Sexo y escándalos en nombre de la democracia, la
libertad y los valores familiares
David Brooks
La Jornada
O los políticos tienen más sexo que todos los demás, o el sexo tiene más impacto político que todo lo demás.
Todo indicaba que la cúpula política había superado el escándalo sexual que le costó la gobernatura de Nueva York a Eliot Sptizer la semana pasada, al revelarse que él era el famoso "cliente número 9" que había gastado tal vez hasta 80 mil dólares en servicios de
prostitutas, cuando hoy su recién instalado sustituto admitió que había tenido relaciones extramaritales con varias mujeres.
Menos de 24 horas después de la ceremonia en la que instalado como gobernador de Nueva York, David Paterson convocó a una conferencia de prensa en la que reveló que él, al igual que su esposa, habían tenido relaciones extramaritales, y dijo que divulgaba esto para que el asunto no provocara otra distracción, y para evitar intentos de chantaje.
"No he violado ninguna ley", dijo, y afirmó que a fin le cuentas es un asunto estrictamente privado. Al comentar que su matrimonio había sufrido algunos problemas que subsecuentemente fueron resueltos, indicó que "de hecho, creo que tenemos un matrimonio como el de muchos estadunidenses, tal vez como el de muchos de ustedes", dijo ante los medios.
Una vez más, los principales políticos del estado enfrentaron preguntas sobre el sexo y la política. Pero en contraste con Sptizer, casi todos los políticos expresaron que esto es un "asunto personal" y no tiene importancia para la vida pública.
No queda claro por qué en algunos casos las actividades sexuales de los políticos provocan
renuncias y escándalos, y otras sólo demuestran problemas privados que deben ser respetados.
El escándalo de Spitzer, además de generar miles de fotos y reportajes sobre prostitución y chismes de las mujeres que hacen caer a políticos, también permitió que se reciclaran las noticias de escándalos recientes y hasta ofrecer nuevas versiones y detalles. Esta semana se dijo que el ex gobernador de Nueva Jersey Jim McGreevey -quien fue obligado a renunciar cuando
confesó ser gay y que había mantenido relaciones con un hombre de su equipo de gobierno- había participado en un trío sexual con su esposa y su ex chofer.
La lista de políticos víctimas de su aparentemente exaltada libido sexual en tiempos recientes sigue creciendo. Cabe mencionar al ex senador conservador Harry Craig, quien fue descubierto en un baño del aeropuerto de Minneapolis buscando una aventura sexual con otros hombres; el representante federal conservador Mark Foley, descubierto en intercambios epistolares sexuales por Internet con becarios del Congreso menores de edad; los clientes de las sexoservidoras de la "madam de D.C," incluyendo un alto funcionario del Departamento de Estado; y si uno desea buscar unos años mas atrás está el famoso incidente del asesor electoral de Bill Clinton (quien
también prestó su sabiduría a la campaña de Felipe Calderón), Dick Morris, quien disfrutaba que una prostituta le chupara los dedos de sus pies mientras hablaba con su jefe por teléfono, o el ex líder de la Cámara, Newt Gingrich, quien mantuvo relaciones extramaritales con asesoras legislativas o, cómo olvidarlo, las aventuras de Clinton con Monica Lewinsky en la propia Casa Blanca.
Tantas crisis, tanto sexo, tantos escándalos, todos en nombre de la democracia, la libertad y los valores familiares.
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