esta lucha por la excarcelación de los Cinco, que también es la contienda contra el terrorismo y por la paz universal.
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Fuente: EXCLUSIVO, 18/07/08
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